Los avances acelerados de la ciencia y tecnología en el mundo actual, solo favorecen a un grupo de la élite dominante, y excluye a la gran mayoría. Esto se hace más notorio cuando se trata de la salud laboral de los trabajadores; sabemos que en todo trabajo existen riesgos atentatorios a la integridad personal, cuando no se toman precauciones para controlar ese riesgo, ello se convierte en un problema contra la salud y seguridad de los trabajadores.
Qué pudríamos decir de los trabajadores jornaleros de la agricultura, más claro de los peones. Esta situación se hace mucho más dramática. Este sector más vulnerable, no cuenta con seguro social mucho menos con estabilidad laboral, para ellos no existen los Derechos Económicos Sociales y Culturales (DESC), trabajan de sol a sol con la esperanza de borrar su pobreza; esperanza que día a día se aleja volviéndose inalcanzable.
Tienen que cargar más de 140 kilos por saco de papa, cebolla, choclo, en la espalda; caminar entre 100 y 200 metros de distancia de acuerdo a la exigencia del trabajo, por vías intransitables, los grandes riesgos para sobrevivir no cesan desde que han empezado a trabajar, por toda la vida, hasta que se les acaba la fuerza, ante la mirada indiferente, de las autoridades. Lo curioso es que existe el D.S. Nº 056- 89-A.G. que norma los pesos de los sacos, que no deben pasar de 55 kilos.
Esta norma existe desde el primer gobierno de Alan García, y la misma nunca se ha cumplido, imaginamos por el poder que tienen las mafias que controlan los mercados del país, en donde se juegan millones de dólares y poco les importa la vida de nuestros hermanos sin tierra. En este mundo globalizado, muchos seres humanos hacen cola para ingresar en este sistema de trabajo Inhumano, cruel, y hasta salvaje solo para terminar garantizando las fabulosas ganancias de los grupos monopólicos, para luego terminar convertidos en pedigüeños, en mendigos.