La madrugada del 28 de junio del 2006, pasará a la historia como la fecha en que se consumó otra de las más grandes traiciones a la soberanía nacional, al pueblo peruano y, sobre todo, a los millones de pequeños productores agropecuarios y campesinos.
La traición que había empezado a urdir Alejandro Toledo cuando empezó hace dos años las negociaciones de un TLC subordinado a los intereses del imperio norteamericano; que luego tuvo la anuencia del presidente electo Alan García del Apra, fue ratificada por un grupo de ineptos, ilegítimos y sumisos congresistas.
Estos 79 congresistas, obedeciendo la consigna de Palacio de Gobierno, de la cúpula de Unidad Nacional, del fujimorismo y del Apra, no tuvieron ningún empacho y mucho menos vergüenza cívica, para aprobar al caballazo, en unas pocas horas, y aprovechando las primeras horas de la madrugada –cuando el país dormía- un TLC a todas luces lesivo a los intereses de la patria.
Poco les importó que la gran mayoría del país demandara un debate serio y profundo por la naturaleza del tema que se iba a aprobar; tampoco que muchos de ellos ni siquiera se habían tomado el trabajo de estudiar el voluminoso contenido del tratado; y mucho menos, que su aprobación transgrediera la propia Constitución Política. Por eso, muchos de estos serviles legisladores, tampoco tuvieron la vergüenza de limitarse a leer un papel que sabe Dios, quien se los había escrito, para expresar su apoyo a la ratificación del TLC.
Así, los 79 congresistas en su mayoría toledistas, apristas, derechistas y fujimoristas, de rodillas, cumplieron con someterse al gran amo imperialista, con hipotecar gran parte del destino del país a la primera potencia mundial; a cambio de un plato de lentejas y de otros favores que seguramente luego irán a reclamar.
Si estos “otorongos” han creído que aprobando el TLC entre gallos y medianoche, iban a evitar que el movimiento popular y campesino, expresara su protesta y su denuncia se equivocaron. Porque ese movimiento, salió a las calles al día siguiente a denunciar la traición del Congreso, de Toledo y de García. A pesar de que fue convocada con mucha premura, la protesta congregó a miles de peruanos y peruanas, aquellos que no se someten al imperio y que no renuncian jamás a la defender la dignidad, la soberanía y la patria, valores que por cierto la derecha, el Apra y el fujimorismo hace tiempo borraron de su conciencia.
Esta traición está muy lejos de doblegar la voluntad de lucha del pueblo peruano y del campesinado, tal como lo demostró el campo, el 4 de julio, durante el paro nacional agrario. La CCP y el movimiento agrario y campesino no arriarán jamás la banderas de la defensa del agro nacional, y persistirá en su lucha y denunciando el carácter vendepatria y nefasto de este TLC, desde todos los espacios posibles, en los últimos rincones de nuestras comunidades campesinas.
La lucha no ha terminado; nos aprestamos a empezar una nueva etapa en la defensa de nuestra pequeña agricultura y nuestras comunidades campesinas. Y por ello, también convocamos a todas las organizaciones agrarias y campesinas a no desmayar en nuestra decisión de seguir luchando contra este TLC, fruto del entreguismo y sometimiento ramplón de Toledo y García.
La historia estará de lado de los campesinos y trabajadores, de esos que jamás se someten a los designios del imperio; esa misma historia se encargará también de pedir cuentas a toda esa gavilla cómplice en la firma del TLC. Por ello, con la autoridad y el orgullo de jamás haber claudicado en casi 60 años de lucha gremial y política, remarcamos: frente a la traición de Toledo y García, la CCP y el movimiento campesino se apresta a responder con más lucha, con más fuerza y con más organización para derrotar al TLC.