Tras el exitoso Paro Nacional del 14 de julio se abren nuevos horizontes:
Juntos golpeamos al corazón y a las fuerzas del neoliberalismo salvaje
La Confederación Campesina del Perú, las comunidades campesinas, hombres y mujeres comuneras y comuneras y los pequeños productores que constituimos cerca del 84% del total de productores agrarios que existen en el país, junto con la gran mayoría del pueblo peruano, protagonizamos una nueva y hermosa lección de lucha democrática y de movilización, durante el Paro Nacional, Cívico, Popular y Campesino del pasado miércoles 14 de julio.
Cientos de miles de hombres y mujeres del campo y la cuidad, después de más de una década y media, avanzando en la superación de la disgregación y desarticulación, pero sobre todo buscando vencer la movilización fragmentada, hemos realizado acciones en los diferentes parajes de la montaña andina peruana, respondiendo como una sola fuerza y con miles de voces, de variados colores y matices a la convocatoria realizada por la CGTP, CCP y los Frentes Regionales.
Guardando las naturales distancias y las diferencias de contexto y de actores, el Paro Nacional del 14 de julio, tiene algunas similitudes con el Paro nacional del 19 julio de 1977; no sólo por las consecuencias políticas y sociales que cada uno trajo en su momento, sino porque son portadores de nuevas oportunidades que pueden ser aprovechadas por el movimiento social, sin desconocer los riesgos que casi siempre entrañan también estos procesos.
Hace 27 años el movimiento social con una fuerza organizada sin precedentes y con organizaciones políticas sobre todo de izquierda que desplegaban una voluntad de gobierno y poder, derrotó a la dictadura de Morales Bermúdez y dio curso al régimen de democracia representativa; el Paro del 14 de julio, abre una nueva fase, en la cual se generan nuevas condiciones para salir del entrampamiento en la que estuvo sumida la transición democrática, en los últimos años.
Es decir, se amplían las condiciones para profundizar las tendencias cambio y abrir la transición económica, que se negó tercamente a realizar el gobierno de Toledo, traicionando desde que asumió el gobierno en julio del 2001, el mandato de la Marcha de los 4 Suyos. Por ello, ambas luchas, cada una con su propio perfil, contexto y destino, pasarán a los anales de la historia de lucha popular y social de nuestra patria.
El gobierno y sus campañas no pudieron ocultar el éxito del Paro Nacional
El gobierno no se contentó solo con inútiles campañas psicosociales, desatadas luego de anunciarse el paro, para presentar al movimiento social como una extensión del terrorismo o del senderismo, con la finalidad de impedir el paro. Sabiendo que la medida de lucha apuntaba al corazón del modelo neoliberal, juntos con las fuerzas de la derecha neoliberal y sus voceros mediáticos, redoblaron esfuerzos con el propósito de desmerecer o ningunear la contundencia del exitoso paro nacional.
Incluso, huérfanos de argumentos políticos serios, tuvieron que recurrir a las consabidas respuestas de burócratas que sólo repiten trilladas lecciones que el pueblo viene escuchando cada vez que hace sentir su presencia con fuerza y organización. Al igual que en la dictadura de Morales Bermúdez, del segundo gobierno de Belaunde, de Alan García y luego, durante la dictadura Fujimontecinista, volvieron a cacarear que “el paro es un fracaso”, consabido estribillo, que ni ellos mismos se lo creen.
Ninguna de esas maniobras han podido desmentir lo que ha protagonizado y visto la inmensa mayoría del pueblo peruano que se ha expresado en una Lima casi desértica, con transporte restringido; con masivas movilizaciones de lucha y resistencia en los conos de Lima Metropolitana; pero sobre todo, no podrán ocultar que en las regiones del interior del país, que son predominantemente rurales y campesinas, en cada villorrio, en cada comunidad, en cada distrito y provincia, se han movilizado paralizando el transporte.
El Paro Nacional, se desarrolló a lo largo y ancho del país, pero fue la región sur andina, la zona territorial que se constituyó en el bastión principal del Paro Nacional; región en las que precisamente en los últimos años se libraron grandes batallas como la lucha en Arequipa contra Egasa y Egesur, se realizaron paros agrarios regionales y locales donde destaca la lucha de FDCP-Puno, Espinar, La Convención; como también fue un escenario convulsionado en los últimos meses, como la lucha del pueblo y comunidades campesinas de Ilave.
Aunque con menor intensidad, la región central del país, también estuvo a la altura de la situación, sobre todo en Junín (Huancayo y Chupaca), Huánuco y Huancavelica; al igual que en la región de la selva, donde hay que relevar la lucha del pueblo de Loreto (Maynas y Yurimaguas), Pucallpa y otros. En otras regiones como Lima y el Norte, el paro fue acatado crecientemente, sobre todo en los conos, y en las ciudades y provincias aledañas a la capital como Huacho, Huaral, Barranca, Cañete, Yauyos, entre otras.
