A principios de la década de los 90, se incrementó la ola de violencia terrorista contra Cuba, promovida y financiada por los grupos de extrema derecha de exiliados cubanos en Miami. Los grupos extremistas de Miami, habían ubicado como blancos principales de sus actos terroristas los hoteles y centros turísticos de La Habana, con la finalidad de ahuyentar el turismo, uno de los principales rubros de ingresos para la golpeada economía cubana, tras la caída del bloque socialista de Europa del Este.
Bombas en varios hoteles, que cobró la vida de un turista italiano, en el aeropuerto de La Habana y en lo ómnibus que trasladaban personas al aeropuerto, sacudieron a la Isla. Cuba denunció estos actos ante el gobierno de los EEUU y las propias Naciones Unidas, sin obtener la atención del caso.
El gobierno de a Isla, decide entonces neutralizar estos atentados, enviando a EEUU a cinco agentes de seguridad, quienes lograron infiltrar estos grupos de mercenarios y así no solo evitaron nuevos atentados sino que contribuyeron a salvar muchas de vidas de sus compatriotas. Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René González, cumplieron esta misión en defensa de su patria, de la Revolución y sin causar ningún daño al pueblo norteamericano.
El gobierno norteamericano se percata de la presencia de los jóvenes cubanos en el año 1997 y al año siguiente, en 1998, fueron detenidos por agentes del FBI, acusándolos de una serie de cargos, como el no haberse registrado como agentes extranjeros. Luego, en diciembre del 2001 se les abrió uno de los juicios más largos de la historia norteamericana, los acusaron de conspirar para cometer espionaje y fueron objetos de brutales sentencias: tres fueron condenados a cadenas perpetuas, uno a 15 años y el restante a 19 años de cárcel.
El juicio que duró siete meses y ha estado marcado por una serie de vicios procesales y por la violación de una serie de derechos de los jóvenes cubanos. El jurado de Miami que los condenó estuvo integrado por personajes vinculados a poderosos intereses económicos, que nunca lograron probar los cargos y que han convertido este proceso un juicio político contra Cuba. Además, el país que supuestamente es el “reino de la libertad y campeón de los derechos humanos”, les niega las visas humanitarias para que sus familiares cubanos puedan viajar y visitarlos en las cárceles donde están confinados.
En realidad, el caso de Los Cinco, como ya se les conoce internacionalmente, no es sino una muestra más de la doble moral que exhibe el gobierno de EEUU, que invade países con el pretexto de luchar contra el terrorismo, que cobija a terroristas como Posada Carriles, pero que no duda en apresar a cinco patriotas cubanos para mantener sus compromisos y proteger a los grupos terroristas de Miami.
El gobierno cubano y muchas organizaciones internacionales han impulsado una gran campaña para lograr la liberación de Los Cinco. La reciente marcha contra el terrorismo fue también en solidaridad con ellos. La solidaridad con ellos crece en muchos países. La Confederación se suma a ella. Como dicen en Cuba, Los Cinco Volverán, y lo harán porque su pueblo los reclama, y porque la justicia y la libertad romperán más temprano que tarde las cadenas opresoras del imperio.