Alan García, versión 2006 - 2011:
Alan García y el Apra se postularon, durante la pasada campaña electoral, como el “cambio responsable”, y aprovechando toda la campaña de terror que desplegaron los poderosos medios de comunicación contra su contrincante, Ollanta Humala, llegaron de nuevo al Palacio. Y antes de asumir formalmente el gobierno, empezaron a brindar las primeras muestras del tipo de cambio que representaban; y el primer mensaje presidencial del hombre de la hiperinflación, no hizo sino confirmar hacia donde apuntaría su nueva gestión y para quien gobernaría en su nueva versión 2006.
García, para poder llegar al gobierno, tuvo que cambiar de orientación de forma interesada su discurso entre la primera y segunda vuelta, pues era la única forma de alzarse con los votos de la derecha, temerosa de perder todos los privilegios que les dio Fujimori y mantuvo intactos Alejandro Toledo. Sin ruborizarse, en la segunda vuelta Alan García decidió convertirse en el “candidato de los ricos” olvidándose de todas las críticas que lanzó en la primera vuelta contra la candidata de la derecha Lourdes Flores.
Una vez asegurada la presidencia, García en su primer discurso ha venido a confirmar la alianza con la derecha neoliberal y el fujimorismo corrupto que empezó a tejer durante la campaña de la segunda vuelta electoral. Luego de haber apoyado con su bancada la firma del TLC y “olvidarse” de la Constitución del 79, el mensaje del 28 de julio sirvió para hacer anuncios efectistas y para asegurar el continuismo neoliberal y tranquilizar así a la derecha económica y política, y a las grandes empresas transnacionales que se llevan nuestros recursos naturales (Ver página central).
Hay que recordarle a García que los temas de fondo que estuvieron en el debate electoral fueron el cambio del modelo neoliberal, la reforma tributaria, los privilegios de las transnacionales mineras y otras, una Asamblea Constituyente, el TLC y la corrupción. Si bien, la cuestión de la austeridad sobre todo en los dorados sueldos de los funcionarios del Estado y los congresistas, era una medida demandada por la población, esa no era una cuestión de fondo. El ahorro que pretende García no va a proveer de los recursos que necesita el país para invertir en el agro nacional y sobre todo en la sierra empobrecida, para convertirla en sólido bastión que garantice la soberanía alimentaria; ni tampoco para mejorar las paupérrimas condiciones de salud y educación de la mayoría de la población peruana.
Los recursos que el país requiere tienen que salir de una profunda reforma tributaria, lo que pasa por revisar los privilegios de las empresas transnacionales; y esto pasa por una redistribución de la riqueza y por un presupuesto descentralizado que asigne los fondos que requieren las regiones y los gobiernos locales. No se puede impulsar políticas de desarrollo agrario y de la sierra empobrecida, sobre la base de unos ahorritos de los altos sueldos, o estirando la mano para rogarle a las poderosas y multimillonarias empresas transnacionales mineras que arrojen un “óbolo voluntario”, como lo pretende hacer García. Como alguien ya lo ha dicho, la soberanía no es una cuestión de súplica, pero García opta por esta última.
En fin, el mensaje de García no tocó las cuestiones de fondo y optó por los fuegos artificiales y no se descarta la puesta en marcha de algún psicosocial para mantener entretenida a la población. Estos “silencios” que guardó frente a los grandes temas nacionales, han sido la mejor garantía para la derecha y el fujimorismo neoliberal, y para los nuevos apóstoles transnacionales, de que el “cambio responsable”, es en realidad un irresponsable “que algo cambie para que todo siga igual”.
Sin embargo, es probable que más temprano que tarde, García compruebe que con este actuar gubernamental de frustrar los cambios, solo logrará confrontarse con más de la mitad del país, sobre todo esa población que sufre las consecuencias del modelo neoliberal que el Apra pretende continuar y que solo genera mayor pobreza y exclusión. García, más temprano que tarde, deberá enfrentar el juicio político y las consecuencias de mantener una política económica que solo enriquece a unos pocos poderosos, mientras más de la mitad del país apenas sobrevive. Más temprano que tarde, García tendrá también que enfrentar las demandas de un movimiento campesino que saldrá a las calles a defender la pequeña agricultura familiar y campesina, que será la más golpeada por el TLC que irresponsablemente apoyó para llegar al poder.
En fin, García, más temprano que tarde tendrá que afrontar las consecuencias de dar la espalda a las exigencias mayoritarias de un pueblo que demanda un cambio de verdad; y por coludirse con la derecha neoliberal corrupta y cómplice, que mantiene sus privilegios apañando a las grandes empresas transnacionales que saquean los recursos naturales y la riqueza del país. Por todas estas razones, es válido preguntarse: la versión de Alan García 2006-2011, es un gobierno del Apra o de la derecha neoliberal?.