2005-03-12 00:00:00

Cuando en uno de sus habituales exabruptos, el Presidente Alejandro Toledo, lanzó la infeliz frase “el TLC se firma sí o sí”, estaba muy lejos de imaginar las dimensiones que meses después iría cobrando la oposición a la firma del Tratado de Libre Comercio, TLC, con los Estados Unidos. Después de todo, en ese entonces eran apenas pocas las voces que desde un principio encendieron la voz de alarma sobre los inmensos riesgos que acarrearía dicho tratado. Toledo, huérfano de apoyo popular e inmerso en una crisis de inestabilidad recurrente, creía haber encontrado el caballito de batalla que le haría levantar su alicaída imagen, pero sobre todo buscar el aval de la embajada norteamericana para poder culminar su mandato hasta el 2006.

Sin embargo, transcurridas siete rondas de negociaciones, el escenario ha cambiado sustancialmente a favor de quienes aspiramos lograr nuevas condiciones para la conquista de un tratado de integración en los marcos del comercio justo. El terreno que parecía parejo para la imposición del tratado se ha ido transformando en un escenario que cada vez convoca a importantes sectores de la población, organizaciones sociales y de productores, que poco a poco han ido conformando un serio bloque opositor, o por lo menos, una corriente de opinión crítica que exige no solo mayor información y un debate amplio antes de firmar el TLC, sino que observa que las negociaciones se sujetan a los intereses de la estrategia geopolítica de los EEUU.

A ello han contribuido decididamente la Campaña Peruana contra el TLC y ALCA –ALCANO- en que la Confederación Campesina del Perú, viene jugando un rol decisivo junto con otros gremios nacionales como la CGTP, la Central Unitaria de Trabajadores, la CNA, las pequeñas y medianas empresas, entre otras. La campaña de recolección de firmas para exigir la convocatoria a una consulta popular o referéndum para que el pueblo peruano decida si se firma o no el TLC, ha sido un eje articulador importante, cuyos impactos han repercutido en el propio gobierno y sobre todo en el equipo negociador peruano, a cargo del viceministro de Comercio Exterior, Pablo de la Flor.

Para la CCP, la campaña por el referéndum, constituye una cuestión fundamental en la lucha frente al TLC; y la fuerza que viene tomando en los últimos meses, anuncia que se están configurando las condiciones para que el referéndum se convierta en una batalla que cada vez se torna más inevitable. Y las fuerzas que estamos contra la manera como se ha venido manejando el TLC, tenemos que estar preparadas para librar esa batalla, no solo en el aspecto organizativo y de acumulación social, sino también en el terreno de los argumentos que nos permitan afirmar una propuesta alternativa para una auténtica integración de los pueblos de América.

Impulsar el referéndum constituye en primer lugar un hecho de ejercicio democrático de la población para decidir sobre una cuestión que implica el futuro del país; y este futuro no puede quedar en manos del libre albedrío de un grupo de burócratas, que además de desconocer la realidad del país, son convictos y confesos defensores del neoliberalismo y por tanto del libre comercio. Y frente a la fuerza que viene cobrando esta demanda, el gobierno y sus voceros políticos y mediáticos han emprendido una campaña a fondo contra el referéndum.

Un segundo aspecto que la CCP ha venido levantando y nos ratificamos en ello, es la suspensión de las negociaciones de los temas agrarios, hasta que se logre que el equipo negociador adopte como unos de sus ejes orientadores, el acuerdo de defender al conjunto de la agricultura nacional y solo de algunos productos de sectores de la mediana producción. Asimismo, la aprobación por parte del Congreso de la República de una Ley Marco de Comercio Exterior, así como lo tiene EEUU, en la que se establezca con claridad qué se puede negociar y que rubros quedan al margen de estas negociaciones por su importancia estratégica para el desarrollo del país.

Al mismo tiempo, seguimos levantando nuestra bandera de defensa de la producción nacional, y por lo tanto, la vigencia de los aranceles como principal instrumento para ello. Asimismo, una propuesta de de desarrollo agropecuario soberana, que tenga como centro la seguridad alimentaria y la inversión pública para el desarrollo del agro.

Es con estos instrumentos, que no solo debemos prepararnos para dar la batalla por el referéndum, sino también para convocar voluntades de todos los sectores del agro nacional para juntos organizar el paro nacional unitario agrario. Ya nuestras bases como Cusco y Puno nos vienen marcando el camino, con la convocatoria a paros agrarios regionales en marzo y abril. Parafraseando al propio Presidente, creemos que ha llegado la hora de decirle que “la batalla por el referéndum se torna inevitable y que tendremos que librarla sí o sí”.