Nuevo congreso norteamericano postergaría su aprobación
Cuando el 28 de junio último la mayoría de congresistas que estaban de salida, aprobaron al caballazo el TLC, el principal argumento era el que si no lo hacíamos, perdíamos el tren de la historia, y que debía firmarse antes del 28 de julio porque sino se perderían más de un millón de empleos.
Alan García ordenó a sus congresistas que apoyaran la aprobación, uniéndose así al toledismo, a Unidad Nacional y al fujimorismo; y pasó a ser el más entusiasta seguidor y heredero del infeliz “sí o sí” de Alejandro Toledo. Por ello, viajó también a Estados Unidos para pedirle a Bush que aprobara el TLC antes de las elecciones legislativas norteamericanas, pues ya se preveía la derrota de los republicanos.
Lo cierto es que ganaron los demócratas, muchos de los cuales tienen serias observaciones al tratado, sobre todo en el campo laboral, y todo indica que han tomado la decisión de postergar su aprobación. El nuevo panorama político ha cambiado sustancialmente y por lo tanto, se han abierto las condiciones no solo para renegociar el TLC sino incluso, como plantea la CCP, demandar su nulidad.
Sin embargo, Alan García y el hombre encargado de presionar en Estados Unidos para que se apruebe el tratado, Hernando de Soto, han salido a decir que al TLC “no se le toca ni un pelo”; y han decidido enviar a varios ministros para intentar convencer a los demócratas que deben aprobar tal como está el tratado. De Soto sostiene incluso, que las observaciones de los demócratas, deben agregarse como un anexo.
El argumento es que si se renegocia el capítulo laboral, se abrirían también las posibilidades de se plantee renegociar el capítulo agrícola y de propiedad intelectual, que son los más controvertidos, y en los que el gobierno de Toledo aceptó todas las condiciones del gobierno norteamericano.
La prórroga del ATPDEA
Uno de los planteamientos de quienes nos opusimos a la manera en que se negoció el TLC era el que gobierno de Estados Unidos debería prorrogar las preferencias arancelarias del ATPDEA, mientras se renegociaba el tratado. Por su puesto, que ni Toledo ni después García, y mucho menos los empresarios neoliberales, aceptaron tal posibilidad, pues ellos buscaban firmar a toda costa el TLC.
Ahora, la realidad les golpea su soberbia y ya han empezado a plantear también esta posibilidad, que les permita sobre todo a los exportadores de confecciones y textiles, seguirse acogiendo al arancel cero para ingresar al mercado estadounidense.
La nueva situación en la que se encuentra el TLC demuestra una vez más que lo que se empieza mal acaba, y que todos los argumentos que llevaron a su aprobación a espaldas de la mayoría del pueblo peruano, no eran sino producto de una actitud sumisa y servil a la política y a la estrategia de dominación que busca imponer a toda costa el guerrerista George W. Bush. La realidad termina pues por desenmascarar una vez más el rostro de la abyección y del sometimiento de Toledo y García.
Por ello, es necesario, hoy más que nunca retomar la lucha para exigir la nulidad del TLC; y en lo inmediato que se retire todo el capítulo agrícola, de propiedad intelectual y laboral. Asimismo, retomar con fuerza nuestra principal bandera de defensa de la soberanía alimentaria y del agro y del mercado nacional; y reafirmarnos en una política de integración real de los pueblos.