Al X Congreso Nacional
Descendemos de pueblos en costa, sierra y selva que al paso del tiempo devinieron en diversas culturas, la última de las cuales fue el Tawantinsuyo. Esos pueblos fueron educados por una excepcional cantidad de especies vegetales y animales, a eso se llama biodiversidad.
Eso hizo que la mayor parte de nuestras culturas fueran fundamentalmente agrícolas y agropecuarias, esto último por los auquénidos que domesticaron, también hubo poblaciones pescadoras por la rica fauna marina que poseemos. La excepcional irregularidad de nuestra geografía andina hace a la agricultura difícil pero productiva.
Nuestros pueblos adoraban y cuidaban la naturaleza (Pacha Mama en la época incaica): Construyeron terrazas en las laderas para mantener la tierra (andenes). Los canales los hacían en zigzag para que no arrastrasen tierra. No cazaban a las vicuñas, las agarraban vivas, las trasquilaban y liberaban. Su elevada cultura agrícola domesticó 182 especies vegetales, algunas de ellas muy nutritivas, como la maca, la cañihua, la quihuicha, el tarwi o chochos, etc. Creó más de 3 mil variedades de papa. Había a lo largo del territorio Tawantinsuyano almacenes de víveres en conserva (la papa como chuño, la carne como charqui, el maíz como chochoca), de modo que cuando algún percance natural (helada, mucha o poca lluvia, granizo), malograra la cosecha, no hubiera hambruna.
Por estas razones no había hambre en el Tahuantinsuyano que abarcaba territorios de hoy seis países. La agricultura estaba planificada por cuencas y microcuencas.
La organización social nunca dejó de ser colectivista, el Tahuantinsuyo lo formaban colectividades de colectividades, es falso que fuese imperio. Es cierto que había castas privilegiadas, pero no había hambre ni miseria.
A pesar de más de 5 siglos de opresión y de enseñanza del egoísmo individualista, continuamos manteniendo nuestra organización y costumbres comunales.Continúa el campesinado creando variedades de papa y otras plantas nativas, y ahora también de haba que no es nativa. Todavía conservamos nuestra música propia, aunque modificada, apreciada en el exterior y despreciada por el racismo en el Perú.
En la cosmovisión indígena Pachamama es nuestra Madre Tierra o Madre Naturaleza, vivimos dentro de ella, en armonía con ella. En el pensamiento europeo Dios creo al hombre “a su imagen y semejanza” como "el rey de la creación", creó a la naturaleza al servicio del hombre, por eso se habla del "dominio del hombre sobre la naturaleza" que no es más que el conjunto de "recursos naturales"; a esto se llama "antropocentrismo", poner al hombre como centro; por eso a la cultura europea en un principio no le chocó la depredación de la naturaleza, era mandato divino.
Hoy nuestra cultura nativa usa 4,500 plantas medicinales, mientras la "medicina occidental" está cada vez más degenerada pues se ha convertido en el negocio de grandes laboratorios. Éstos para probar una medicina nueva primero lo hacen con ratas, luego con tercer mundistas y si estos no mueren, se dan al primer mundo. Medicinas que están prohibidas en los países del norte se venden acá. Una medicina te cura de un mal y te provoca otro.
La coca, nuestra hoja sagrada, el "supertónico del reino vegetal" según Hipólito Unanue, perseguida por los gringos y sus sirvientes es defendida valientemente por los cocaleros.
Se mantienen nuestras lenguas, en la sierra el quechua y el aymara, en la selva más de 50.
Me voy a extender en este aspecto por ser poco conocido.
Soy quechua, por eso hablaré de mi idioma en su dialecto cusqueño. En el castellano limeño existen 23 pronunciaciones de letras (fonemas), en el castellano cusqueño 24, en el castellano español 26. En el quechua cusqueño 31. Por lo tanto no es un idioma inferior.
En el castellano sólo hay un plural de primera persona: nosotros. En quechua hay uno para indicar que el interlocutor está incluido, ñoqanchis, y otro para indicar que el interlocutor está excluido, ñoqayku. Esta diferenciación hay en pronombres personales y posesivos y en todas las conjugaciones del verbo. Por eso si a una persona le digo "nosotros los cusqueños", en quechua "ñoqanchis Qosqo runa", se sabe que él es cusqueño; en cambio si le digo "ñoqayku Qosqo runa" se sabe que él no es cusqueño, en castellano no se puede saber porque hay un solo "nosotros". Si digo "sal", "entra", "sube", "baja", en quechua se sabe si yo estoy adentro o afuera, arriba o abajo, en castellano no.
En el grado de afectividad, en quechua hay una gama que no existe en castellano, que a los quechuas nos parece muy frío: mamáy = madre mía, mamachay = madrecita mía. mamakachay y mamacachallay no tienen traducción.
