Durante los primeros días del mes de marzo, tuve la suerte de participar en un taller básico de metodologías de Educación Popular, gracias a la generosa invitación de los compañeros del Centro Martín Luther King, de La Habana, Cuba. El taller lo compartimos con cincuenta participantes de diversas provincias cubanas, entre estudiantes universitarios, trabajadores sociales, profesores, docentes universitarios y tantos otros profesionales; y junto con ellos tres compañeros de Brasil, El Salvador y Uruguay.
Este taller constituyó con una rica experiencia por varios motivos. Primero porque era la posibilidad de retomar la reflexión sobre un tema tan importante, y que muchas veces el ritmo de vida y de trabajo lo hemos dejado de lado por privilegiar el activismo. En segundo lugar porque para alguien que ha estado permanentemente vinculado a experiencias de comunicación y capacitación campesina, era la oportunidad de conocer y compartir cuanto se ha avanzado y recreado la comunicación popular, en una sociedad como la cubana, y poder replicar todo ello en las nuevas tareas de capacitación que ha iniciado la CCP.
Hay un tercer motivo. Este taller me ha permitido conocer y compartir de cerca la experiencia de vida de las personas sencillas, comunes y corrientes; de hombres y mujeres trabajadores que viven día a día no solo los beneficios sociales que les brinda el régimen socialista, sino también las diversas limitaciones que tienen que sufrir, muchas de ellas como consecuencia de la constante guerra económica y política a la que es sometido el pueblo cubano por el imperialismo norteamericano. Y sin embargo, en medio de todas estas dificultades, no solo están dispuestos a defender sus conquistas sociales sino que vienen aportando creativamente a buscar sus propias soluciones a sus propios problemas.
Ha sido pues una semana intensa de vivencias, aprendizajes, reflexiones, alegrías y emociones conjuntas; de cuestionarse, debatir y provocar nuevas dudas, y de reafirmar viejas convicciones; pero sobre todo de redescubrir las profundas dimensiones que encarna la educación popular como actitud de vida y de compromiso. Ha sido un proceso colectivo de construcción de conocimientos, surgidas del intercambio de nuestras prácticas, de hurgar en la esencia de la educación popular que propugna que toda acción de formación, promoción y capacitación, parte primero y ante todo, por asumir una concepción político-pedagógica, que la educación no puede ser un acto neutro frente a una realidad sociopolítica.
Todos los momentos del taller constituyeron un proceso de ahondar y revisar nuestras prácticas, de profundización teórica para contrastarlos con la realidad de lo que hacemos cotidianamente, de asimilar y aprehender, pero al mismo tiempo de recrear y devolver nuevamente las reflexiones y las discusiones grupales; es decir, de construcción colectiva de conocimientos. Como bien se señaló en una parte del taller, “de descender de la práctica a la teoría para volver a ascender a la práctica”, a una práctica transformada. Y todo ello acompañado por profundas reflexiones de los notables planteamientos pedagógicos de Paulo Freire, José Martí y otros autores cubanos, que vienen contribuyendo a hacer de la educación cubana, no solo un derecho humano esencial, son una de las más desarrolladas de América Latina.