Este domingo 11 de abril se cumplen 57 años desde que el discípulo del Amauta José Carlos Mariátegui y prominente dirigente agrario iqueño, Juan Hipólito Pévez, fundara allá por 1947, la gloriosa Confederación Campesina del Perú, CCP; hoy uno de los gremios más representativos del campesinado comunero peruano y de los pequeños productores.
Y valga esta oportunidad para, no solamente rendirle homenaje a nuestro fundador y a todos aquellos dirigentes campesinos que han entregado su vida y han contribuido a construir la historia del movimiento campesino, sino para destacar el actual rol de la CCP, frente a los nuevos retos que nos plantea una globalización excluyente, enarbolando las orientaciones de que otra agricultura e integración son posibles, porque también otro mundo es posible. Recuperar la memoria histórica de nuestros pueblos es de vital importancia para ubicarnos adecuadamente frente a los nuevos desafíos.
57 AÑOS DE LUCHA POR LA TIERRA, LA PRODUCCIÓN Y LA DEMOCRACIA
Desde su fundación, la CCP siempre estuvo ligada a los más importantes acontecimientos de la historia agraria y campesina del país. La representatividad que ha ganado la fue construyendo en su lucha por la reforma agraria desde la década de los 60 y la continuó en la década de los 70 y 80, reivindicando el derecho de las comunidades campesinas a recuperar las tierras que le habían sido arrebatadas.
Ahí están las tomas de tierras en Junín, Andahuaylas, Cusco, Ancash, Piura y Puno, por mencionar algunas; la lucha luego por la producción y mejores precios para los productos agropecuarios, las huelgas campesinas que remecieron los andes a fines de los ochentas. Todo ello, resistiendo en la década de los 90s para no caer presos en la marea neoliberal, pero sobre todo, superando la disgregación y desarticulación de esa misma aciaga década para el país y el movimiento social; entre el fin del siglo XX y el tránsito hacia nuevo milenio, nos lazamos nuevamente a la lucha por la conquista de los espacios políticos y democráticos durante las diversas dictaduras, tal como lo demuestra nuestra participación en la Marcha de los Cuatro Suyos, que contribuyó a tumbar la dictadura fujimontecinista.
2004: LOS NUEVOS RETOS Y DESAFÍOS DEL MOVIMIENTO AGRARIO Y CAMPESINO
Este 57 aniversario nos encuentra embarcados en nuevos y duros retos, y cuando la transición democrática está entrampada y en crisis. Pues, la situación del agro y el campesinado peruano atraviesa por una de las peores crisis, como producto de las políticas neoliberales que se aplican desde 1990 y que hoy continúa el actual gobierno de Alejandro Toledo, que no modifica los ejes medulares de las políticas emanadas del llamado “Consenso de Washington”.
Por ello, uno de los retos que hoy tenemos es la necesidad de rescatar el carácter estratégico que tiene el agro para el desarrollo del país, algo que parecen no entender nuestros gobernantes. La sociedad peruana debe asumir que el tema agrario y campesino constituye uno de los temas centrales del debate nacional y no ser tomado en cuenta sólo cuando hay movilizaciones o paros agrarios, como ocurrió en mayo y setiembre del año pasado. Hay que recalcar que no es un tema marginal ni en los países desarrollados ni mucho menos en las negociaciones internacionales que se desarrollan con motivo del libre comercio.
EL AGRO EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL
Es bueno recordar que han sido los temas agrícolas una de las razones claves que explican el fracaso de la V Conferencia Ministerial de la OMC realizada en Cancún - México - en setiembre último; y un eje motor que impulsó la constitución del Grupo G-21, del que el Perú desertó luego. De alguna manera, el entrampamiento del ALCA se explica también por la incidencia de los temas agrícolas, vinculadas principalmente a los subsidios que reciben los agricultores de los países desarrollados; en tanto que nuestras agriculturas son condenadas a sobrevivir sin ningún tipo de apoyo del Estado. De la misma manera el agro deberá ser pieza fundamental en las negociaciones del TLC con EEUU, donde a tenor de lo vivido, el gobierno volverá abandonar al agro.
Este abandono se expresa hoy en la pérdida de importancia del sector agropecuario en el PBI nacional, debido a la pérdida de valor de la producción por la caída sistemática de los precios; que se explica no sólo por la competencia desleal de la producción extranjera, sino principalmente por las políticas internas que se generan desde el ministerio de Economía y Finanzas y el ministerio de Agricultura, que no desarrollan políticas de sostenimiento de precios a través de propuestas macroeconómicas y sectoriales para el agro.
Un solo ejemplo - pero muy representativo - basta para graficar esta difícil situación: es el caso de la papa. Según las propias cifras del Minag, citadas por Agrodata de Cepes, señala que entre 1984 y 2002, la TM de papa a soles constantes de 1990 ha tenido una espectacular caída. Mientras que en 1984, el precio real por TM la papa valía 2,400 soles constantes; esta misma TM en el 2002 era de 400 soles constantes. Es decir, en 20 años la papa perdió seis veces su valor real.