Cito estos ejemplos no para decir que el quechua es un idioma superior, probablemente tiene carencias, sino sólo para señalar que no es un idioma inferior. Aunque sí quiero señalar que no es un idioma machista, se usa la palabra "persona", runa; en castellano se usa mucho "hombres" para indicar varones y mujeres. También en castellano cuando habemos 100 mujeres y un varón decimos "nosotros", en quechua no. Según las religiones judeo-cristianas la mujer fue creada de una costilla del varón para que lo acompañara.
Los invasores europeos, además de masacrarnos nos trataron como a seres inferiores, destrozaron la elevada organización agrícola, saquearon los almacenes, implantaron la minería como principal actividad, depredaron la naturaleza; nos invadieron el hambre y la miseria.
En la república, continuó el desprecio por nosotros y por nuestra riqueza cultural. Continúan pisoteándonos quienes se consideran herederos de los invasores.
Las haciendas usurpadoras de las tierras indígenas, se fortalecieron, hasta que nosotros las destrozamos luchando contra los gobiernos “republicanos”.
Ramón Castilla permitió el saqueo de nuestra principal riqueza para la agricultura, el huano de isla, por compañías que le dejaban migajas. Era tal la riqueza saqueada que con esas migajas hizo obras que le hicieron famoso. Es calificado como el mejor presidente del Perú.
Kuzinski, digno heredero de Pizarro, declara que el Perú es un país minero.
Nuestra principal riqueza es la biodiversidad como lo apreciaron nuestros antepasados, sin embargo se la depreda inmisericordemente: Con la minería se envenenan las tierras agrícolas de las comunidades campesinas, se saquea nuestra riqueza marina con la pesca de arrastre, la selva es depredada por compañías madereras.
Se fragmenta el territorio comunal.
Estas y otras depredaciones económicas son acompañadas por el desprecio por nuestras razas nativas, por los “indios”, por los “serranos”. Todas nuestras características culturales son vistas como inferiores. Se desprecia nuestra medicina indígena, nuestra música, nuestro idioma. La gran desgracia es que nosotros mismos nos vemos como inferiores. Por eso es imprescindible educarnos en el reconocimiento de nuestros valores culturales, en valorizar su importancia, para así darnos cuenta de que no somos superiores pero tampoco inferiores a nadie.
Valorizando la importancia de nuestra cultura milenaria estaremos más aptos para defenderla:
No a la depredación de nuestro suelo y nuestra biodiversidad por la minería de las grandes compañías extranjeras. No a la depredación de nuestro mar, de nuestra selva.
Respeto a nuestras comunidades indígenas como lo manda la OIT.
No a la piratería biológica.
Reivindicación de nuestro alimentos nativos.
Rechazo al ataque del imperio norteamericano y sus sirvientes a la hoja sagrada.
Respeto por nuestros idiomas, que se nos alfabetice en ellos y luego que se nos enseñe el castellano.
Que los funcionarios que trabajan en zonas donde se habla lenguas nativas sepan usarlas.
Respeto por nuestra medicina indígena, nuestros médicos deben ser reconocidos como tales. Que no se obligue a atenderse a las mujeres embarazadas al “estilo occidental”.
Respeto por nuestro arte.
Que el turismo mundial atraído por la grandeza de nuestra cultura beneficie a los herederos de ella y no a las grandes compañías herederas de sus enemigos.
Y muchas otras reivindicaciones más de nuestra riqueza cultural.
Para construir nuestro futuro debemos aprender de nuestro pasado. Debemos recoger la herencia de gente que aprendió durante milenios cómo sobrevivir en al territorio que ahora ocupamos.
No pretendemos resucitar el Tawantinsuyo ni otra ingenuidad por el estilo. Pero se necesita ser demasiado ciego para no ver que en nuestro continente ha llegado la hora del despertar de los pueblos indígenas. Veamos México, Ecuador, Bolivia, inclusive las poblaciones indígenas grandemente minoritarias de Argentina y Chile. No queremos copiar de ninguno de ellos, pero dejemos de ser ingenuos de no ver que en nuestro país con tanta población indígena la lucha por nuestras reivindicaciones culturales en todos sus aspectos es fundamental.
Especialmente nosotros, los miembros de la Confederación Campesina del Perú, que somos una organización campesina, debemos estar a la cabeza de esta lucha ya que la gran mayoría de la población indígena que practica y defiende su cultura, es campesina.
Aprendiendo de nuestro pasado construyamos nuestro futuro:
Volvamos a valorar a la biodiversidad como nuestra principal riqueza
Volvamos a organizarnos en forma colectivista
24 de octubre del 2005