El último mensaje presidencial por Fiestas Patrias, triunfalista y con medias verdades
Alejandro Toledo ha pronunciado su último mensaje por Fiestas Patrias, en medio de la indiferencia de la mayoría del pueblo peruano –que es el reflejo de su pobrísimo nivel de aprobación- y sobre todo de los millones de pequeños productores y campesinos, a los que las cifras estadísticas suenan tan lejanas e incomprensibles como las promesas incumplidas a lo largo de sus cuatro años de gobierno. Y consciente de su incapacidad de devolver el optimismo a los peruanos de a pie, no ha tenido más remedio que convertir el mensaje presidencial en un triunfalista recuento de logros cargado de inexactitudes, y excesivo autoelogio.
La reacción de la mayoría de los medios de prensa coincidió en sus apreciaciones y lo expresaron en sus principales titulares. “Puro número”, señaló en primera plana el diario “La República”, y agregó que Toledo se desbordó con cifras de crecimiento económico. “Mucho autobombo”, destacaba por su parte “Perú 21”, diario para el que el Mensaje de Toledo sonó a despedida. “El Comercio”, destacó que Toledo pidió al próximo gobierno continuar con su política económica –como si estuviera para dar consejos- en tanto que otros medios remarcaron que el mensaje fue “Puro verso”.
Lo cierto es que el largo mensaje presidencial, dedicó más de la mitad de su tiempo al recuento de lo que consideraba sus principales logros en materia económica; a jugar al papel de víctima –“soy el presidente más atacado de la historia”- y luego, en un tono arrogante, a lanzar retos al próximo gobierno. Y tal como sucedió en el discurso del año pasado, Toledo volvió a presentar las cifras macroeconómicas como el principal indicador del éxito de su gobierno. “Vengo a decirles que el chorreo económico es ya una realidad”, dijo el presidente, para luego soltar un verdadero chorro pero de estadísticas que escogió a su gusto y deseo, presentando lo que considera la parte más presentable de la casa, y ocultando todo el desorden social y la pobreza que su gobierno ha contribuido a profundizar como lo muestra la propia realidad, a despecho de sus estadísticas.
Del “chorreo económico” al “Chorreo de cifras”
Toledo trató de convencernos a los peruanos de que el famoso “chorreo económico”, que es supuestamente el único beneficio que debemos esperar de su modelo económico neoliberal, era ya una realidad. Dicho de otra manera, según Toledo ahora los peruanos ya tenemos más plata en el bolsillo, como consecuencia del incremento de las exportaciones, que han llegado a casi 14 mil millones de dólares, y por ello, la pobreza ha disminuido.
Según sus poco confiables cifras, la pobreza en el último año ha pasado de 54.3 a 51.6 por ciento. Implícitamente, Toledo reconoció que el año pasado mintió al país, cuando en el mensaje presidencial, anunció también que la pobreza había caído al 52 por ciento. Lo cierto es que la supuesta rebaja de dos puntos no es motivo de orgullo, sobre todo cuando tanto se anuncia un crecimiento sostenido de la economía de 5 por ciento anual en los últimos cuatro años. De qué vale dicho crecimiento, el duplicar las exportaciones y las reservas internacionales, cuando la pobreza apenas baja en dos puntos.
Como bien lo señala el economista Raúl Wiener, “Total, uno de dos peruanos sigue siendo pobre, y uno de cada cinco es pobre extremo, a pesar del crecimiento continuado de la economía durante 4 años, 48 meses sucesivos, y de la duplicación de las exportaciones; del 75% de incremento de las reservas”.
El crecimiento económico que se refleja en el Producto Bruto Interno (PBI) no es suficiente para acabar con la pobreza, señala por su parte el economista de DESCO, Julio Gamero. “Este crecimiento de 25 por ciento -5% por año- no favorece la disminución de la población en extrema pobreza. Bajar apenas 2 por ciento la pobreza está muy lejos del objetivo que se ha propuesto el programa “Desarrollo del Milenio” de las Naciones Unidas, que busca reducir entre 10 y 12 por ciento la pobreza extrema antes del 2015”, sostiene Gamero. En otras palabras, Toledo tiene muy pocas razones para su excesivo triunfalismo y arrogancia en materia de lucha contra la pobreza.
Con relación a la tan mentada duplicación de las exportaciones –alcanzarían 14 mil millones de dólares en este año- lo que Toledo no dijo en su discurso era a qué arcas iban a engordar estos millones. No hay que olvidar que son apenas un puñado de empresas las que se benefician del auge exportador. Tampoco hay que olvidar que a pesar de este incremento de exportaciones, los trabajadores siguen sometidos a sueldos de miseria, sin ningún tipo de beneficios sociales y expuestos a sistemas laborales de explotación de más de doce horas de trabajo diario.
Por lo tanto, no basta con estadísticas macroeconómicas ni anunciar millonarias exportaciones para creer que esta política económica neoliberal nos sacará de la pobreza, como lo ha sostenido Toledo con su chorreo de cifras. Como lo sostienen diversos especialistas en la materia, para salir de la pobreza se requiere una mejor política económica que no beneficie solo a un sector minoritario sino que genere empleo e ingresos a la mayoría de la población.
