El espárrago se ha convertido en uno de los cultivos estrellas del llamado boom agroexportador, con el que supuestamente se desarrollará el agro nacional y los productores saldrán de la pobreza. La demanda del mercado internacional sobre todo de España, ha impulsado el crecimiento del cultivo que pasó de 3 mil hectáreas en 1985 a casi 20 mil en el presente año.
Las tierras de la costa peruana presentan una serie ventajas que han permitido su desarrollo sobre todo en los valles del norte del país como La Libertad, al sur en Ica y en los valles de Lima. La calidad de las tierras, el clima y el acceso a tecnología, a lo que se suma la mano de obra barata lo convierten en una cultivo altamente rentable, pues alcanza altos rendimientos de hasta 20 mil kilos por hectárea.
Sin embargo, su cultivo no está al alcance de los pequeños productores, por una serie de factores que han sido resumidos por el doctor Custodio Arias, un estudioso del espárrago, quien participó en la II Escuela Nacional Campesina. Un primer problema es su alto costo de instalación que fluctúa entre 1,800 y 3,000 dólares; requiere de 3 años después de su siembra para empezar la cosecha, y además genera dependencia de las empresas agroexportadoras que son las que proporcionan crédito, semillas y tecnología, explica el doctor Arias.
Además, su expansión en los últimos 20 años se ha dado a costa de un proceso de concentración de tierras por compra y venta, arrendamientos de tierras en el que los propietarios terminan convertidos en peones, y por la presencia de capital extranjero que son los propietarios de los grandes complejos agroindustriales. A ello hay que agregar que en zonas como Ica, se han producido problemas ambientales por la irracional perforación de pozos que pueden acabar con las aguas subterráneas en los próximos 20 años. A ello hay que agregar que los trabajadores rurales carecen de una serie de derechos fundamentales.