La reforma agraria es una de las cuestiones más cruciales en relación al destino de las áreas y de los pueblos rurales. Lo que la reforma agraria significa ha estado en el centro de los debates de la conferencia internacional de la FAO sobre la reforma agraria y desarrollo rural, en Porto Alegre, Brasil, desarrollada del 7 al 10 de marzo del 2006.
Aunque mucha gente de las ciudades pueda no tener conciencia de esto, las grandes y pequeñas ciudades son extremadamente dependientes de lo que ocurre en las áreas rurales. Las ciudades viven de los recursos provenientes del campo. Y todas las personas, rurales y urbanas, dependen de la tierra para satisfacer su necesidad humana más básica: la alimentación. Además de eso, en muchos lugares del mundo, la agricultura suministra trabajo a más de la mitad de la población.
Para los movimientos sociales del mundo entero, el acceso y el control de los recursos naturales y específicamente de la tierra, del agua y de las semillas, están en la esencia de nuestra lucha. Pero los gobiernos del mundo no les dan a estas cuestiones mucha importancia. Casi treinta años han pasado desde que la primera conferencia internacional sobre la reforma agraria se efectuó en 1979. El gran período que transcurrió para que se retomara este tema y el hecho de que muchos gobiernos no asistieron a la Conferencia, indica la baja prioridad dada a la reforma agraria. Sólo 80 de los 188 países invitados a la conferencia de la FAO enviaron delegaciones a Porto Alegre. No asistió ningún jefe de Estado.
Esta falta de interés es una falla de visión peligrosa, por muchas razones. La creciente pobreza rural en todas las partes del mundo significa una crisis humanitaria. El apartar a los campesinos, pequeños propietarios rurales y pescadores de sus formas de vida tradicionales, crea indescriptible sufrimiento, hambre, pérdida de cultura, inseguridad y conflictos. Mientras esto sucede, muchas áreas urbanas se están haciendo insostenibles. El daño ecológico causado por la industrialización de los alimentos está aumentando diariamente: aguas contaminadas, suelos degradados, erosión, deforestación, una pérdida alarmante de la biodiversidad y una expansión de enfermedades entre productores y consumidores.
Frente a estas tendencias, se hace urgente reexaminar el modelo dominante de reforma agraria y desarrollo rural, que ha entregado el sistema alimentario en las manos de las corporaciones transnacionales y de las instituciones financieras internacionales, tales como el Banco Mundial y el FMI, la OMC, que han ahondado estos problemas. Es por esto que miles de campesinos, pescadores, pueblos nativos, mujeres, pastores, trabajadores rurales sin tierra y otras organizaciones de la sociedad civil se movilizaron masivamente durante la conferencia. Exigimos una nueva visión de la reforma agraria.
El movimiento internacional de campesinos/as Vía Campesina considera que una reforma agraria genuina ofrece un modelo alternativo importante de desarrollo. Esto implica arrancar el control sobre la tierra, el agua, los recursos marítimos, las semillas y otros recursos naturales de las garras de quienes utilizan estos recursos para aumentar sus propias ganancias, y entregarlos al pueblo de la tierra.
Las políticas públicas deben ser reorientadas a fin de asegurar que los valores sociales, ecológicos y culturales estén integrados al desarrollo rural. El mercado debe ser reorganizado para dar prioridad a la producción local de alimentos producidos ecológica y culturalmente, o sea, a la soberanía alimentaria. Existen cuestiones fundamentales en juego, cuestiones de justicia, sustentación ambiental y de paz, en el debate sobre la reforma agraria. La conferencia de la FAO abre la posibilidad de dar un paso adelante a nivel global. Dada la urgencia del debate, la FAO no puede esperar más otras tantas décadas para tratar estos asuntos.
La institución de las Naciones Unidas debe dar a la reforma agraria una alta prioridad. Debe promover activamente la reforma agraria en los foros internacionales y establecer un programa especial con los gobiernos dispuestos a implementarla o darle soporte económico. Además de eso, también exigimos que la FAO reconozca explícitamente la contribución positiva de las movilizaciones sociales en este campo. La Vía Campesina está comprometida en colocar nuevamente en la agenda global la reforma agraria y el desarrollo rural. Pedimos que todos los gobiernos responsables se involucren en esta tarea. Nuestra subsistencia alimentaria, la dignidad de nuestro pueblo, y nuestro planeta están en juego.