Esta situación se agudiza aún más con el incremento vertiginoso de las importaciones de tigo en las últimas décadas –un promedio de 200 millones de dólares al año- cuyo arancel ha sido reducido por este gobierno, del 25 al 17 por ciento, con la agravante de que el pan y otros derivados no han bajado de precios, como se prometió. De este modo las molineras, en particular Alicorp de Dionisio Romero, incrementan sus ganancias, tal como lo trató en sus recordadas negociaciones con Montesinos en 1999.
Pisotear la papa como lo hace la política neoliberal es pisotear no sólo un alimento que constituye la base fundamental de la alimentación del pueblo peruano, sino y sobre todo, el carácter cultural de este cultivo, que forma parte de nuestra historia andina y que sirve hoy para la alimentación de gran parte de la humanidad.
LA “CARTA VERDE”: LA MISMA MECIDA
El agro nacional no puede seguir soportando esta dura y dramática situación, y por ello, salidas como las planteadas por la llamada “Carta Verde” –que la CCP no firmó- no han significado medidas concretas para sacar al agro de la crisis actual; ni mucho menos para atender a la pequeña producción que constituye el 84 por ciento de los productores nacionales.
En medio de las difusas generalidades de la llamada carta, que no plantean cambios en la política económica vigente y no toman en cuenta la agricultura de la sierra donde se encuentra cerca del 70% del total de productores que existen en el país; el Premier Carlos Ferrero, ni siquiera la menciona como parte de “hoja de ruta”, el MEF sigue disminuyendo con mano de hierro la inversión publica en especial en el agro; y PPK, anda pregonando que entre de 10 años el modelo impondrá ”arancel cero” a la producción importada. Mientras tanto, el voluntarioso y despistado ministro de agricultura, anda también disertando sobre las bondades del TLC del APTDEA y no dice una sola palabra sobre la inoperatividad de su carta verde.
NUESTRAS PROPUESTAS
Lo que el agro necesita es de nuevas políticas macroeconómicas y sectoriales que den curso al incremento sistemático de la inversión pública que el neoliberalismo impide, requiere con celeridad de financiamiento transformado Agrobanco en banca de fomento, precios justos con mecanismos de garantía, que el Estado compre fundamentalmente a la pequeña producción y no a intermediarios; así como se requiere que se dote de recursos suficientes a los gobiernos regionales y locales.
En realidad queremos que se potencie nuestras vocaciones y capacidades productivas, para que hombres y mujeres del campo, hagamos producir – como siempre lo hemos hecho - con bondad y mito a la pachamama, para aprovechar la frondosa biodiversidad que poseemos en los diversos y distintos parajes de la montaña andina, que van desde los valles costeros, pasan los valles interandinos y las praderas altiplánicas y que se conectan de manera natural a través de la selva alta con el llano amazónico. Todo ello, para que nosotros y nuestros hijos, no deambulemos por las ciudades arrastrando pobreza.
Pero el agro también necesita resolver el problema que hoy enfrenta con la gran minería, que además de destrozar el medio ambiente, pretende destruir la vocación agropecuaria del pueblo peruano y sobre todo de las comunidades campesinas. Por estas razones, para la CCP, la lucha que libra el pueblo de Tambogrande es un ejemplo emblemático que debe extenderse a todo el país. Ello plantea por tanto la necesidad de modificar el actual modelo de desarrollo que se aplica en el país.
Pero la reivindicación histórica del movimiento campesino es que se le reconozca como una fuente portadora de la nueva identidad nacional que se basa en la nuestro carácter multicultural enraizado en la montaña andina. Las nacionalidades quechuas, aymaras y amazónicas que son nuestras fuentes, hoy se han entrelazado para dar curso a un Perú de todas las sangres.
NUESTRA UNIDAD Y PLAN DE ACCION
Entender y rescatar pues el carácter estratégico del agro es esencial para impulsar el desarrollo de un país descentralizado, cuyas regiones son predominantemente rurales y agrícolas. Para ello, es necesario seguir fortaleciendo la unidad de las organizaciones agrarias y campesinas que hoy se expresan en el Comité Unitario Nacional de Gremios Agrarios, CUNGA; y hacer de las propuestas de su plataforma agraria, uno de nuestros principales instrumentos de lucha. Si en el 2003, tuvimos la capacidad política y orgánica de luchar por nuestros derechos y realizar dos Paros Nacionales; ahora en 2004, a la CCP y al Cunga, nos corresponde prepararnos para hacer realidad el Paro nacional indefinido que acordó la II Asamblea del Cunga.
Nuestro 57 aniversario nos encuentra hoy en ese esfuerzo y también en camino hacia nuestro X Congreso Nacional, que debe ratificar nuestra trayectoria de lucha y compromiso por hacer del agro y de las comunidades campesinas, los ejes centrales del desarrollo nacional, regional; y de ese Perú nuevo en un mundo nuevo, que soñó Mariátegui.
Washington Mendoza Aguirre
Wilder Sánchez Chávez
Pablo Quispe Huaman
Secretarios Generales Colegiados