2006-06-26 00:00:00

Todo se hizo mal desde el comienzo. El Perú nunca debió retirarse del grupo de Cancún. Nunca debió aceptar negociar fuera de la CAN y de un acuerdo con el MERCOSUR. Nunca debió ir sólo con Colombia y Ecuador. Nunca debió traicionar a esos dos países y cerrar por su cuenta el acuerdo. Nunca debió Toledo firmar el TLC después de la primera vuelta. Pero ya está hecho y al APRA no le queda sino votar por el TLC (Mulder).

El APRA apoya la concesión del puerto del Callao y a los sindicatos que se oponen a la concesión (Negreiros)

Esperamos que los soldados estadounidenses que se han instalado en Lambayeque se limiten a labores humanitarias y de salud para la población (Velásquez Quesquén)

No confundan democracia con debilidad (Toledo)

El escenario postelectoral tiene las siguientes características:

1. El Perú ha quedado reducido a Lima. Encuestas sólo en Lima. Aplausos a Toledo en Lima. Apoyan al TLC, también en Lima. Alan García entre Lima y el extranjero. Hasta Humala anclado en la capital, sin contacto con sus inmensas bases provincianas. El microclima conservador y acobardado que se creó en la gran ciudad con el soporte de los medios de comunicación ha cubierto el resto del país. Las provincias y los pobres del Perú han vuelto a ser invisibles.

2. Toledo ganó las elecciones. Por eso está convencido que este es el momento para hacer todo lo que no pudo en cinco años de gobierno: TLC, privatizaciones, ingreso de soldados yanquis al país, etc. Por lo mismo él es quién invita a García para que lo felicite, lo que el electo no pudo evadir sin quedar como otro Humala que se sale de las normas. Toledo hace mitin en Lima por el día de la música andina. Discursea a diario. Y sobretodo ríe a sus anchas. Ya le advirtió a García que no tiene autoridad moral para juzgar al gobierno que acaba. La impunidad está establecida.

3. García está buscando la tercera vía y no la encuentra. En materia de relaciones internacionales ha escogido a Lula y a Bachelet como sus eventuales socios de un bloque intermedio entre Chávez y Bush. Pero no entiende que Lula no está en el centro de nada, sino que oscila entre los grandes contendores, lo que ha desperfilado el potencial liderazgo brasilero. Bachelet está mucho más próxima al bloque EEUU que al sector progresista. Y García viene de una campaña anti-Chávez que lo ha metido dentro de círculo de Washington, del que los dos gorditos no lo van a ayudar a escapar.

4. En materia nacional es lo mismo. Si García resiste al TLC es Humala, repiten diariamente los diarios. Si no se allana a las privatizaciones, es Humala. Si crítica los soldados yanquis en suelo peruano, es Humala. Y cómo García nunca será Humala, tampoco puede ser García y cada vez más se parece a Toledo. Mulder traduce la incomodidad aprista, en el monólogo trascrito más arriba, que bien podría figurar en una película cómica mexicana de los 50 y 60. Negreiros está a favor y en contra de la privatización de puertos. Y Velásquez, quizás el menos ingenuo entre los apristas, apuesta a un militarismo humanitario.

5. Humala, por último está a punto de decidir desde hace veinte días si va por el camino de negociar con los parlamentarios que él admitió en su lista, para mantener una cuota de poder en el Estado, concediendo a sus presiones para que no se vayan, o si elige ponerse al frente de una oposición de masas. Más o menos como escoger entre 45 congresista y 6 millones 300 mil electores. Son decisiones que tienen que ver con alianzas sociales y epicentros territoriales, más que con acuerdos de cúpulas políticas.

La pregunta que queda flotando es si estas son apariencias o realidades. El Perú suele vivir estas transiciones bajo el símbolo de la ambigüedad. Pero ahí ya se están viendo algunas de las tendencias que dominarán los próximos meses y tal vez años.