Me cuentan por el correo electrónico amigos y amigas que han visto en CNN júbilo en las calles de Miami ante la noticia de la enfermedad de Fidel. En Cuba no hay júbilo, preocupación sí, pero también confianza y tranquilidad. Los de Miami son víctima de su propaganda. Han construido en su imaginario un país y una revolución que dependen sólo de la existencia de un hombre. Quizás esta enfermedad de Fidel, que esperamos sea transitoria, constituya la ocasión para desmentir en los hechos esa construcción miamense, ampliada y reforzada mediáticamente.
La proclama leída anoche en la televisión cubana, firmada por Fidel a las seis y treinta de la tarde de este propio día contiene una parte importante de la respuesta a la pregunta ¿Qué pasará en Cuba cuando Fidel no esté?. Ante la imposibilidad temporal del jefe de Estado de ejercer sus funciones se procede según lo establecido en la constitución de la República; el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz asume el máximo cargo estatal y pasa a ser además el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. De acuerdo con los Estatutos del Partido, pasa a desempeñarse como Primer Secretario del Comité Central. No hay improvisación, ni sorpresas. En Cuba la revolución construyó un orden institucional que está basado en un ideal de sociedad compartido ampliamente y sustentado en realizaciones concretas que han hecho realidad muchos derechos para todos los cubanos y todas las cubanas.
No es una sociedad perfecta, no es que todos estemos satisfechos con lo que tenemos, pero hay un consenso muy sólido de que la existencia del poder revolucionario es la única garantía de perfectibilidad de este orden social y a la vez no hay muchos dispuestos a regresar al orden social prerrevolucionario. La hegemonía construida por y en la revolución es sólida y es un factor decisivo para la continuidad del proyecto histórico iniciado el 26 de julio de 1953.
Cuba no estallará, como creen en Miami y proclaman muchos medios al servicio de la hegemonía imperialista, ante la ausencia temporal o definitiva de Fidel. Esto no significa que tal ausencia no tenga importancia. Todo lo contrario, Fidel es el líder histórico de un proceso profundo de cambios sociales y los liderazgos no se transfieren como los cargos. Muchos retos se abren ante tal ausencia, muchas cosas tendrán que funcionar de otro modo, mayor dirección colectiva, mejor funcionamiento de los mecanismos de participación popular, entre otras acciones que llenen el vacío del liderazgo histórico, pero la revolución puede continuar sin Fidel físicamente presente.
Hay instituciones legitimadas, confianza en muchos compañeros de la dirección revolucionaria, en especial en Raúl y un proyecto compartido ampliamente. Hay además un pueblo altamente instruido y fogueado en más de 50 años de lucha revolucionaria que ha acumulado una sólida cultura política. No son oídos ingenuos los que recibirán los cantos de sirenas llegados desde el norte, sino capacidad crítica y decisión de mejorar cada día la sociedad que tenemos, sin arrepentirnos de la historia vivida, por dura que haya sido.
Por otra parte ¿Qué pueden ofertar los del Norte? ¿el ridículo Plan Busch que ofrece vacunas y escuelas en un país con mayor cobertura de salud pública y educación que los propios Estados Unidos? Un plan que acaba con la soberanía nacional y pone fuera de las manos de los cubanos y cubanas su destino. Un plan que desde ya tiene designado un funcionario del Departamento de Estado que actuaría como un procónsul imperial decidiendo la “transición”; que propone reducir los gastos en investigación científica para llevarlos a “niveles mas adecuados”, es decir niveles tercermundistas, cancelando así la evolución de la economía cubana, tradicionalmente exportadora de productos básicos, hacia una economía basada en el conocimiento a partir de la exportación de servicios y productos de alto valor agregado, fruto de la profunda revolución educacional y científica que se ha desarrollado desde la década de los sesenta. Que propone las recetas neoliberales para “sanear” la economía, cancelando los amplios programas sociales y la protección a los enfermos, minusválidos, ancianos y a toda la población en una u otra medida. No creo que esas propuestas sean aceptables para las cubanas y los cubanos.
Le queda a la administración norteamericana el recurso de la fuerza. No sería nada sensato ante el empantanamiento en Irak y Afganistán, ante la baja popularidad de Bush, ante tantos problemas que se le han acumulado, pero la sensatez no es una virtud del grupo en el poder en Estados Unidos. Hay que estar alertas. Ese recurso sólo uniría más al pueblo cubano junto a la revolución, provocaría, eso sí, miles de cubanos muertos y un retroceso de decenios para Cuba y para muchos proyectos que benefician a la humanidad y también un precio en vidas de jóvenes norteamericanos que difícilmente pueda sostener esta administración.
Cuba cuenta con su determinación de luchar y con una preparación esmerada para la defensa. Contará también con una ola solidaria en todo el mundo.
Cuba amaneció hoy preocupada y alerta pero serena.
Seguimos creyendo que pase lo que pase ¡ Cuba Va!