2006-02-16 00:00:00

Esta semana debe zanjarse un grave caso de contaminación ambiental en el Perú, pues el Ministerio de Energía y Minas debe decidir sobre la abusiva solicitud de la empresa Doe Run para posponer hasta el 2011, si realmente cumpliera, la implementación del Plan de Adecuación Ambiental (PAMA) para la Refinería de La Oroya. Esta solicitud de Doe Run debería rechazarse, pues cuando los precios de los minerales y las ganancias son altísimas es inconcebible que se siga atentando contra la salud y la vida de decenas de miles de niños y adultos para enriquecer aún más a Doe Run, empresa que incumple compromisos, hace gala de picardía tributaria (transfiriendo a su matriz –el primer día de su gestión- US $121 millones), manipula con la “responsabilidad social”, mientras chantajea a los trabajadores exigiéndoles apoyar su demanda de postergación del PAMA bajo la amenaza de cerrar (¡Y el Ministerio se hace el que no sabe, no ve y no oye!)

La Oroya es la ciudad más contaminada del Perú. Estudios realizados por la Universidad de Saint Louis (Estados Unidos) encontraron en los pobladores niveles de plomo, arsénico, cadmio y otros elementos tóxicos, muy por encima de lo aceptado para los seres humanos. Un ejemplo: 98 % de los niños de hasta 12 años tienen entre 2 y 6 veces más plomo en la sangre de lo permitido. Y este no es sólo un problema de La Oroya, pues la contaminación afecta todo el Valle del Mantaro.

El comportamiento del Ministerio de Energía y Minas es escandaloso. En lugar de imponer el cumplimiento del PAMA, promulgó un Decreto que abrió las puertas a Doe Run para dar largas a sus compromisos ambientales. Y qué decir de Kuczynski, convertido en ayayero de la empresa. Pero igualmente lamentable es el comportamiento del gremio minero -la Sociedad Nacional de Minería- que resulta ambigua y pusilánime ante los problemas ambientales en La Oroya.
Las grandes mineras reclaman apoyo y se quejan por la “mala imagen” creada por conflictos tributarios y ambientales, afirmando desear una relación mas constructiva y abierta con la población. Sin duda, el Perú tiene mucho de que beneficiarse con una minería que se integre y colabore con la sociedad, y que opere donde sea ambientalmente posible. Pero para ello, es necesario que las mineras asuman honestamente temas críticos, como el pago de las regalías e impuestos que deben al país, la responsabilidad social con las comunidades, el cuidado ambiental, y la defensa de la salud y vida de los pobladores. Eso exige el coraje y la coherencia de denunciar a las manzanas podridas que contaminan y afectan la imagen y las relaciones de todo el sector minero. Sin embargo, hasta ahora el gremio minero no ha querido tomar posición clara sobre los graves problemas ambientales en La Oroya, prefiriendo cerrar filas y hacerse cómplices de Doe Run.

Siembra vientos y cosecharás tempestades. No son las ONGs, los sindicatos, las organizaciones sociales o la iglesia, quienes le crean mala fama a la minería. Son empresas como Doe Run quienes generan el rechazo y el resentimiento. El Perú necesita un sector minero fuerte y responsable, que contribuya efectivamente al desarrollo nacional y para ello la transparencia en temas medioambientales tiene que imperar. La absurda petición de Doe Run (campeona en contaminación en su Estado de Missouri en los EE.UU.) debe rechazarse y el PAMA de La Oroya debe cumplirse sin más retraso, porque la salud y la vida están primero que nada.