En Arequipa el APRA ganó increíblemente las elecciones regionales y municipales del 2002. Era una respuesta evidente al derrumbe del gobierno que intentó a mediados de ese mismo año la privatización de las empresas eléctricas del sur a pesar de la oposición de la población. Este episodio terminó en derrota completa del toledismo y lo capitalizó el APRA por retiro de la postulación del alcalde Guillén, debilidad y dispersión de la izquierda y ninguna otra alternativa a la vista. Una vez en el gobierno del departamento y de la ciudad, los apristas se convirtieron en promotores de nuevas privatizaciones, engarzándose en el conocido galimatías de que no es privatización sino concesión, afectando los derechos de los arequipeños de la ciudad y del campo, al agua de la represa de Piñones en beneficio de la empresa estadounidense Cerro Verde, debilitando y corrompiendo la empresa de agua potable de la ciudad y desfinanciando las mismas generadoras eléctricas por las que luchó el pueblo. El balance es que el APRA salió tercero en la votación del 9 de abril, castigado por los votantes que le dieron menos de la mitad de las cifras del 2002, dejándolo plantado en el 15%, por debajo del porcentaje de la primera vuelta del 2001 (19%).
En Huancayo el APRA ganó el municipio provincial en el 2002 con 25% de los votos. En las presidenciales del 2006, sin embargo, recibió solamente el 14% del respaldo huanca. ¿Cómo se le volteó tanto la torta al partido de la estrella? Tal vez no sea sino por un motivo: el alcalde Pío Barrios, se empeñó contra viento y marea en imponer la entrega a gestión privada de la empresa de agua de Huancayo y cobrar de paso el bono que el BID ofrece a los municipios que asumen alguna de sus opciones de privatización. En Huancayo se ha hablado de venta, concesión, contrato de gerencia, tratando de decirle al público que se trataba de otra cosa, pero la gente se rebeló a tales propósitos y se ha mantenido firme en su rechazo a la privatización. Cuando Alan García visitó la ciudad se encontró con el problema y, como suele hacer, trato de salir amparándose en las palabras, pero en su propio mitin de partido se manifestó el descontento al intentar apoyar al alcalde.
En Cajamarca, el APRA ganó la región y municipio de la provincia capital, con cerca de 25% de los votos en cada caso. Hoy están debajo de 20% y el “sólido norte” ha perdido con ello su corazón serrano. ¿Adónde buscar a los responsables? Fácil: basta observar la actitud de los cajamarquinos del campo y la ciudad que se han sentido invadidos y avasallados por la empresa Yanacocha, que se está llevando el oro de la región, y la actitud de las autoridades apristas visiblemente coludidas con la trasnacional minera. Más aún, las idas y venidas cada semana de dirigentes apristas que ocupan gerencias y realizan consultorías para la empresa. En el pleito por la defensa del cerro Quillish y sus fuentes de agua, los cajamarquinos se han sentido en trincheras opuestas frente al gobierno regional y municipal. Algo por el estilo puede decirse de Tumbes, donde la presidenta de la región es del APRA, y que ha sido escenario de la primera privatización de la empresa municipal del agua potable, con el auspicio del gobierno a través de Proinversión y del BID. Este experimento fue inicialmente apoyado por el alcalde provincial, pero ahora ya está “arrepentido”, cuando comprueba que las promesas sobre tarifas justas, aumento de horas de servicio y ampliación de cobertura se caen de las manos. Pero la dirigencia del APRA regional no ha retrocedido en esta decisión. Y también los equipos de plan de gobierno del partido están insistiendo en que Tumbes es la vía.
Si la población nacional pudiera tener la información de lo que esto significa, seguramente le daría una clara respuesta con el voto como ha ocurrido el 9 de abril, donde el APRA también quedó tercero en este departamento del extremo norte del país. Hay lecciones de la elección que deberían ser desagregadas cuidadosamente para apreciar porque cosas hemos votado los peruanos.