Noam Chomsky -brillante intelectual, ácido crítico del orden mundial imperante y del mundo unipolar que pretende imponer el régimen norteamericano- estuvo hace un par de semanas en el Perú. En San Marcos, su discurso diseccionó la historia de la conquista europea de las Américas y del globo terráqueo, 514 años atrás. Denunció como la fuerza militar, la piratería y la destrucción de avanzadas civilizaciones existentes, impusieron un orden mundial injusto y excluyente que, hoy, pretende articularse como una globalización al servicio de poderosas minorías financieras y empresariales.
Chomsky desnudó la tesis de Bush que vincula la seguridad norteamericana al expansionismo de su fuerza y a la imposición unilateral de su autoridad, pretendiendo justificar el derecho a llevar adelante las llamadas "guerras preventivas". Resaltó la importancia que el control de los recursos energéticos a nivel mundial tiene para la hegemonía del imperio norteamericano y evaluó el empatanamiento que sufre en Irak y el Medio Oriente.
Así, derivó en un agudo análisis de la importancia que, para EE.UU., tiene el control sobre América del Sur, tanto por sus recursos energéticos y biogenéticos, como por el significado de dominar su área "natural" de influencia y expansión para manejarse más cómodamente ante los bloques económicos constituidos en el mundo.
Chomsky relevó los procesos autonómicos y que afirman la soberanía en América Latina en tanto amenazan los planes norteamericanos; procesos como el venezolano, en tanto contribuye a la autonomía sudamericana, como lo ha hecho con Argentina al ayudarla a liberarse del yugo del FMI, adquiriendo casi una tercera parte de la deuda que la sujetaba al organismo multilateral y sus planes neoliberales.
Resaltó el peso de Venezuela como centro energético mundial, y la importancia del manejo de sus exportaciones petroleras, proceso en el que busca librarse de la sujeción a EE.UU., diversificando sus mercados con esfuerzos como el abastecer a China y equilibrar la balanza de sus exportaciones, hoy hiperconcentradas en el país del norte. No fue ajeno a su análisis el papel de Lula en Brasil, reacio al sometimiento al imperio, y la significación del proceso boliviano de Evo Morales al incorporar a las nacionalidades originarias al proceso político de cambios en curso y reafirmar su derecho a recuperar el control sobre sus recursos naturales para su desarrollo. Para el filósofo y lingüista, los más importantes vientos latinoamericanos son alentadores.
Pero, el Perú no apareció como un actor de significación en el análisis de este proceso sudamericano. Es que el gobierno de García camina a contrapelo de quienes se juegan por la soberanía económica y política subcontinental.
Más bien, juega a escindir el bloque de quienes están por la autonomía sudamericana. Confronta constantemente con Venezuela y Bolivia, llegando a "alertar" –junto a la derecha chilena más cavernaria (El Mercurio)- sobre una inexistente amenaza militar de Bolivia en razón de un reciente acuerdo con Venezuela (similar los firmados con España y Perú mismo) para atender clamorosos déficit de infraestructura de sus FF.AA. en dos guarniciones, mientras calla frente al armamentismo chileno ha desestabilizado la correlación militar en el cono Sur.
Y claro, se somete a un TLC con EE.UU. ajeno a una plataforma latinoamericana que negocie condiciones mas justas y provechosas para nuestros países. Nuevos vientos –económicos y políticos- soplan en América Latina, pero no parecen soplar en el Perú.