El pasado 18 de julio se realizó en el hermano país de Bolivia, el Referéndum para consultar a la población aspectos cruciales sobre el destino del gas, uno de los principales y estratégicos recursos del país altiplánico. Como suele suceder en actos de esta naturaleza y dada la complejidad del tema, los resultados que se dieron han sido motivo de diversas ópticas de análisis.
Un primer hecho a destacar es que el referéndum es producto de las luchas la gran mayoría del pueblo boliviano, contra el ex defenestrado Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, que no sólo cambió la legislación sobre hidrocarburos para favorecer a las grandes multinacionales, sino que pretendía exportar el gas por un puerto chileno. Otro aspecto importante es que es que el pueblo ha hecho respetar su derecho a decidir sobre el destino de los recursos naturales y cómo estos pueden servir para el desarrollo del país. Este es un ejemplo a tener en cuenta muchos países, como el Perú, en donde las cúpulas políticas en el poder, se atribuyen el derecho a decidir sobre cuestiones vitales para el futuro, ignorando lo que piensa la población.
Respecto a los resultados del referéndum mismo, estos han sido favorables a lo que pretendía la mayoría del pueblo boliviano. Fueron cinco las preguntas que se consultaron, de las cuales, las tres primeras eran de suma importancia pues tenían que ver con la derogación de la ley de hidrocarburos de Sánchez de Lozada, la recuperación de los hidrocarburos en boca de pozo para el Estado y la refundación de la empresa pública Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia. Las dos restantes se referían al apoyo al Presidente Carlos Mesa para sus políticas de exportación del gas y su uso para presionar a Chile para recuperar su salida al mar.
Aquí hay otro elemento a destacar en la medida que el referéndum ha permitido poner sobre el tapete la revalorización de la importancia estratégica de las empresas públicas, en momentos en que el neoliberalismo pretende seguir imponiendo la privatización y saqueo de estos recursos naturales en manos de las grandes multinacionales y en detrimento de los intereses de la población.
Los resultados del referéndum, más allá de las críticas seguramente fundadas de los sectores más radicales, han sido positivos para el destino de Bolivia, sobre todo en afirmar la recuperación de la propiedad del gas para los bolivianos, que se reflejó en los altos porcentajes de apoyo obtenidos por las tres primeras preguntas. Aunque hay sectores que sostienen que ello es insuficiente, lo cierto es que el avance logrado es importante, y que se abren las posibilidades para que los sectores patrióticos bolivianos puedan en el futuro obtener mayores logros en este terreno.
Más allá de las naturales posiciones de los diversos sectores políticos bolivianos, creemos que el referéndum del 18 de julio, ha tenido no sólo importante sino que constituye una nueva experiencia que los pueblos de América Latina deben reivindicar como parte del ejercicio de su derecho a definir su propio destino y de su lucha contra el fundamentalismo neoliberal.