2006-06-08 00:00:00

Pese a que le quedan menos de dos meses de vida por delante, el Gobierno de Toledo sigue emperrechinado con su idea de sacar la aprobación del TLC como sea, atropellando criterios y normas, sin consideraciones de prudencia o ética. Poco importa que García y Humala, los dos candidatos que llegaron a la segunda ronda representando a grupos políticos que serán los dos tercios del nuevo Congreso, hayan expresado públicamente su rechazo a una aprobación atolondrada del Tratado. Poco importa que lo acordado implique forzar modificaciones a la Constitución, las cuales –reglamentariamente- no pueden verse en una sola legislatura, sino en dos, y exija 80 votos para evitar un referéndum. Para Toledo y sus Peruposibilistas, el TLC se aprueba ahora y punto.

Esta actitud del poder ejecutivo no sorprende, porque a lo largo de todo el proceso de negociación del Tratado su comportamiento ha sido igual de equivoco y arbitrario, comportándose de forma sumisa y concesiva frente a Washington, despreocupándose de la defensa de los intereses nacionales, e imponiendo el secretismo y la exclusión en la difusión y explicación de lo que realmente fue acordado en la rondas de negociación. Así, el oficialismo ha rechazado las propuestas dirigidas a hacer inclusivo y democrático el proceso de aprobación del TLC, incluyendo el sabotaje a la iniciativa ciudadana –que hemos presentado al Congreso con 100 mil firmas de respaldo- que proponía que el Tratado se aprobará mediante referéndum, pues la bancada de Perú Posible y la derecha maniobraron para declarar improcedente esta iniciativa legislativa, sin ofrecer ninguna justificación jurídica o constitucional. Pero además, recién el martes pasado, el Gobierno se ha dignando entregar al actual Congreso –que supuestamente debe discutir y aprobar el TLC- el texto final y oficial del Acuerdo, dejándole así, apenas mes y medio para estudiar y analizar un tema tan trascendental.

¿Por qué esa prisa? ¿Por qué esa desesperación del Gobierno por aprobar el TLC sin mayor tramite?. Parte de la respuesta recae en la vanidad fútil del Régimen, obsesionado por un lado en “pasar a la historia” con la firma del Tratado y por otro lado, en demostrar a Washington lo buenos “aliados” que son. Pero a ello hay que agregar otra razón, decisiva: el Gobierno y los grupos de poder están desesperado por aprobar el TLC, “como sea” para congelar el régimen económico actual, haciendo muy difícil –sino imposible- que en el futuro puedan revisarse y renegociarse abusos e injusticias, que hoy los peruanos padecemos. La renegociación de los contratos de Camisea, el pago universal de Regalías, la revisión de los Contratos de Estabilidad, la Reforma Tributaria, etc., serán inviables con un TLC que cerrara las puertas a las reformas y a las demandas populares.

Por todo ello, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos no puede ser aprobado a la carrera por el Gobierno de Toledo y el actual Congreso, ambos carentes de legitimidad para asumir una decisión tan trascendente. El debate y la aprobación del Acuerdo tiene que ser llevado a cabo por el nuevo Gobierno y el nuevo Congreso, que cuenten al menos con algo de esa legitimidad y representatividad que el actual régimen perdió hace mucho tiempo.