Los deseos de Alejandro Toledo de firmar el TLC con EEUU con su amigo George W. Bush, pueden quedarse solo en eso en deseos. La creciente oposición de amplios sectores de la población ha sido un factor importante para desestabilizar los planes para firmar el TLC en el 2005. Pero también la posición cada vez más dura de los negociadores norteamericanos en los temas agrícolas y propiedad intelectual, ha hecho más tormentosas las negociaciones.
Todo indica que en la ronda que se desarrollará en Guayaquil la segunda semana de junio, tampoco se llegarán a acuerdos en materia agrícola y que los negociadores yanquis, plantearán una ronda adicional en los propios EEUU para tratar de imponer allí sus condiciones, entre ellas la desaparición del cualquier mecanismo de defensa de la producción agropecuaria nacional. Según algunos observadores, al gobierno norteamericano no tendría mucha prisa en culminar este año con las negociaciones.
A las dificultades propias de la negociación, se suman ahora la coyuntura electoral que ya empezó a vivirse tanto en el Perú como en Colombia. Por ello, el gobierno estadounidense no descarta que las negociaciones se prolonguen hasta julio del 2006. Incluso el propio jefe del equipo negociador peruano, Pablo de la Flor, ha reconocido que el proceso se prolongaría por lo menos hasta setiembre del presente año, mes en el que se llevaría a cabo otra ronda.
Ante esta posibilidad de que el proceso se prolongue, los representantes de los tres países andinos que negocian el TLC, como son Perú, Ecuador y Colombia, han decidido conformar un grupo de presión, los llamados “lobbys” para que gestionen ante el Congreso Norteamericano la ampliación de la vigencia del ATPDEA (Preferencias arancelarias andinas y erradicación de la droga) con la finalidad de no perjudicar las exportaciones al mercado norteamericano.