FIDEL Y CUBA
Javier Diez Canseco
Cerca a los 80 años, Fidel Castro enfrenta una grave crisis de salud. La situación del guerrillero revolucionario que declaró a Cuba como el primer territorio libre de América, en 1959, acapara la atención de los principales medios de comunicación y dirigentes políticos del mundo. No es para menos, se trata del último de los dirigentes políticos que marcó la historia del Siglo XX, abrió las esperanzas del cambio a los pueblos de América Latina y le dio un protagonismo sin precedentes a la pequeña isla ubicada apenas a 144 km. de los Estados Unidos.
Cabeza indiscutida de la revolución cubana por más de 47 años, la personalidad, el estilo y las convicciones de Fidel Castro han sido un factor fundamental del proceso. Un cambio de su papel en la política cubana no pasará inadvertido. Compañero del Che Guevara y de quienes jugaron su vida en la batalla por una América Latina y un mundo más justos y solidarios, Fidel ha sido un intenso y polémico protagonista de la batalla entre el capitalismo y el socialismo que marcó el mundo del siglo pasado. La crisis del "socialismo real", la caída del muro de Berlín y la descomposición de la Unión Soviética, no cambiaron su rumbo y convicciones. Abrieron el debate sobre los problemas del modelo ruso y, la experiencia de Europa Oriental, lo reafirmó en que el capitalismo no es solución. Así, contra los más fáciles pronósticos, Cuba no se abrió de brazos al capitalismo neoliberal en boga, ni se colocó bajo la tutela de su vecino imperial.
Atravesando lo que llamó un durísimo "período especial", Cuba resistió a pie firme las presiones económicas y políticas internacionales. Un firme sentimiento de dignidad nacional y una clara concepción que alienta la igualdad de derechos y la equidad, la mantuvo en pie. No en vano, la revolución había surgido contra regímenes políticos que habían hecho de Cuba un centro de casas de juego manejadas por la mafia norteamericana y un auténtico "burdel" bajo su control. Años de revolución habían afirmado el sentimiento de dignidad y soberanía en la mayoría del pueblo cubano. Y resistió...
Hoy, la delicada situación de salud de Fidel Castro reaviva pretensiones intervencionistas. Desde las declaraciones de Jorge del Castillo, proponiendo que la OEA prepare un plan de intervención y transición política, hasta la abierta provocación del presidente Bush, encargando a un funcionario norteamericano -Caleb McCarry- como "coordinador de la transición cubana" con más de $59 millones de dólares para cumplir sus fines, no faltan quienes quieren aprovechar la oportunidad. No faltan quienes, desde Miami, buscan impulsar acciones terroristas contra Cuba o alientan directamente, la intervención militar norteamericana. Ya lo intentaron en 1961, cuando la operación de Bahía Cochinos fracasó estruendosamente. Y lo reiteraron con decenas de operaciones especiales dirigidas a asesinar a Fidel. Lo reafirmaron con un bloqueo económico que tiene más de 44 años en aplicación, buscando infructuosamente quebrar la espina dorsal de Cuba.
Ciertamente, es un momento difícil para Cuba, pero sólo un ingenuo pensaría que es una circunstancia imprevista en la isla. El mismo presidente cubano, ante la crisis de salud, delegó formalmente sus funciones en las autoridades pertinentes del Estado, y se ha encargado de informar la situación a su gente y al mundo. Pero, tampoco es posible sostener que Cuba, con todos sus problemas y dificultades, encare hoy una profunda debilidad del régimen. El 2005 el PBI cubano creció en 11.8% (un auténtico récord histórico), el flujo turístico a la isla rebasa los 2 millones de visitantes al año, las exportaciones de servicios cubanos -como los médicos y educativos- han crecido notoriamente, y se dan nuevas inversiones, como las chinas en las minas de níquel. Cuba, siendo un país subdesarrollado y con limitaciones, tiene -del largo- el mejor nivel de educación y salud de la América Latina. La mortalidad infantil es de apenas 5.6 niños por 1000, varias veces menor que la peruana. La esperanza de vida de un cubano está en 76.8 años, varios más que los peruanos y latinoamericanos.
Adicionalmente, el cuadro político latinoamericano está lejos de los márgenes de maniobra que tenían los Estados Unidos en la década del 60. Hoy, ni Venezuela y Brasil, ni Argentina y Uruguay, ni Bolivia y Ecuador, ni Chile y México permitirían maniobras intervencionistas o militares. Y los mismos Estados Unidos están enredados en la abierta y criminal intervención que desarrollan en Irak y en el sangriento conflicto del Medio Oriente, que ensangrenta a Palestina y el Líbano.
En momentos que, muy probablemente y más allá de la recuperación de Fidel, darán paso a ciertos cambios en la estructura de poder en Cuba, cualquier analista serio sabe perfectamente el régimen cubano va más allá de su líder histórico. Tras Fidel hay un Estado organizado, unas Fuerzas Armadas Revolucionarias articuladas, y un movimiento social que tiene una clara conciencia y dignidad políticas. El desplome es una ilusión de los halcones norteamericanos y sus plumas de alquiler. La bandera de la estrella solitaria, de justicia y dignidad, seguirá en manos cubanas, manos como las del Che y Fidel.
