Chile: ¿La lección que Venezuela aprendió?

2007-04-06 00:00:00

Durante el exilio tuve la suerte de participar del proceso de cambio que protagonizó el pueblo chileno hasta el golpe de Pinochet.
Sintetizo mi experiencia:

“La mejor defensa es el ataque”

Vi confirmarse dolorosamente este dicho ajedrecístico en forma negativa en el caso de Chile.
Como en todo proceso de cambio los dueños del capital comenzaron a atacarlo, el gobierno en lugar de rechazar esos ataques avanzando a impulso del pueblo contra los saboteadores, los trataba con mano blanda pretendiendo conciliar. Los atacantes se envalentonaban y reforzaban el asedio, mientras que el bajo pueblo que apoyaba el proceso se sentía frustrado y se desanimaba. Así, las condiciones para el golpe estuvieron preparadas y éste triunfó.

Panorama general

La maduración de las luchas del pueblo chileno y de su conciencia lo llevaron a desengañarse del gobierno Demócrata Cristiano y a elegir al candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende, a pesar de toda la campaña de calumnias desatada contra él por los poseedores del capital.

El gobierno avanzó con calma sin tomar medidas revolucionarias espectaculares, intentó ejecutar la ley de reforma agraria del anterior gobierno, rebajó notablemente los precios de los artículos de primera necesidad, garantizó el derecho de huelga.

Por su parte la población pobre avanzaba: Los obreros tomaban en sus manos los establecimientos industriales en los que se cometían acciones dolosas como el sabotaje a la producción y otras. Ante la organización de bandas paramilitares de la derecha y la pasividad de la policía, los obreros iniciaron la preparación de la autodefensa.

Organizados por rama de producción (textiles, metalúrgicos, de calzado, etc) como en cualquier país, iniciaron otra agrupación más ágil para el combate, los “Cordones Industriales”, organización sobre base geográfica por zonas industriales, establecieron la hermandad de los obreros de todas las ramas para la autodefensa y para el combate a través de movilizaciones que incluían bloqueos y tomas de fábrica. La organización de la autodefensa también la hicieron las poblaciones marginales y los campesinos, quienes ocupaban las tierras exigiendo el aceleramiento del proceso de reforma agraria.

A la rebaja de los precios de los productos, los comerciantes respondieron iniciando el acaparamiento, provocando escasez, lo que estimulaba que para conseguir los productos la gente se viera obligada a comprarlos a un precio elevado en el mercado negro. A esto el pueblo respondió denunciando a los acaparadores y exponiendo públicamente a los delincuentes.

La gran prensa, en manos del gran capital, como de costumbre desató una campaña de calumnias, la derecha desplegaba agresivas demostraciones públicas.
La policía no reprimía los desmanes de la derecha.

El imperio norteamericano que era el principal impulsor del golpe ya había mostrado su decisión criminal antes de la toma de posesión de Allende, mandando asesinar al comandante de las fuerzas armadas Schneider por haberse negado a realizar el golpe; como siempre, este crimen quedó impune.

El gobierno no actuaba contra los saboteadores desenmascarados y denunciados por el pueblo. Al contrario, frenaba el avance popular argumentando que contaba con el apoyo de los “militares constitucionalistas” a quienes inquietaban las acciones del pueblo. Uno de esos “militares constitucionalistas” fue Pinochet. (Continuará)