2005-11-17 00:00:00

De seguro aquel 8 de octubre de 1967, cuando la orden de asesinar al Che fue ejecutada, hubo felicitaciones y brindis entre los oficiales de la CIA y de las fuerzas represivas bolivianas y los altos mandos del imperio se sintieron vencedores. Sin embargo, no podían imaginar que el único vencedor ante la historia, ante la memoria mas profunda de los pueblos era el guerrillero cubano – argentino que en gesto ejemplar renunció a sus cargos gubernamentales y grados militares, que por mérito incuestionable desempeñaba en la revolución cubana, para sumarse a las luchas libertarias de los pueblos africanos y latinoamericanos.

Cada vez que una voz se alza para reclamar justicia, la imagen y el recuerdo del Che le acompañan. Vencedor absoluto ante la muerte el Che vive y vivirá mientras haya una injusticia que reparar, una batalla frente a la opresión que librar.

Este 8 de octubre de 2005, justamente en Guatemala, escenario de sus primeros sueños revolucionarios, las mujeres y los jóvenes campesinos reunidos en sus respectivas asambleas continentales, iniciaron el día evocando su ejemplo inspirador.

Su voz se escucho en otras voces nuevas:“Sientan como propia cualquier injusticia que se cometa contra cualquiera en cualquier parte de la tierra” “ … en los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de nuestro pueblo, la sensación de cumplir el mas sagrado de los deberes, luchar contra el imperialismo dondequiera que se encuentre. Eso reconforta y cura con creces cualquier desgarradura”.

El canto de todos y todas se alzó para decir “aprendimos a quererte desde la histórica altura donde el sol de tu bravura le puso cerco a la muerte” … Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia de tu querida presencia Comandante Che Guevara”, y hubo lágrimas que embellecían las miradas firmes de aquellos y aquellas que están prestas para continuar una lucha que ha sido y será larga pero que será “hasta la victoria siempre”.

La unión de la banderas de nuestros países y los versos de Martí en una Guantanamera, salpicada por la mención a Fidel y a la convicción de que venceremos, remató esta ceremonia que nos trajo la energía vital y eterna de quien se levanta vencedor, 38 años después, sobre la cobardía de quienes creían que podían matar a aquel herido en combate que les miraba desafiante y seguro. El Che luchador por la vida está y se queda, sin que la muerte pueda evitarlo.