2006-05-23 00:00:00

A pocas semanas de las elecciones, la ventaja de Alan García en las encuestas se consolida, haciendo vislumbrar que lograra su objetivo –pese al rechazo y desconfianza de la mayoría de la población- de ser nuevamente Presidente del Perú. “Mal menor”, “malo conocido”, el reaggeton, lo que sea, le funcionó. También se puede vislumbrar que el Tratado de Libre Comercio (TLC) del Gobierno –mal negociado, concesivo y sumiso- se concretará “si o si”; siendo discutido y debatido por el actual Congreso (de salida y carente de respaldo popular), y será firmado por un Toledo obsesionado con pasar a la historia con “su” TLC.

Que esto este pasando, que el TLC pueda firmarse de espaldas al país, sin debate nacional y sin consulta popular -vía Referéndum- es responsabilidad en no poca medida de políticos tradicionales como García, que en este tema han buscado ponerse de perfil -según les exigen las transnacionales mineras, las grandes empresas y bancos- esquivando tomar una posición clara de defensa de los intereses del Perú. Así, Alan García, ha ido pasando de una postura a otra respecto al TLC; según sus cálculos políticos y su conveniencia.

La metamorfosis de García es asombrosa: antes de la primera vuelta –ante la oposición popular al TLC- García públicamente demandaba a Toledo que no firmará el TLC y que dejase su debate y negociación al próximo Gobierno y Congreso: “si se atreve a firmar, sencillamente borraré su firma" afirmaba García muy seguro. Claro, ya en la segunda vuelta, García se olvida de sus afirmaciones, según va acercándose a la derecha que lo ha ungido como el “reemplazo” de Lourdes Flores. Así, ahora García declara que el TLC debería “firmarse a prueba”, como si fuera algo en lo que uno puede entrar hoy y salirse mañana sin problemas. Asimismo, García ahora afirma que el actual Congreso es quien debe debatir y aprobar el TLC, pero que debe hacerlo después de la segunda vuelta, es decir cuando ya no haya costo electoral para él y su partido. ¡Vaya oportunismo!

Pero además, las idas y venidas de García en el tema del TLC, sus juegos de manos para que el Tratado se firme -quedando bien con la derecha, pero sin asumir responsabilidades ante el pueblo- pese a los graves cuestionamientos que existen, expresa una carencia de visión sobre el desarrollo y el porvenir del país y lo endeble de sus compromisos y ofertas electorales, que supuestamente hace de buena fe. Esto, porque el TLC va a “congelar” el actual modelo económico, perpetuando el neoliberalismo de Fujimori y Toledo, que ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, haciendo muy difícil –por no decir imposible- que se lleven a cabo las reformas radicales que la enorme mayoría de ciudadanos reclaman.

Así, este TLC mal negociado, sí se firma -como García quiere- va a colisionar directamente con las promesas que el mismo García va repitiendo por calles y plazas. Promete un Ministerio de Cultura ¿Para qué, si el TLC eliminará las reservas que nos permiten fomentar y defender a nuestros artistas, artesanos, la producción de libros, cine, televisión, etc.?. García ofrece su proyecto “Sierra Exportadora” a los agricultores andinos ¿Hha reparado que justamente ellos van a ser los golpeados por la entrada masiva de importaciones de alimentos subsidiados que el TLC permitirá?.
Asegura que va a establecer el impuesto a la sobreganancia petrolera y revisara los contratos de estabilidad tributaria ¿Alguien le ha advertido a García que el TLC “blindara” esos contratos quitándole fuerza al Gobierno para revisarlos y renegociarlos?. Afirma que va a corregir los excesos de los “services” que abusan de la necesidad de los trabajadores ¿Acaso no sabe que con el TLC firmado, las grandes empresas podrán bloquear cualquier reforma de los “services” alegando que les cambian las reglas de juego?

El doble discurso de García ejemplifica el comportamiento de la clase política tradicional, que mucho promete pero nunca cumple: aseguran que van a realizar cambios y reformas radicales, pero maniobran y complotan para mantener el actual sistema económico y político, que encadena a millones de Peruanos y Peruanas a una vida de necesidades y privaciones, sin esperanzas. La metamorfosis de García deja en claro donde están las verdaderas lealtades de los políticos tradicionales, y es una advertencia al pueblo de que sólo podemos contar con nuestras propias fuerzas y que sólo con nuestro propio esfuerzo podremos imponer el debate nacional y el referéndum para el TLC que todos queremos y reclamamos.