Han vuelto, con la experiencia del diablo, que sabe más por viejo. Han vuelto, conscientes de que no basta di-sol-ver. Vuelven decididos a de-mo-ler. Sí, a demoler y destruir lo que se les presente como un obstáculo en el camino. Vuelven con la confianza de quien ha retornado a los círculos del poder, de quienes regresan a los pasillos de los palacios que manejaron por casi once años, a las presidencias de comisiones y a los despachos ministeriales que todavía guardan algo del eco de su paso por ellos. Vuelven como parte de la \\\"santa alianza\\\" que garantiza el manejo del Congreso y la estabilidad del gobierno.
Vuelven con su gente –otra vez, como en los viejos tiempos– en la conducción de la Sociedad Nacional de Industrias y otros gremios empresariales, en ministerios, viceministerios y direcciones claves del Estado, o en el control de importantes espacios de comunicación social, inmaculados todos por el oportuno e intencionado olvido.
Vuelven con la bendición del Purpurado, con la garantía de las indulgencias que llevan su firma, auténtica y pura, envalentonados por su prédica desde el púlpito en contra de la \\\"persecución judicial\\\" a los responsables de las matanzas en los penales, y confiados en su sistemática \\\"depuración\\\" de la Iglesia de quienes guardan algún compromiso con la Iglesia de los pobres y la causa del cambio.
Vuelven con esperanza: si en el Perú un fiscal supremo excluye a García, Giampietri y a Mantilla del juicio por la matanza en El Frontón y sostiene que lo ocurrido allí fue producto de decisiones individuales de los marinos que operaron y de la quiebra de la cadena de mando por un oficial ya fallecido, pues no será imposible que en Chile se acepte la misma historia en boca de Fujimori para desembarazarse de sus responsabilidades en similares crímenes en Lurigancho, La Cantuta o Barrios Altos.
Vuelven desinhibidos, seguros de restaurar la Santa Inquisición y controlar el conocimiento \\\"oficial\\\". Vuelven para que catedráticos e investigadores universitarios profesen y enseñen sólo la Verdad, la que a ellos les fue revelada y confiada, para que la preserven por los siglos de los siglos y no permitan más que otros Galileos pretendan cuestionar que el Sol gira alrededor de la Tierra. Vuelven para demoler los cimientos del adoratorio pagano que –imitando a la sacrílega Universidad de San Cristóbal de Huamanga– han construido en la Universidad Católica para imponer la prédica y las falsas verdades de los infieles, para asilar filosenderistas caviar, o para servir de sucio escondrijo a los apóstatas de la CVR o de la Teología de la Liberación.
Vuelven con la espada desenvainada y los estandartes de sus sicarios del Grupo Colina desplegados al viento, desafiantes, reivindicando la valentía de quien dispara tiros en la nuca a sus adversarios desarmados o desaparece a sus opositores, valiéndose de los múltiples callejones oscuros de los sótanos del poder. Vuelven para decirles que no los abandonarán nunca más, que los reconocen como sus héroes de mil combates, que reivindicarán a los Santiago Martin Rivas y no permitirán más el abuso de quienes demandan justicia y verdad en el Poder Judicial.
Vuelven para que ni jueces ni fiscales se atrevan a demandar siquiera la presencia de quienes son investigados por delitos de lesa humanidad o de corrupción. Vuelven apelando a las lágrimas de una reina de belleza en el hemiciclo del Congreso o a la amenazante solidaridad de un comandante general con un vicepresidente citado apenas como testigo, y que se niega a comparecer ante un tribunal. Vuelven para tomar el Tribunal Constitucional con sus \\\"asesores constitucionales y legales\\\", los Aníbal Quiroga y abogados de los corruptos procesados, en la función de contralores de la constitucionalidad.
Vuelven –con su díscolo ex primer ministro a la cabeza y hoy tribuno-congresista oficialista, cual émulo del Cid Campeador– resueltos a demoler instituciones y personas de un sistema anticorrupción ya debilitado y desarticulado al que quieren darle un golpe de gracia y esparcir sus cenizas al viento. Vuelven para acabar con los procesos pendientes, semiparalizados hace tiempo por sucesivas maniobras de sus abogados y la complicidad de los poderes del Estado para impedir las sentencias y sanciones que corresponden por el golpe de Estado del 5 de abril, los salvatajes fraudulentos del Banco Latino y del Wiese (que costaron la friolera de US$ 900 millones de dólares al Estado), las privatizaciones amañadas que transfirieron a manos privadas y extranjeras los principales recursos naturales y activos del país, los privilegios tributarios que dejaron sin fondos necesarios a la educación, la salud o el saneamiento que los peruanos requieren.
Vuelven, se preparan, para retomar el manejo del Estado que privatizaron y convirtieron en un aparato de gestión a favor de los intereses de las transnacionales. Vuelven para terminar los negocios inconclusos, las \\\'coimisiones\\\' que quedaron en el camino y los ajustes de cuentas pendientes. Vuelven... si lo permitimos.