Según ha reiterado varias veces el ex presidente Toledo, la pelota del TLC está puesta frente al arco y al gobierno de Alan García sólo le resta patearla para ganar el partido. Está tan a la mano esta posibilidad que él mismo se ofrece a ayudar para que no falle el tiro.
El nuevo presidente, sin embargo, no parece confiar mucho en las cualidades de pelotero callejero del de Cabana, que según cuentan le valieron para ser embarcado por el Cuerpo de Paz hacia los College de los Estados Unidos.
García ha escogido para el remate del TLC a su candidato favorito a Primer Ministro y miembro de su plancha presidencial, el economista De Soto, al que le ha encargado una operación propia de alquimista: traerle
de Norteamérica un TLC de los pobres.
Althaus, al que le aterran estas cosas de pobres y de pueblo en boca de García, no tardó en llamar a Hernando De Soto a su programa para preguntarle si se trataba de un nuevo tratado que sería renegociado por él. Y el gordito de la barba, muy atento como siempre, le aclaró que no
iba a cambiar un pelo del que ya existía.
Y que lo que el presidente había querido decir es que los pobres también se harán exportadores, a través de la Sierra Exportadora y de las PYMES exportadoras y todo el mundo contento.
O sea que de los pobres quiere decir igual que el de los ricos, que se supone es el que engendró Toledo, con la ayuda, entre otros, de la actual ministra aprista de Comercio Exterior, Mercedes Áraoz, integrante del grupo negociador de Pablo de la Flor.
No hay duda que el TLC es la materia en la que García ha logrado batir todos sus récordes de contradicciones. No sólo por lo que dijo en campaña: “de ninguna manera se aprobará el TLC bajo el actual Congreso (el Congreso de Toledo) y si el presidente saliente lo firma, yo mismo
retiraré su firma”; “aprobaremos el TLC por un período de prueba”, “no permitiremos un TLC que afecte a los pequeños agricultores y campesinos”, “revisaremos el TLC, línea por línea, palabra por palabra”,
etc.
Y por los eternos silencios que guardó cuando fue emplazado sobre el tema durante el debate de candidatos presidenciales. Va más allá de eso.
Por una parte da la idea que García no quiere meter un gol que parezca de Toledo y por eso hay momentos en que definitivamente arrastra los pies. Por otra parte es evidente que tiene presiones dentro del partido sobre esta decisión. Finalmente, y lo más importante, porque se da cuenta que se está metiendo en una camisa de fuerza, que es lo que más eluden tipos inestables como él.
La carta De Soto es uno de esos recursos típicos que aparentan ser grandes decisiones, cuando lo que buscan es sobrevivir en la confusión. El hombre que le dijo “hijo de puta” a Vargas Llosa puede ser muy persuasivo en inglés. Pero la pregunta que los parlamentarios gringos sin duda le van a hacer es ¿cuán persuadido está su propio presidente de este negocio?
Toledo, entretanto, sigue esperando que le llamen. No importa si el APRA se la ha agarrado con la Karp y con algunos de sus ex ministros. El está dispuesto a terminar el partido. Y tanto es su empeño que no se puede evitar la tentación de preguntar si lo del Toledo, Ferrero o De la Flor es realmente convicción pro-imperialista, o si hay algo más que se hará efectivo cuando se convierta el gol con el que nos ganarán otra vez el partido a la mayoría de los peruanos.