El gobierno de George Bush, pretende acelerar la firma del Tratado de Libre Comercio, con tres países del Área Andina, como son Colombia, Perú y Ecuador. Sin embargo, es importante analizar por qué en estas negociaciones no intervienen los otros dos países de la región como Venezuela y Bolivia.
En la reciente ronda de negociaciones que se realizó en Puerto Rico, se especuló que se integraría Bolivia, aunque finalmente esta presencia solo se limitó al carácter de observador, y todo indica que este país finalmente se mantendrá al margen de estas negociaciones.
Cabe mencionar que en los tres países que discuten el TLC, se viene desplegando un amplio movimiento de oposición y cuestionamiento a estas negociaciones, por parte de diversos sectores sociales, campesinos, indígenas, estudiantiles; incluso de grupos de productores e industriales, que evalúan que este tratado les ocasionará grandes perjuicios.
En realidad, lo que expresan estos sectores que cuestionan el TLC es que lo que está en juego es el destino y el modelo de desarrollo que se quiere imponer a estos países, pues son conscientes que se trata de un tratado que se tornará, una vez firmado, en irreversible. En otras palabras, con el TLC se busca otorgar un carácter jurídico a la implantación del modelo económico neoliberal.
Por qué Venezuela se mantiene al margen
La posición de Venezuela respecto al TLC, tiene como antecedente el cuestionamiento del gobierno de Hugo Chávez a la firma del Área de Libre Comercio de Las América, ALCA. Hay que recordar que en Venezuela se viene produciendo un interesante proceso social y político que busca marcar distancias con las políticas neoliberales que impone Estados Unidos y el FMI en América Latina.
Por ello, el gobierno bolivariano que encabeza Hugo Chávez, empezó a trabajar una propuesta al ALCA, denominada ALBA, es decir, Alternativa Bolivariana para América, concebida como alternativa de integración y colaboración para el desarrollo equitativo entre los pueblos de América Latina.
Es cierto que los gobiernos de la mayoría de los países latinoamericanos sometidos a los designios de Estados Unidos, optaron por darle la espalda a esta propuesta; en tanto que los movimientos sociales que se oponen al ALCA tampoco han contribuido demasiado a enriquecer este planteamiento.
Por lo tanto, ante la vigencia de un gobierno que se opone abiertamente a someterse a los lineamientos del libre comercio, los EEUU saben que de ninguna manera se iban a allanar a negociar la firma de un TLC que no es sino otra forma de implementar el ALCA. Y si a ello agregamos que Venezuela se opone a privatizar la empresa petrolera estatal PDVSA, un sueño largamente acariciado por las transnacionales norteamericanas, es mucho más sencillo entender por qué este país bolivariano, de ninguna manera iba a negociar un TLC en la forma como lo vienen haciendo Ecuador, Colombia y Perú.
¿Y qué pasa en Bolivia?
En el país del Altiplano, tras la caída del corrupto mandatario Sánchez de Lozada, se complicaron los planes norteamericanos de poder incorporarlo a la firma de un TLC. Si bien el nuevo presidente Carlos Mesa, no descartaba tomar parte de las negociaciones, ha sido el propio proceso político y social boliviano, el que finalmente ha decidido que Bolivia se mantenga al margen del TLC.
Por tanto ha sido el movimiento social, que fortalecido en la defensa del gas, no solo exigió la convocatoria de un referéndum para decidir el destino de la explotación de los hidrocarburos y cambió la ley entreguista de Sánchez de Lozada, sino que también demandó la convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Es evidente por tanto, que será esta Asamblea Constituyente la que debe definir el régimen político y económico que debe imperar en Bolivia; y ante un movimiento social cada más creciente y en oposición al neoliberalismo, las posibilidades de aceptar la firma de un TLC en los términos en que lo viene imponiendo EEUU, se hacen cada vez más complicadas.
Por tanto, estando así la situación de los otros dos países del eje andino, se puede entender por qué los Estados Unidos, ha puesto todos sus esfuerzos en firmar el TLC solo con Ecuador, Perú y Colombia; países que en el caso de los dos primeros cuentan con presidentes cada vez más cuestionados y requieren cobijarse más en el regazo del amo norteamericano; y en el caso de Colombia, la situación de guerra interna ha convertido al presidente Alvaro Uribe en uno de los mejores peones de la estrategia no solo comercial sino geoestratégica del gobierno de Bush.