En la II Ronda de negociaciones del TLC que se celebró en Atlanta, arreció la presión de los EEUU en el tema de las patentes sobre los seres vivos. Hay que agregar que cuando hablamos de patentes nos referimos a la propiedad intelectual que se quiere imponer sobre semillas, plantas y animales –como si fueran cualquier invento de mercancías- para luego exigir derechos sobre ellos e impedir que fueran usadas libremente como recursos naturales.
Estados Unidos sabe que la normatividad andina, mucho más estricta que la que rige en ese país, no permite que alguien pueda hacerse de la 'propiedad' de seres vivos, como plantas y animales, pero esto no es obstáculo para insistir en patentarlos gracias a estas negociaciones en el marco del TLC, tal como lo manifestó Regina Vargo que encabezó la delegación norteamericana en Atlanta.
El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de la Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no obliga a patentar todo, sino que deja a discreción de sus miembros la posibilidad de excepciones; y los países andinos han buscado hacer uso de esta prohibición para impedir que se patentes plantas y animales.
Una patente, como se la concibe en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), debe proteger únicamente inventos (es decir, algo nuevo), que estos tengan altura inventiva y que tengan aplicación industrial. Los descubrimientos, por lo tanto, no tienen derecho a patente. Por lo tanto, las plantas y animales son organismos vivos que están en la naturaleza y deben estar al margen de las patentes.
Para Colombia, Ecuador y Perú, de acuerdo con lo informado tan pronto concluyó la ronda de Atlanta, todos los temas sobre propiedad intelectual que se negocian en el TLC son importantes y de alta sensibilidad: acceso a recursos naturales, marcas, derechos de autor, patentes y datos de prueba.
Sin embargo, el peligro está en que cada TLC Estados Unidos quiere más y así ha venido sucediendo desde que en 1994 firmaron el TLCAN, luego con Chile y posteriormente con los países centroamericanos. Por lo tanto, nuestros países con su inmensa riqueza natural y recursos genéticos, están en la mira de la voracidad de las transnacionales norteamericanas.