Es decir, lo que se requiere es un crecimiento equitativo, no solo en el sector primario exportador –que tanto halaga Toledo- sino en la agroindustria, las manufacturas, la inversión pública en la pequeña agricultura y el impulso de la pequeña empresa, que una vez más estuvieron ausentes en las preocupaciones del presidente. Como bien lo dijo el congresista Javier Diez Canseco, Toledo “tuvo una actitud triunfalista que enalteció el crecimiento económico, pero dejó de lado los graves problemas que hay de redistribución del ingreso, la enorme concentración de la riqueza en pocas manos y la falta de beneficios para millones de peruanos pobres”
Más ministerios y otros anuncios
Otro de los anuncios que destacaron del mensaje de Toledo fue la propuesta de crear dos nuevos ministerios: el turismo y cultura. Parece que el mandatario quiere generar más fuentes de trabajo en la burocracia estatal para los militantes de Perú Posible. Cabe remarcar que este anuncio ya ha sido rechazado de plano por el Apra y Unidad Nacional; en tanto, que algunos personajes vinculados al tema no han ocultado su entusiasmo por estos anuncios.
El Presidente también informó que al término de su mandato se cumplirá con la meta de construir 110 mil viviendas nuevas en beneficio de los pobladores de menos recursos; y que a través de ello se han generado más de 294 mil empleos. Anunció también nuevas inversiones en la concesión de gasoductos para los departamentos de Ica, Ayacucho y Junín por 170 millones de dólares.
Haciendo gala de su capacidad de hacer promesas, Toledo anunció el programa “Mi Computadora”, según el cual se financiarán 100 mil computadoras para maestros, policías, médicos y otros trabajadores del sector público. El mandatario hizo “una última promesa más”: no dejar bombas de tiempo para el próximo gobierno. De esa manera quiso desmentir que en su último año de gobierno habría la famosa “farra fiscal”, que se le vienen exigiendo sobre todo los partidos de la derecha.
Otro anuncio vago e impreciso fue el de reperfilar la deuda externa, aunque lo cierto es que el Presupuesto General de la República, sigue destinando casi el 30 por ciento para el servicio de la deuda. Se olvidó de informar cuánto había avanzado de la promesa que hizo el mayo del 2004 en el Cusco, cuando en la Cumbre Presidencial, anunció el canje de deuda por obras de infraestructura vial.
En lo que sí fue preciso Toledo fue en su decisión de seguir criminalizando las protestas sociales, pues anunció la presentación de un proyecto de ley que penaliza la posesión de objetos contundentes en las movilizaciones y el uso de vehículos para el bloqueo de carreteras.
Pregonó también el inicio del cuestionado programa de subsidios monetarios para los más pobres, denominado “Juntos”, y propuso al Obispo Emérito de Chimbote, Monseñor Luis Bambarén, como fiscalizador de dicho programa. Un aspecto positivo a destacar fue que iba a destinar la suma de 100 millones de soles para financiar el Programa Integral de Reparaciones –que demandó la Comisión de la Verdad- y buscar mecanismos para reparaciones individuales que vienen exigiendo las organizaciones de víctimas de la violencia.
Preocupantes vacíos
En medio del chorreo de datos del mensaje presidencial, hubo ausencias que preocuparon y que atañen al comportamiento incluso de la propia familia de Toledo. Uno de ellos fue el tema de la corrupción. Se esperaba que se anunciara alguna medida que permita retomar la lucha contra la corrupción, cuyo abandono ha permitido que muchos fujimontesinistas estén hoy de nuevo en las calles.
Tampoco hubo una explicación sobre por qué se permitió que se diera una ley que equiparaba la detención domiciliaria con la prisión efectiva; y que se permitiera la libertad a conspicuos personajes vinculados con la corrupción del fujimorismo. La actitud tolerante de Toledo frente a la corrupción es preocupante no solo por lo que dejó de decir en su mensaje, sino por lo que declaró después, al calificar los delitos de su familia como “chauchilla”, frente a la corrupción fujimorista. Parece que Toledo tiene una curiosa clasificación de la corrupción, lo cual es grave en un país que tiene justamente en este problema uno de los principales factores de desconfianza de la población.
De otro lado, el Presidente no dijo nada sobre el creciente desempleo que existe en el país; menos sobre la reducción del IGV, que en vez de disminuirlo como ofreció, más bien lo subió del 18 al 19 por ciento. Tampoco se refirió al Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), que supuestamente era un impuesto transitorio, y que se amenaza en convertirse en permanente. Es decir, Toledo entusiasmado en sus optimistas estadísticas, se olvidó por completo de la necesaria reforma tributaria.
En resumen, el país acaba de asistir al último mensaje presidencial por Fiestas Patrias, de un Presidente que llegó al poder ofreciendo hacer el gran cambio, y que ha terminado ahogado en sus propios desaciertos y corrupciones, obnubilado en estadísticas que solo reflejan una parte de la realidad, y que esconden la miseria, la pobreza, la exclusión y la frustración de millones de peruanos que lo apoyaron en la Marcha de los Cuatro Suyos y a llegar a la presidencia. Como lo señaló el editorial de un diario limeño, estamos asistiendo al final de un gobierno donde “la paradoja es norma y donde la confusión es regla”. Y la mayoría de los peruanos ya está deseando que por fin se acaben las paradojas y las confusiones, pues los problemas del país requieren de un nuevo gobierno y un nuevo poder que retome las banderas de cambio que Toledo tempranamente arrió.