Sin embargo, no podemos dejar de mencionar, que una buena parte de asalariados ubicados en el sector laboral productivo -que constituyen el 15% de la PEA– no han participado en el Paro nacional; aunque sí se paró, en algunas fábricas industriales, en importantes puertos como en el Callao y Matarani; en sectores Petroleros (Talara e Iquitos), y los despedidos se movilizaron en varias ciudades del país.
Esta situación se explica en lo fundamental, porque las leyes laborales del neoliberalismo han desarticulado este sector y que de mano con la prepotencia patronal, estaban amenazados de despido inmediato si acataban el paro nacional. En cambio, la gran mayoría de los que se generan su propio empleo, como micro empresarios, trabajadores de los mercados o pequeños negocios y campesinos, así como los desempleados que deambulan en todas las ciudades del Perú, no titubearon en incorporarse a la lucha.
El paro nacional profundiza la crisis del gobierno
El Paro nacional del 14 de julio, fue un golpe directo al mentón y al plexo del gobierno, aunque todavía no lo ha noqueado; sin embargo, si ha profundizado su precariedad e inestabilidad política y social. El Paro cívico expresa a todas luces el rechazo a un presidente y a un gobierno, que no solo ha traicionado la voluntad de cambio de la Marcha de los 4 Suyos, sino que está envuelto en una serie de corruptelas.
El paro nacional también es la respuesta a un gobierno, cuyo aislamiento y precariedad, está siendo resuelto mediante el expediente de entregar la política económica al manejo directo de los neoliberales y trasnacionales (para eso volvió Kuczynski) y de firmar apuradamente un TLC que se somete a los intereses de expansión geopolítica y comercial del gobierno de EEUU; y que al mismo tiempo, se parapeta en amenazas de declarar el Estado de Emergencia, cuando el pueblo desarrolla sus luchas.
Desde esa perspectiva, consideramos, que el salto de calidad del Paro Nacional, es haber logrado que una buena parte de la opinión pública, que en las encuestas plantea de que se vaya Toledo (84%, según Datum), pase de la acción pasiva a la acción activa y a las calles. Obviamente que todavía no hemos logrado que todos se involucren en este tipo de acciones, pero esas son las tareas que tenemos por delante, que no desmerecen el salto que se ha dado.
En realidad, el movimiento desplegado el 14 de julio, no solo ha luchado por una nueva política económica, por una nueva Constitución y contra la corrupción; si no que ha identificado con suma claridad el hecho de que Toledo encarna y significa la traba principal que hay que desechar, si queremos alcanzar nuestras demandas de la plataforma del Paro Nacional.
En resumen, consideramos que la acción de las masas ha marcado el principio del fin del gobierno de Toledo. En la nueva fase que se ha abierto con el paro nacional, ya no se puede evadir la lucha para que se vaya Toledo. Por ello, ya no basta un cambio de gabinete ni tampoco proponernos negociar con régimen (Parlamento, Acuerdo Nacional) que a todas luces está deslegitimado. Por lo tanto, se abren las condiciones para acumular fuerzas para conquistar un nuevo gobierno, que en nuestro criterio, debe ser un Gobierno con poder, que peruanice el Perú y descentralice el país.
Se configura una nueva correlación de fuerzas
El exitoso paro nacional del 14 de julio, de hecho tiene una importancia táctica y estratégica para el movimiento social y para quienes bregamos por profundizar las tendencias de cambio en el país; porque esta jornada victoriosa significa un punto de quiebre de la situación de entrampamiento en la que se encontraba desde hace buen tiempo la transición democrática.
Es indudable que el factor principal que ha generado este quiebre y el inicio de una nueva fase, es del desarrollo de un vigoroso movimiento social, de desarrollo desigual (tanto en plano político y organizativo) en el que existen movimientos preñados de una explosividad social; aunque su característica principal es que su representación política es aún embrionaria, lo que limita su proceso de acumulación de fuerzas.
Sin embargo, a pesar de todas las dificultades señaladas, las organizaciones sociales y gremiales han sido capaces de convocar una lucha y acción unitaria de alcance nacional, que implica el primer paso en serio para superar la movilización fragmentada que venía caracterizado al movimiento social; dotándose al mismo tiempo de una plataforma, que unifica y centraliza, aspectos comunes de contenido político y económico, que superar demandas sectoriales, regionales o locales.
