Sin que haya merecido un debate serio y profundo, el gobierno ha hecho aprobar en el Congreso la ley que crea uno de sus programas más publicitados, Sierra Exportadora; y este tema no podía pasar desapercibido en la II Escuela Campesina, en donde sí mereció el análisis que los legisladores apristas y sus aliados no le dieron en el Congreso.
El economista y especialista en temas agrarios de Conveagro, Guillermo Rebossio, fue el encargado de hacer una presentación de Sierra Exportadora, ubicándola en el contexto de la problemática que atraviesa la agricultura peruana y en particular de la sierra. Una primera idea es que este programa se da en un contexto de gran crecimiento de las agroexportaciones no tradicional, aunque sigan siendo un pequeño segmento del agro nacional.
Esta propuesta del gobierno es un proyecto social productivo para atacar la pobreza desde sus raíces, y considera que la agricultura de la sierra está bloqueada por el minifundio, la falta de agua, los malos caminos, la ausencia de crédito público y privado y de tecnología. Se propone como metas “Incorporar 150,000 hectáreas de la sierra del Perú a la exportación, con más de 20 productos (entre ellos: papa, páprika, pimiento piquillo, cebolla, alcachofa) y con cadenas productivas que generarán 300,000 puestos de trabajo directos e indirectos y un nivel esperado de alrededor de 1,000 millones de dólares en exportaciones”.
Sin embargo, esta propuesta afronta una serie de debilidades que la harían inviable. Rebossio sostiene que si no se solucionan los problemas estructurales que afectan la producción agraria de la sierra, será imposible la incorporación masiva de sus productores a la dinámica exportadora. Además, no solo basta exportar productos sino garantizar que los beneficios se distribuyan equitativamente en la cadena agroexportadora.
La agroexportación exige importantes inversiones, alto nivel tecnológico, productos homogéneos y buenas prácticas agrícolas. Estas condiciones difícilmente se cumplen con un modelo agroexportador que prioriza la producción costeña que está en manos de las empresas, mientras que los productores campesinos son relegados solo a proporcionar sus tierras y mano de obra barata; y promueve una competitividad basada justamente en la sobre explotación de trabajadores y de recursos naturales.
Incluso, sostiene Rebossio, en condiciones óptimas, la sierra se encontrará siempre en desventaja frente a la costa para acceder a mercados externos. Por lo tanto, Sierra Exportadora es un programa que tiene serias deficiencias en su concepción, metas y diseño. Aunque podría lograr algunos éxitos localizados, resulta improbable que represente una respuesta real a las necesidades del agro. Frente a esta propuesta, la CCP se reafirma en su propuesta que la sierra debe ser la base para una estrategia de soberanía alimentaria, para lo cual requiere de políticas que ataquen la raíz de sus problemas estructurales.