En el nuevo contexto del país que se abrió luego del paro nacional, se han abierto también nuevas posibilidades para que el movimiento social siga desarrollándose y superando la dispersión y fragmentación que se expresaron en luchas y acciones sectoriales.
Es indudable que uno de los sectores sociales que en estos últimos meses viene dando claras muestras de este crecimiento organizativo es el campesinado nacional, particularmente el que se aglutina alrededor de las invictas banderas de nuestra gloriosa Confederación Campesina del Perú. En efecto, en este mes de agosto, hemos visto surgir desde las entrañas mismas de las organizaciones de base de las comunidades campesinas, estos esfuerzos por seguir construyendo o reconstruyendo sus instrumentos organizativos para la conquista de sus derechos y utopías.
No de otra manera puede entenderse la presencia de cientos de hombres y mujeres de las rondas campesinas y urbanas de Cajamarca, acudiendo a sentar las bases de su unidad en la cuna que las viera nacer, la comunidad de Cuyumalca, en la provincia de Chota. Auténticos ronderos y ronderas de poncho y sombrero, que con la sabiduría y la serenidad que les ha dado la lucha por la justicia comunal, han sabido vencer las tempestades divisionistas que les amenazaban, llevando adelante un exitoso Congreso Regional Unitario
Y la unidad de las rondas cajamarquinas que se ha logrado desde las bases mismas, llega en un momento crucial para el futuro de toda la región Cajamarca, que nuevamente se ve agredida por la prepotencia del poder económico y político de la minera Yanacocha y de los serviles funcionarios del Ministerio de Energía y Minas, que les han permitido la exploración del cerro Quilish, una de sus principales fuentes abastecedoras de agua. Por ello, reiteramos, el congreso unitario de las rondas de Cajamarca, será un factor decisivo en la lucha contra los abusos de esta transnacional minera.
Y así como ha sucedido en Cajamarca, en otro departamento del norte del Perú, también el campesinado empieza superar por fin las secuelas de la infausta década del fujimontecinismo cuyo cáncer de corrupción alcanzaron a una de las más importantes federaciones campesinas del país como lo fue la FRADEPT. El congreso campesino y agrario regional de Piura, ha sido pues el primer paso que marca la recuperación y reconstrucción del movimiento campesino y agrario de Piura, que en décadas pasadas constituyó no sólo uno de los baluartes en la lucha por la tierra sino también de unidad del campesinado peruano.
La presencia de históricas comunidades campesinas de la costa y la sierra; o de las centrales de rondas como del Andino Central, de Ayabaca o Huancabamba; de mujeres y jóvenes comuneros y productores, planteando la necesidad de contar con una organización campesina que luche por el desarrollo agrario y rural, son muestras concretas de que el campesinado piurano está dejando atrás por fin la dispersión y que marcha hacia su fortalecimiento y centralización organizativa.
Y así podríamos señalar diferentes eventos y acciones gremiales que nos confirman esta tendencia de fortalecimiento del campesinado comunero y pequeño productor. La reorientación de la FEDECCH de Huancavelica, la consolidación de la institucionalidad de la FDCP de Puno, ratificada en su congreso de junio; los encuentros de presidentes comunales de Puno y los procesos de capacitación organizativa y productivas de la FDCC de Cusco y la FADA de Ayacucho, y otras federaciones de base, son hechos que hablan por sí mismos del importante esfuerzo organizativo del campesinado centralizado en la CCP; y que debemos también llevarlo a nivel del CUNGA.
Hay que remarcar también que todo este movimiento en curso ha empezado ya marcar el camino que nos llevará a la convocatoria de nuestro X Congreso Nacional, que deberá ser el espacio que nos permita capitalizar todo este proceso de organización para transformarlo en acciones superiores concretas en la conquista de la justicia y el desarrollo de nuestros hermanos y hermanas campesinas y de toda la sociedad rural.
Todos estos esfuerzos organizativos nos muestran pues el camino para consolidar el ascenso del movimiento social que deberá también expresarse en otros frentes sindicales, gremiales y estudiantiles, como los que hicieron posible el paro nacional. Son también las energías que nos permitirán consolidar nuestras organizaciones para avanzar hacia conquista de los nuevos horizontes que nos plantea el momento actual.
Y todo ello empieza por darle un nuevo rumbo a la transición democrática, derrotar el modelo económico neoliberal y avanzar a la transición económica; así como mantener firme la lucha contra el gobierno, el entreguismo y la corrupción que lo corroe; y por supuesto, derrotar también a la alianza APRA-Unidad Nacional, que hoy cogobiernan y que siguen entregando al país a la voracidad del neoliberalismo y las empresas transnacionales. Parte de esta lucha es la exigencia de una Asamblea Constituyente, el referéndum para consultar el TLC y los esfuerzos para la construcción del nuevo referente político que nos permita conquistar un nuevo gobierno con poder, capaz de solucionar los problemas del agro y del país.