Acto 1: El presidente boticario y sus recetas caninas: Seguramente animado por todas las reacciones que provocó su artículo “El síndrome del perro del hortelano”, el presidente Alan García acaba de publicar “Recetas para acabar con el perro del hortelano”. Como bien lo ha remarcado el destacado sociólogo Sinesio López, nunca las segundas partes son buenas.
En realidad las famosas recetas del presidente aprendiz de boticario no son sino la continuidad y la profundización de las recetas neoliberales que desde 1990 aplican en el país los adoradores del Consenso de Washington. Insisto en que sus recetas, al igual que su diagnóstico, se pueden resumir en pocas palabras: todo para las transnacionales y la inversión extranjera, sin trabas ni control alguno.
García dice que con esas recetas, acabará con los perros del hortelano que impiden que el país crezca. García pretende que olvidemos que desde hace más de 15 años, tres gobiernos consecutivos, le han dado a la inversión privada extranjera todos los privilegios posibles, que le han permitido ganar miles de millones de dólares en ganancias; y que las estadísticas hablan de un gran crecimiento económico, mientras millones de peruanos, amanecen a diario envueltos en la miseria, en la extrema pobreza. Sus recetas son más de lo mismo.
Acto 2: Los golpistas se la llevan fácil. La justicia, por así llamarla, acaba de sancionar a los ministros que con Fujimori, plantearon, ejecutaron y avalaron el autogolpe del 5 de abril de 1992. Las penas: cuatro años de prisión suspendida para la mayoría (es decir, nada, pues siguen paseándose libres por las calles), y 10 años para un general, que puedo apostar tampoco la cumplirá pues apelará y la justicia, por así llamarla, al final le dará “otra prisión suspendida”.
Las reacciones han sido variadas. Mientras los fujimoristas no solo se quejan sino que siguen justificando el autogolpe fujimontesinista que permitió todo la corrupción que el país y el mundo conoce, hay quienes piensan que las sanciones sentarán un precedente; y quienes sostienen con justificadas razones, que las penas debieron ser mayores y efectivas.
Paradojas de la justicia. Mientras los cómplices ya recibieron sus “castigos”, el promotor y principal beneficiario del autogolpe, sigue en su cárcel dorada, sin responder por este delito, pues no se le puede juzgar por este caso, hasta que no se le pida permiso a la justicia chilena. Y no sería raro, si eso sucede, que cuando se le juzgue también la pena sea benigna.
Acto 3: Premier se queja porque quieren censurar a sus ministros. Teniendo como público a los que han aplaudido a rabiar a Alan por su perro del hortelano, Jorge del Castillo, se ha quejado en la inauguración de CADE en Trujillo de “aquellos políticos que aprovechan la menor coyuntura para tratar de desestabilizar el régimen al promover la censura de sus ministros”.
“Aprovechan la menor coyuntura”. Así, que para don Coquito del Castillo, las denuncias por serios indicios de corrupción en la compra de patrulleros, la incapacidad del ministro del Interior frente a las mafias del narcotráfico; las trapacerías que se escondían en las frustradas compras de ambulancias para el sector salud, o la incompetencia del ministro para responder sobre las muertes por la vacuna para la fiebre amarilla, son temas de “menor coyuntura”.
¿Quiénes desestabilizan?. Los políticos que quieren ejercer su derecho a censurar a ministros incapaces, o quienes nombran a estos ministros incapaces e indolentes, que no huelen la corrupción que pasa frente a sus narices?. Una forma de dar estabilidad al régimen, es cambiando a este gabinete que hace tiempo está muerto, empezando por Del Castillo, y que Alan García lo mantiene con respiración artificial.
Acto 4: El empresario exitoso, culto y los “malnacidos”. José Chlimper, por si lo hayan olvidado, es un empresario que no solo aplaudió al hoy presidiario dorado Kenya Fujimori, sino que fue su último ministro de Agricultura. Después que el japonés cayó en desgracia, no dudó aplaudir a Toledo y su TLC; y hoy, no solo hace grandes negocios en la agroindustria y aplaude a García, sino que es director del Banco Central de Reserva.
Este señor, exasperado porque sus negocios se han visto afectados por la huelga de los trabajadores portuarios del Callao –cuando los empresarios pierden, pierde el Perú; cuando ganan, la ganancia es solo de ellos – salió ha a amenazar con tomar el puerto chalaco, revólver en mano, para imponer la ley, a unos cuantos “malnacidos”, que se atreven a hacer huelgas.
Nadie de la cultísima CONFIEP ha salido a deslindar con el “biennacido” Chlimper; la gran prensa tampoco se ha hecho ascos ante esta afrenta a la dignidad de los trabajadores, con fuerte connotación racista además de violentita. Preguntado el dirigente portuario del Callao, Wilmer Esteves, cuál era su respuesta al empresario, este le contestó: no vamos a caer en la provocación ni al mismo nivel de Chlimpler. Esteves, el obrero estibador, le dio así una contundente clase de vida al exitoso, cultísimo y biennacido fujimorista, toledista y hoy alanista José Chlimpler. ¿Algo aprenderá?.