En tres años y medio, el Gobierno Toledista ha malbarateado la buena voluntad y esperanzas que la población puso en la restauración democrática. El estancamiento económico trae frustración y desaliento a la ciudadanía. En las próximas semanas, vitales decisiones deberán tomarse sobre el Presupuesto Público para el 2005, el último en su totalidad correspondiente al periodo Toledista. Los recursos públicos no pueden seguir siendo manejados como hasta ahora. Se necesita un manejo presupuestal racional y transparente, para que los ingresos y gastos del Estado se manejen de acuerdo a las autenticas necesidades del país.
Un tema clave por el lado de ingresos, es la indolencia del Gobierno para encarar la reforma tributaria. El MEF ya anunció que de aquí al 2007 la presión tributaria se mantendrá estancada en apenas 13.4 % del PBI, porcentaje muy por debajo del 18 - 20% que internacionalmente se considera lo mínimo para garantizar el funcionamiento de un Estado. El discutido ITF -establecido con la promesa expresa del Gobierno de que sería dedicado exclusivamente a la emergencia educativa, la salud y la infraestructura social- se ha convertido en un engaño más, pues lo recaudado se ha diluido en mil y un rubros de gastos.
El régimen Toledista no esta interesado ni en la lucha contra la informalidad ni en eliminar inaceptables privilegios y exoneraciones para los grandes lobbies económicos. Prefiere no crearse problemas y mantener al Estado desfinanciado. La paradoja es, que el Gobierno Toledista -que rehusa emprender una reforma tributaria en serio- es el primero en reclamar más recursos. La demanda adicional para el presupuesto del 2005 rebasa los S/. 6,000 millones de soles y el grueso de esa demanda proviene, nada menos, que de los mismos ministros del gobierno, que no tienen el coraje para imponer medidas que incrementen la recaudación.
Si por el lado de los ingresos fiscales, el panorama no es bueno, por el lado de los gastos la situación no es mejor. El desorden y la poca transparencia presupuestal son fomentados por un Gobierno con fobia a la rendición de cuentas. Las diversas demandas -legítimas o no- se confunden en un vale todo por conseguir recursos. Sectores vitales como el agro, la emergencia educativa, el Sistema Integral de Salud o el Programa de compensación a víctimas de la violencia política, languidecen por falta de fondos, mientras la burocracia dorada y las mafias en la administración pública prosperan.
Es hora de ordenar y sincerar a fondo el presupuesto público. Urge incrementar ingresos fiscales. Es necesaria una autentica reforma tributaria. Deben introducirse impuestos a las sobreganancias petroleras y auríferas y levantarse exoneraciones a las ganancias de capital y bursátiles, para que efectivamente sean los que más ganan los que más paguen. El Gobierno no puede seguir saboteando y posponiendo con pretextos la promulgación del reglamento de las Regalías Mineras, que proporcionara recursos a regiones y municipios.
Es inaceptable que no exista una planificación y priorizacion realista y transparente del gasto, así como una reforma del Estado para tener un gasto eficiente. Debe establecerse claramente que son los sectores sociales -salud, educación y alimentación, infraestructura básica- y los sectores productivos relegados -agro y pequeñas y microempresas- los que estarán primeros en la asignación de recursos. Urge reformar el sistema de gasto público, estableciendo la evaluación integral de la gestión de organismos y programas estatales, por metas financieras y metas físicas. El Presupuesto 2005 no puede seguir la misma senda que los anteriores. El país no puede seguir esperando. El momento para las reformas es ahora, pues quizás mañana sea demasiado tarde.