A primera vista, el discurso parece simplemente repetitivo respecto al del año anterior. Incluso con las confusiones, contradicciones y falsedades que ya habíamos escuchado. Y tan repetido en el contenido, como en los énfasis, los gestos, las maniobras para poner en ambiente de popularidad al presidente, etc.
Pero con todo hay un universo de ideas toledistas que van quedando y afirmándose: (1) que gobierno es economía de los grandes negocios, que el éxito de la inversión transnacional, debemos celebrarlo como nuestro (el Perú si puede), y que la tarea de los gobiernos es mantener esta orientación, como Toledo hizo con Fujimori; (2) que –si fueran ciertas las cifras presidenciales-, se requiere nada menos que cuatro años y 25% de crecimiento para bajar dos puntos de pobreza; de esta manera la meta del milenio de reducir a la mitad el número de pobres podría conseguirse en 60 años, siempre y cuando la economía en ese lapso logre ser cuatro y medio veces más grande que la actual; ese es el nivel de chorreo matemático que propone el presidente; (3) Toledo no puede exhibir cifras de empleo, ingreso promedio, mejoras en salud, educación, etc., que reflejen bienestar en la población, y oculta las cifras de bienestar de las grandes empresas (utilidades, impuestos, inversiones, remesas, salarios de altos funcionarios, etc.); (4) Toledo no se ha atrevido a defender el TLC que era un pieza clave de su proyecto económico; (5) la anticorrupción va a languidecer y morir de a pocos, con sobresaltos periódicos como la ley del arresto domiciliario votada por descuido en el Congreso, derogada a presión de la prensa e inconstitucionalizada por el Tribunal Constitucional, como si se tratara del gran tema de la moralización, que no lo era bajo ningún punto de vista; (6) Toledo y la clase política en su conjunto, carecen de un propósito claro para abolir y reemplazar la Constitución fujimorista; todos están contentos en este marco legal y/o tienen un miedo mayor a que el debate abierto pueda mover el escenario político e institucional más allá de lo que consideran conveniente y manejable; (7) está en camino un acuerdo político entre Toledo y los principales partidos para bloquear la emergencia de nuevas opciones políticas en el país, so pretexto de “dispersión”, “peligro fujimorista”, “riesgo extremista”, etc., y que se evidencia en propuestas como la de reducir los candidatos, colocar vallas para la representación, cambiar las leyes electorales y de partidos a último momento, etc.
N de R: Estas conclusiones han sido tomadas de un extenso artículo del autor.
2005-08-06 00:00:00