Tres campesinos acaban de morir en San Gabán, Puno, bajo las balas de la policía, y un ministro del interior con evidentes problemas con la realidad, afirma que se trató de una batalla contra el narcotráfico. Por supuesto que esa caracterización no está impidiendo que se haya instalado una comisión de diálogo con los productores, presidida por otro ministro toledista que ha empezado a discutir sobre inversiones públicos, precios agrarios y derechos de los afectados por la represión.
¿El gobierno negocia con el narcotráfico? Evidentemente no. Y tampoco los policías que tiraron a matar e hirieron por la espalda, estaban tan desorientados como para creer que peleaban con miembros de algún peligroso cartel internacional.
Sólo Reátegui insiste que había un plan premeditado.
Pero si había alguno, es el rutinario del gobierno de lanzar ofensivas de erradicación todos los octubres y noviembres de cada año en las zonas cocaleras para lograr mejorar a último momento la calificación que cada año otorga el Departamento de Estado de EEUU a los países productores de hoja de coca, en el cumplimiento de sus compromisos de “lucha contra el narcotráfico” y de lo que dependen diversos programas de cooperación y comercio bilateral, entre ellos el APTDEA y el TLC, que se viene negociando para los siguientes años.
En el 2003 hubo el espectacular bombardeo del Monzón que como en toda guerra avisada produjo previamente una estampida de la población y una entrada de la policía sin sangre y sin capturas. Pero Rospigliosi pudo vestirse con chaleco verde antibala y boina de combate para descender del helicóptero en plena selva donde nadie estaba resistiendo. Obviamente la meta de 10 mil hectáreas erradicadas con se consiguió ni de lejos en el 2003 y tampoco en el 2004. Pero a cambio hubo espectáculo de guerra contra campesinos desarmados.
Sólo que el 2004, entre los objetivos estaba San Gabán, que era una zona nueva, de la que no se sabía como podrían reaccionar los campesinos. Para entender como funciona el sistema hay que saber que a lo largo del año se fue identificando el área sembrada y la calidad de la hoja producida en terrenos jóvenes, que no han tenido tradición cocalera, pero se logró cero información sobre compradores , precios y sistema de distribución.
¿Por qué?
Simplemente porque prevalece que el problema es la planta y el campesino pobre que la cultiva, y no la transformación ilegal en narcóticos que se dice estar combatiendo. Esto es indudable consecuencia de la medida que ha establecido el dueño del circo, que es el que paga a DEVIDA y con el que el gobierno Toledo sostiene tórrido romance, para el que la única matemática antidrogas que existe es la de coca erradicada.
En San Gabán el gobierno ha comprobado que el proyecto coca cero que los norteamericanos le quieren imponer junto con el TLC, conduciría a escenarios muy cruentos e inmanejables. Si las 2 mil hectáreas de la selva puneña han costado tres vidas, ¿cuántas pueden costar entre 80 a 100 mil hectáreas en todo el país?
Algunos analistas dice: ¡qué barbaridad!, ¿cómo se les ocurre a la gente ocupar la hidroeléctrica y resistirse a la autoridad? Y claro, quién va a negar la amenaza de una turba sobre una instalación energética. Pero ocurre que esa turba popular se comportó con mucha mayor compostura y coherencia que la uniformada ordenada desde Lima que empezó lanzando bombas sobre una marcha pacífica, provocando incendios de las pertenencias de los campesinos y disparando al cuerpo cuando estuvieron cercados. Si los productores tenían una promesa de diálogo del mismísimo Nils Ericcson, y en su reemplazo llegaron 300 policías para quemar sus chacra, la parte de coca y la de no coca, ¿qué podían hacer sino resistirse?, ¿y cómo iban a resistir sin ejercer presión sobre lo único que podía hacer retroceder al gobierno que era la presencia de la hidroeléctrica en los límites del mismo distrito?
El mismo hecho que de esta manera se haya forzado el diálogo negado, prueba que no había nada de irracional en la conducta, ni mucho menos de buscar el enfrentamiento. Pero el gobierno repitió el esquema de Arequipa, de Cajamarca, Ayacucho y otros lugares. Primero duro hasta matar gratuitamente. Luego cabeza baja al diálogo que pudo existir desde el principio, si realmente se estuviera dispuesto a escuchar lo que tiene que decir la gente.