2004-10-10 00:00:00

Luego del paro nacional del 14 de julio, que tanto las fuerzas de la derecha como del gobierno pretendieron minimizar, el escenario político y social del país registró importantes cambios y reacomodos de las principales fuerzas políticas. La irrupción del movimiento social en las calles durante la jornada de protesta, definitivamente obligó a tanto a la derecha como al APRA a redefinir sus posiciones, ante lo que parecía inminente, como era la vacancia presidencial. Ahora, la nueva tarea era organizar el salvataje del gobierno de Toledo y llegar como sea al 2006.

La elección del derechista Antero Flores Araoz, de Unidad Nacional a la presidencia del Congreso, que en principio se presentaba como la posibilidad de acelerar la vacancia de Toledo, muy rápidamente pasó a convertirse en uno de los salvavidas del Presidente, con el argumento de que había que garantizar la estabilidad democrática. Por su parte, Alan García, el candidato natural del APRA, que en un principio y de manera oportunista apoyó el paro nacional, luego de su viaje a Estados Unidos, muy rápidamente cambió su posición. En efecto, García pasó a convertirse en el principal promotor para de la inversión privada extranjera, en otras palabras, en seguir dando todo tipo de gollerías y facilidades a las empresas transnacionales.

Este reacomodo para garantizar el salvataje de Toledo, que configura una suerte de cogobierno, ha tenido también otra orientación muy clara, respecto al ascenso del movimiento social y popular que se expresó en el paro nacional del 14 de julio. Una cosa era la vacancia de Toledo manejada desde el Congreso o desde las cúpulas del APRA o Unidad Nacional; y otra muy diferente a que esta caída se produzca por efecto de una movilización social que tenga como protagonistas centrales al movimiento popular y campesino.

Por ello es que desde la derecha y el APRA se ha buscado no solo frenar sino cercar, “encapsular” y quitarle perfil político a este movimiento social que se expresó en el paro nacional y de esta manera evitar que pueda impulsar, centralizar, construir y ser protagonista central de una alternativa política hacia el 2006. Por ello, no fue de extrañar que durante la organización del paro nacional, líderes prominentes de la derecha como Lourdes Flores, se convirtieran en los principales detractores de la medida de protesta nacional.

Por ello, un salvataje para que Toledo pueda llegar al 2006, va también de la mano con que el gobierno garantice seguir dando carta blanca al manejo neoliberal de la economía, hecho que se concreta a través de una serie de acciones que las hemos podido ver cotidianamente en estos últimos meses. Estas se expresan en mayores facilidades para las transnacionales mineras como Yanacocha y el consorcio suizo que ha ganado la licitación del proyecto Las Bambas en Apurímac; el incremento de los combustibles que sigue engrosando las ganancias de las empresas petroleras extranjeras y que golpean a la población; y en alzas de las tarifas eléctricas. Se expresa también en el proyecto del Presupuesto General de la República para el año 2005, que mantiene los mismos parámetros centralistas, sin recursos para la inversión pública y para los gobiernos regionales, y que sigue privilegiando el pago de la deuda externa.

La forma como se viene manejando la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, sin una ley sobre comercio exterior que establezca un marco regulatorio y con un equipo negociador al que nadie fiscaliza o controla y cuyos miembros no tienen ningún empacho en abandonar las negociaciones para pasarse a servir a las empresas transnacionales que están interesadas en la firma del TLC, expresan también esta entrega del manejo de la economía a los poderes transnacionales; además, por supuesto de seguir implementando una política agraria anticampesina, que condena a la pequeña agricultura a la ruina y desaparición si es que se firma el TLC.

Sin embargo, el movimiento social no parece estar dispuesto a someterse a los designios de la política económica neoliberal y mucho menos a hipotecar sus justas demandas por una estabilidad o continuidad de un gobierno que, a través de la aplicación de una política neoliberal, que les arrebata sus derechos más elementales y los condena a la pobreza. Por ello, apenas pasó escasamente un mes desde la consolidación del cogobierno y del inicio del salvataje del gobierno, y este movimiento social empezó a romper el cerco y a expresarse en diferentes sectores y lugares, y a través de masivas movilizaciones, defendiendo sus derechos y sus recursos ante la arremetida del neoliberalismo.

Allí están los casos de Cajamarca, que encabezados por las rondas campesinas, se levantaron para impedir que la voraz Yanacocha explore el cerro Quilish, que es su principal fuente de agua; la huelga de más de una semana de los productores organizados en la Federación Provincial de Campesinos de La Convención, Yanatile y Lares, en defensa de sus cultivos de hoja de coca; las luchas libradas por los estudiantes de las universidades nacionales contra la corrupción de sus autoridades; además de otros gremios del sector público.

Todo esto no hace sino darnos la razón a lo que ya expresamos en Voz Campesina (Agosto Nº 33, pag. 6-7), cuando afirmamos que estamos ante “un movimiento que tiene como tendencia seguir desarrollándose en los próximos meses y lo hará con diferente ritmo y de manera desigual, el algunos casos se concentrará en espacios locales y regionales, y otros en acciones sectoriales, hasta que haya condiciones para que se expresen nacionalmente”. De manera, que a pesar del salvataje, mientras el gobierno continúe aplicando el neoliberalismo, el movimiento social y sus organizaciones populares y campesinas seguirán desarrollando sus luchas.