Según García, ya se inicio la revolución agraria y ha comenzado por la costa. En la primera vuelta electoral se dijo: estamos exportando cerca de 1,300 millones de dólares (2005), conquistado el mercado mundial, en particular el norteamericano. La Costa ya exporta su nueva agricultura. Sin embargo para no incomodar su discurso, Alan García, ni siquiera se ha preguntado ¿Cuál es el peso de la agroexportación en la agricultura peruana? ¿Cual es porcentaje que representan las hectáreas dedicadas a la agroexportación con relación al total de hectáreas que se dedican en cada campaña anual agropecuaria?
Tampoco se ha preguntado ¿Cual es el peso (en hectáreas y valor) de la agroexportación en las economías agrarias de Ica, Lima, La libertad y Piura, que son regiones consideradas como escenarios del llamado boom agro exportador?. De responder a estas preguntas, probablemente Alan García, tendría gruesas dificultades para sustentar con solvencia de que hay una revolución agraria en la costa peruana.
Ahora, sólo falta globalizar la sierra. Lo primero que hay que decirle al Presidente Alan García, es que hace siglos la sierra ha sido zona exportadora. Como muestra están los viejos y nuevos enclaves mineros que ha extraído y extraen nuestras riquezas naturales con poco beneficio para nuestros pueblos. Y desde el lado agropecuario está la vieja y triste historia de las exportaciones de lanas en sur del Perú que empobreció al campesinado altiplánico; y ahora, en estas últimas décadas está la producción de café en algunos valles interandinos y en los últimos años la experiencia limitada de exportación de alcachofas, principalmente en Junín.
Veamos aunque sea de manera resumida los planteamientos del APRA respecto a la propuesta de Sierra exportadora:
(a) Para tal fin se propone incorporar 150 mil has (en 5 años) de la sierra a la agroexportación, sobre la base de cultivos como la alcachofa, páprika andina, el pimiento piquillo, arveja kolantao, junto con la papa amarilla, el ajo fresco, la Kiwicha, la quinua, la tara; y luego, a mediano plazo las frutas como lúcuma, chirimoya y granadilla.
Preguntémonos: ¿Será cierto que hay una amplia demanda sobre estos productos en el mercado mundial o se trata de pequeños nichos que quedan en un mercado mundial casi ya copado? ¿Será a así de fácil convertir en exportadores a los pequeños productores cuya vocación natural es la seguridad alimentaria de sus familias y de los pueblos de sus respectivas regiones y localidades?
(b) El factor que bloquea esta posibilidad es el minifundio que puede ser superado por la participación privada (empresarios), a quienes se le otorgará créditos y fertilizantes. ¿Y las comunidades campesinas? ¿Y el pequeño productor campesino?
(c) Para ello se necesita una Ley de Fomento Agropecuario Andino, con régimen laboral adecuado y un fondo de capital de riesgo aportado por el Estado (US$ 102 millones en cinco años). Además dice Alan García, que las empresas mineras, eléctricas y lecheras, que tienen conocimiento del mercado mundial, brindará su orientación al campesinado.
¿LA SIERRA EXPORTADORA?
Esta propuesta no brilló ni fue el centro del mensaje presidencial, apenas tuvo una mención “honrosa” y el señalamiento de que las agroindustrias que estén por encima de los 3200 msnm, estarán exoneradas de todo pago de impuestos. ¿Pero que pasó Sr. Alan García? ¿No es que la propuesta sobre la sierra exportadora era el inicio de la revolución agraria en la parte media y alta de los andes peruanos?
Pero para no quedarse atrás y prácticamente comenzando su campaña hacia las elecciones regionales y municipales, hizo dos planteamientos para la sierra: que ENACO pase a la región del Cusco y zona franca para Puno. Sin embargo, esta propuesta del gobierno tendrá que seguir siendo analizada de acuerdo con los pasos que se den para su implementación.