Desde la tercera hasta la última década del siglo XX y en los primeros años del tercer milenio (1930-2003), los países desarrollados, en especial los EEUU y la Unión Europea (UE) y Japón, han venido otorgando de manera sistemática grandes subsidios a sus agriculturas.
Estas políticas, primero en ayuda interna y luego a sus exportaciones, la han realizado bajo la orientación estratégica de que la agricultura es un pilar para su desarrollo económico que amortigüe la brecha entre el campo y la ciudad, así como para garantizar la seguridad alimentaria de sus países y lograr el bienestar de sus productores. Por estas razones, la agricultura se mantuvo desde 1947 y 1994, fuera de los acuerdos y alcances del llamado libre comercio.
Merced a estos grandes subsidios, a fines de la década del 70, los EEUU y la UE se transforman en países exportadores netos de alimentos, en particular, cereales, lácteos, cárnicos y de tecnología. Esta situación les permitió tener el control definitivo del mercado mundial a través de sus transnacionales y usar la alimentación para su dominio político y sus planes de expansión geopolítica; y que forma parte luego del nuevo orden agrícola mundial, que se convirtió en soporte para expansión neoliberal de la década de los 90.
LA OMC Y LOS SUBSIDIOS AGRICOLAS
En los llamados acuerdos de la Ronda de Uruguay, que luego dieron nacimiento a la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países ricos, en especial EEUU y la UE, sólo se comprometieron a reducir, pero jamás eliminar los subsidios internos a su agricultura y exportaciones agrícolas.
Para los subsidios internos, durante el periodo 1995-2001, el compromiso de reducción fue de apenas el 20%, que significa una tasa de reducción anual de apenas 2.8%. Respecto a los subsidios a las exportaciones, se comprometieron a reducirlos en el mismo periodo en 36%, que significa un promedio anual de 5.1%.
Sin embargo, en los años de 1995 a 1997, los países ricos no sólo no han cumplido con sus compromisos de reducción sino que más bien los han incrementado. Con estas políticas, los EEUU y la UE no hacían sino poner en evidencia que los intereses de sus países están por encima de los compromisos que adoptaron en la OMC en 1995. En efecto, estos subsidios en 1986-1987 fueron de 302 mil 366 millones de dólares y aumentaron al año 2002 a 318 mil 300 millones de dólares.
CARACTERISTICAS DE LOS SUBSIDIOS EN LOS PAISES DESARROLLADOS
Los países desarrollados otorgan los subsidios a través de diversas modalidades, que es importante remarcar. Tomando como ejemplo el promedio anual del trienio 2000/2002, se destinaron 315 mil 033 millones de dólares, los mismos que fueron distribuidos de la siguiente manera:
234 mil 700 millones de dólares se destinaron como subsidios directos al productor, lo que constituye un 74.5% del total. De esta cantidad de subsidios directos al productor, estos se orientaron a los siguientes rubros:
146 mil 900 millones de dólares para subsidios a sostenimientos de precios.
21 mil 100 millones, fueron para subsidios por uso de insumos
14 mil 100 millones, se destinaron para subsidios por volumen de producción.
En esta lógica es que se inscribe la decisión del Congreso y gobierno norteamericano que en mayo del 2002, otorgó en subsidios directos al productor, la suma de casi 189 mil millones de dólares para el periodo 2002/2007 (unos 36 mil millones anuales), lo que constituye un adelanto de lo que anualmente otorga EEUU a su agricultura. Es de anotar que según información oficial, el total de subsidios que anualmente entrega EEUU a su agricultura alcanza un promedio de 55 y 60 mil millones de dólares.
Hay que mencionar también que los países desarrollados cuentan con mecanismo suficientemente legales como para evadir sus compromisos de reducción, a través de las llamadas “Cajas ámbar, verde y azul”. A través de estos mecanismos, logran que los subsidios se mantengan por encima de la base referencial de 1986/87 o sencillamente los aumentan.
A MANERA DE CONCLUSION
Mientras que en la OMC se permite con la legalidad del caso que los países ricos mantengan sus subsidios a sus respectivas agriculturas y se burlen de sus compromisos de reducción, a los países en vías de desarrollo, a través de las políticas de ajuste estructural que implementa el FMI y el BM, se nos obliga a una política de fronteras abiertas frente a la importación de alimentos subsidiados. Se nos impone también la política de no otorgar ayuda interna ni subsidios a nuestra agricultura, con el argumento de no incrementar el déficit fiscal, ya que la primera opción es cumplir con el pago de la deuda externa.
Hay que remarcar que parte de estos objetivos de los países ricos se han logrado merced a la existencia de gobiernos obsecuentes que se han instalado en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, en el último lustro, en el cual se expresa el agotamiento del modelo neoliberal, será también el periodo donde se está gestando un nuevo sentido común y una corriente alternativa, donde los movimientos campesinos y agrarios juegan un rol destacado, en especial en los países del área andina.
La decisión de los países desarrollados de mantener los subsidios a cualquier precios, así como las graves dificultades por la que atraviesa el modelo neoliberal, es lo que explica la crisis actual de la OMC, que se hizo patente desde 1999 en Seatle y que ahora se ha expresado con nitidez en Cancún, con el fracaso de la Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizó en setiembre del presente año.