La integración de los pueblos latinoamericanos surge como una necesidad impostergable en el actual contexto de globalización; y se requiere que estos procesos sean integrales y que no solo privilegie el comercio, o que se utilicen para seguir aplicando en modelo neoliberal. Por ello, en la II Escuela Nacional, fue uno de los temas centrales, y contó valiosas exposiciones que contribuyeron a comprender mejor estos procesos y a conocer experiencias que se han en otras partes del mundo.
La Unión Europea es producto de un proceso de muchos años, que ha logrado importantes avances, pero que aún no concluye pues, como todo proceso de integración real, afronta complejidades y dificultades. Aída Rodríguez, responsable del Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo, ISCOD, quien presentó la experiencia, sostuvo la integración de Europa fue una respuesta a la situación dramática en quedaron estos países luego de la segunda guerra mundial.
Sus antecedentes datan de 1951, pero se empieza a concretar con el Tratado de Maastricht firmado en 1972 en la ciudad holandesa del mismo nombre. Fue impulsado por Francia y Alemania y fue conformado inicialmente por 15 los países; ahora son 25 y se espera que sean 30. Aída Rodríguez explica que esta unión fue la apuesta de Europa por un gran pacto de sociedad, de crecimiento económico con desarrollo social, de redistribución de la riqueza y mejorar la productividad.
Pese a sus dificultades, ha permitido el crecimiento económico de los países que la integran, una reconversión industrial, homologar sistemas de relaciones laborales y de sistemas de educación pública, y otros servicios públicos; y cuenta con sistema fiscal que contribuye a los servicios sociales. La experiencia de la Unión Europea, ha buscado integrar también a las personas y no solo la economía y el comercio.
Otro expositor que abordó la integración desde los ejes políticos, económicos y sociales de la Comunidad Sudamericana de Naciones, CSN, fue el economista de CEDAL, Luis Sirumbal, quien sostuvo que esta asociación de países busca ganar el valor agregado de la concertación, la cooperación y la integración; y si bien tiene motivaciones económicas, solo podrá caminar con compromisos políticos..
Se trata que los países pobres crean en la integración, y que les signifique mejores niveles de bienestar social, políticas de tratamiento especial y diferenciado; y debe basarse en la convergencia de los procesos que ya están en curso como son la CAN y MERCOSUR. El proceso de la CSN debe basarse en la cooperación y el desarrollo, y tener como ejes una cooperación política, integración comercial y complementación productiva, integración energética, infraestructura y competitividad, remarcó Sirumbal.
En los últimos años, los procesos de integración han incorporado a un nuevo actor central, como son los movimientos sociales, que buscan responder con nuevas alternativas frente a las que pretende imponer el neoliberalismo. Raúl Wiener, fue el encargado de analizar este aspecto, que además incorpora a nuevos gobiernos que están en desacuerdo con las políticas neoliberales.
Las nuevas propuestas de integración afrontan varios desafíos como impulsar una integración entre los propios países del Sur, en la soberanía sobre sus recursos naturales –sobre todo gas y petróleo como factores estratégicos-, con políticas de seguridad alimentaria, y sobre todo, ejercicio de la democracia desde los más pobres. Sin duda, la integración de los pueblos no solo sigue un reto sino un tema cuyo debate debe seguirse profundizando.