¡CUBA, VA!!
José Ramón Vidal, CMMLK-LA HABANA
Me cuentan por el correo electrónico amigos y amigas que han visto en CNN júbilo en las calles de Miami ante la noticia de la enfermedad de Fidel. En Cuba no hay júbilo, preocupación sí, pero también confianza y tranquilidad. Los de Miami son víctima de su propaganda. Han construido en su imaginario un país y una revolución que dependen sólo de la existencia de un hombre. Quizás esta enfermedad de Fidel, que esperamos sea transitoria, constituya la ocasión para desmentir en los hechos esa construcción miamense, ampliada y reforzada mediáticamente.
La proclama leída anoche en la televisión cubana, firmada por Fidel a las seis y treinta de la tarde de este propio día contiene una parte importante de la respuesta a la pregunta ¿Qué pasará en Cuba cuando Fidel no esté?. Ante la imposibilidad temporal del jefe de Estado de ejercer sus funciones se procede según lo establecido en la constitución de la República; el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz asume el máximo cargo estatal y pasa a ser además el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. De acuerdo con los Estatutos del Partido, pasa a desempeñarse como Primer Secretario del Comité Central. No hay improvisación, ni sorpresas. En Cuba la revolución construyó un orden institucional que está basado en un ideal de sociedad compartido ampliamente y sustentado en realizaciones concretas que han hecho realidad muchos derechos para todos los cubanos y todas las cubanas.
No es una sociedad perfecta, no es que todos estemos satisfechos con lo que tenemos, pero hay un consenso muy sólido de que la existencia del poder revolucionario es la única garantía de perfectibilidad de este orden social y a la vez no hay muchos dispuestos a regresar al orden social prerrevolucionario. La hegemonía construida por y en la revolución es sólida y es un factor decisivo para la continuidad del proyecto histórico iniciado el 26 de julio de 1953.
Cuba no estallará, como creen en Miami y proclaman muchos medios al servicio de la hegemonía imperialista, ante la ausencia temporal o definitiva de Fidel. Esto no significa que tal ausencia no tenga importancia. Todo lo contrario, Fidel es el líder histórico de un proceso profundo de cambios sociales y los liderazgos no se transfieren como los cargos. Muchos retos se abren ante tal ausencia, muchas cosas tendrán que funcionar de otro modo, mayor dirección colectiva, mejor funcionamiento de los mecanismos de participación popular, entre otras acciones que llenen el vacío del liderazgo histórico, pero la revolución puede continuar sin Fidel físicamente presente.
Hay instituciones legitimadas, confianza en muchos compañeros de la dirección revolucionaria, en especial en Raúl y un proyecto compartido ampliamente. Hay además un pueblo altamente instruido y fogueado en más de 50 años de lucha revolucionaria que ha acumulado una sólida cultura política. No son oídos ingenuos los que recibirán los cantos de sirenas llegados desde el norte, sino capacidad crítica y decisión de mejorar cada día la sociedad que tenemos, sin arrepentirnos de la historia vivida, por dura que haya sido.
Por otra parte ¿Qué pueden ofertar los del Norte? ¿el ridículo Plan Busch que ofrece vacunas y escuelas en un país con mayor cobertura de salud pública y educación que los propios Estados Unidos? Un plan que acaba con la soberanía nacional y pone fuera de las manos de los cubanos y cubanas su destino. Un plan que desde ya tiene designado un funcionario del Departamento de Estado que actuaría como un procónsul imperial decidiendo la “transición”; que propone reducir los gastos en investigación científica para llevarlos a “niveles mas adecuados”, es decir niveles tercermundistas, cancelando así la evolución de la economía cubana, tradicionalmente exportadora de productos básicos, hacia una economía basada en el conocimiento a partir de la exportación de servicios y productos de alto valor agregado, fruto de la profunda revolución educacional y científica que se ha desarrollado desde la década de los sesenta. Que propone las recetas neoliberales para “sanear” la economía, cancelando los amplios programas sociales y la protección a los enfermos, minusválidos, ancianos y a toda la población en una u otra medida. No creo que esas propuestas sean aceptables para las cubanas y los cubanos.
Le queda a la administración norteamericana el recurso de la fuerza. No sería nada sensato ante el empantanamiento en Irak y Afganistán, ante la baja popularidad de Bush, ante tantos problemas que se le han acumulado, pero la sensatez no es una virtud del grupo en el poder en Estados Unidos. Hay que estar alertas. Ese recurso sólo uniría más al pueblo cubano junto a la revolución, provocaría, eso sí, miles de cubanos muertos y un retroceso de decenios para Cuba y para muchos proyectos que benefician a la humanidad y también un precio en vidas de jóvenes norteamericanos que difícilmente pueda sostener esta administración.
Cuba cuenta con su determinación de luchar y con una preparación esmerada para la defensa. Contará también con una ola solidaria en todo el mundo. Cuba amaneció hoy preocupada y alerta pero serena. Seguimos creyendo que pase lo que pase ¡ Cuba Va!