El movimiento social en esta nueva fase se caracteriza porque está construyendo un nuevo tejido social y popular, y que ha logrado poner en agenda no sólo el cambio de modelo económico sino de régimen político, lo que implica una nueva Constitución; aspectos que ya no pueden evadirse, pero no se lograrán de negociaciones con un gobierno y un parlamento desgastados, sino que requieren de nuevas y grandes movilizaciones.
En ese sentido, prevemos que este movimiento social seguirá desarrollándose, pero lo hará con diferente ritmo hasta que se creen nuevas condiciones para que se exprese nacionalmente; y que difícilmente será desplazado por las agendas electorales de los partidos. Todo ello, requiere seguir impulsando su centralización y su conducción política para superar la disgregación que aún persiste de manera importante en su seno.
Otra característica del movimiento social, es que a pesar de sus dificultadas, con el paro nacional se ha dado curso a una nueva dirección nacional social y gremial, en la que la CGTP ha consolidado su rol convocante y coordinador de las luchas sectoriales y del interior del país, y en menor medida a otras organizaciones gremiales como CUT, CCP y CNA. Esto le abre condiciones las condiciones para ser interlocutor y canalizador de las luchas sociales en la actual fase de la transición democrática.
Un aspectos que hay que destacar es que en esta recuperación del movimiento social, la organización gremial está varios pasos por delante de la recuperación de la representación política de quienes se ubican en la izquierda, que en las décadas pasadas, además de tener una gran influencia en las organizaciones gremiales, tenían sus propios espacios políticos (sea como partido o como frente-IU), que incidían en los escenarios de la lucha política del país. Esto plantea la necesidad de acelerar los procesos de construcción política partidaria ligada al movimiento social y la lucha política de quienes aspiramos representarlos.
Se abre no solo lucha contra el gobierno, sino una disputa entre las fuerzas del cambio y el APRA
El paro nacional del 14 de julio, ha sido un paro político, no sólo por el contenido de su plataforma, sino por la participación y compromiso con esta lucha de las organizaciones de izquierda y por la adhesión del APRA. Aún cuando, la desconfianza y rivalidad del APRA y la Izquierda tienen raíces históricas y estas seguirán presentes en curso de la lucha política, en los hechos, coincidieron en la voluntad de protestar, aunque actuaron en bloques diferenciados, con evaluaciones distintas de las causas que generan la crisis y con objetivos también diferentes.
Es importante caracterizar la participación del APRA, pues si bien está ubicada como la primera fuerza de oposición, también es cierto, que requiere como parte de su estrategia hacia el 2006, resolver su estancamiento como alternativa electoral (18 y 20 % en las preferencias); así como su precario asentamiento territorial y social. Emplazado por las bases de su partido en su congreso nacional, a su dirección política no le quedó otra que aprobar su participación en el Paro Nacional.
Pero por representar a una fuerza de centro derecha neoliberal, el APRA, siempre desempolvando y haciendo uso de su escopeta de dos cañones, se vio en la obligación de distanciarse y expresar sus discrepancias con la propuesta de cambio del modelo económico, y sobre la necesidad de contar con una nueva Constitución distinta al engendro constitucional que aprobó el Fujimorismo en 1993, como planteó la plataforma del Paro Nacional.
Recordemos que el APRA en el Congreso de Republica, ha llevado una política de pacto sutil y silencioso con el Gobierno de Toledo y ahora con Unidad Nacional, como lo expresa la nueva Mesa Directiva del Congreso. Ahora frente al Paro Nacional, volvió a plantear, que su objetivo político era sólo el cambio de gabinete; y por eso mismo, el miércoles 14 de julio, de manera exasperada, pidió la renuncia del Premier Ferrero.
Fiel a su política de doble cañón, el APRA marcha objetivamente a un co-gobierno con Unidad Nacional y el régimen actual, y lo hará también en medio pugnas y puyazos, entre tiras y aflojes; y por ello no tuvo problemas en apoyar a Antero Flores de Unidad Nacional a la presidencia del Congreso, que constituye un soporte del neoliberalismo salvaje.
Por ello, todo indica que en adelante, como históricamente ha sucedido, habrá una abierta disputa por el liderazgo del movimiento social, entre las fuerzas que aspiramos al cambio consecuente y el APRA, que buscará el apoyo de sectores del movimiento social para negociar su opción de gobierno e impunidad, con los poderes neoliberales y militares, en su lógica actual de representar a la centro derecha neoliberal.
De otro lado, es necesario también señalar que en este contexto, si bien las fuerzas políticas de la derecha neoliberal y de los poderes fácticos no han pasado a un cuadro de derrota y de defensiva estratégica, es evidente que han perdido espacio para la defensa del modelo y del régimen en curso. En la mayoría de los casos, sus expresiones políticas partidarias –como Unidad Nacional- , sociales y otros instrumentos que poseen están en deterioro en su relación con los movimientos sociales.