El TLC con EEUU y la pequeña agricultura:
Las negociaciones para la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gobierno de los Estados Unidos entraron a su fase decisiva, en un contexto marcado por premuras políticas y apremios electorales de sus principales mentores; así como por un creciente ambiente de desconfianza por parte de algunos sectores productivos y de abierto rechazo de otros, como la pequeña producción agropecuaria. En efecto, desde el 26 al 30 de julio, se realizó en nuestro país la Tercera Ronda de estas negociaciones, justamente aprovechando las Fiestas Patrias, es decir, el escenario perfecto para que la mayoría del pueblo peruano no pueda seguir con mayor atención este proceso.
Por supuesto que los únicos que han salido a defender este Tratado son los sectores políticos y económicos que profesan el fundamentalismo neoliberal y cuyos representantes están encaramados en el crucial ministerio de Comercio Exterior y que se atribuyen una representación que el país nunca les encargó. En efecto, los neoliberales a ultranza se han encargado de presentar al TLC como la panacea o la varita mágica que permitirá abrir el gran mercado norteamericano a nuestros productos, con lo cual sostienen- el país ingresará por la senda del ansiado desarrollo y dejará atrás el oprobio de la pobreza y la miseria.
Sin embargo, hay una serie de argumentos y razones políticas, económicas, geoestratégicas y de soberanía nacional, que echan por los suelos todas estas y otras falacias que se han encargado de vender los neoliberales, con el apoyo cómplice de los principales medios de difusión y comunicadores incondicionales al poder económico. Por ello, en la CCP ya hemos venido alertando a través de Voz Campesina y en diversos eventos, la naturaleza perversa e intrínseca del llamado libre comercio en el concierto de la globalización neoliberal (Ver Voz Campesina Nº 29 Mar-Abr).
El TLC: la carta bajo la manga ante el fracaso del ALCA
A raíz de los fracasos de la OMC (Cancún 2003) y de la imposibilidad de implementar el ALCA en enero del 2005, la nueva estrategia del gobierno de Bush es hacer los TLCs, negociando bilateralmente con cada país, en la lógica de “tiburón-sardina”, implementando así sus planes de expansión geopolítica y económica. De esa manera, busca imponer aquellos temas que no los ha podido implementar en la OMC, como es el caso de los temas de Singapur (inversiones, propiedad intelectual, compras estatales y la ley de competencia).
Frente a esta estrategia, el gobierno de Toledo, abandonando el más elemental criterio de unidad defensa de los pueblos del Área Andina y de América Latina ante una globalización excluyente, no sólo abandonó el llamado Grupo de los 21 (G-21), sino que se muestra complacido con esta relación tiburón-sardina.
Por ello, desde el 18 de mayo en que el Congreso de los EEUU aprobó los TLCs con Perú, Ecuador y Colombia, ha venido realizando campañas señalando que con este tratado tenemos mucho que ganar o casi nada que perder, como si no hubiéramos vivido 14 años de libre comercio que nos impuso la dictadura de Fujimori y que el régimen de Toledo no ha modificado.
Las negociaciones del TLC comprenden un total de 6 reuniones que con conocidas como “Rondas”, de las cuales ya se han realizado tres, incluyendo la que se ha realizado en Lima. Las dos primeras rondas se realizaron en Cartagena, el 18 y 19 de mayo; y en Atlanta (EEUU) del 14 al 18 de junio. Las otras rondas que quedan pendientes son la IV que debe ser en Chicago (EEUU) del 13 al 17 de setiembre; y la V en Guayaquil, Ecuador del 25 al 29 de octubre; y la Sexta y última en Miami (EEUU), del 13 al 17 de diciembre. (Aunque no está demás decir, que esta última ronda puede quedar pendiente en caso de que en las elecciones norteamericanas, Bush sea derrotado, tal como lo vienen vaticinando las últimas encuestas).
Tal como han coincidido diversos analistas, las dos primeras rondas han sido en realidad de “calentamiento y pulseo” entre las comisiones negociadoras; y han servido también para que los EEUU hagan sentir su peso, prepotencia y algunas amenazas, frente a las demandas de los países andinos. Otro hecho que es necesario aclarar, es que si bien es cierto las negociaciones se realizan de manera conjunta con Perú, Ecuador y Colombia, ello no significa que los acuerdos que se tomen sean de conjunto. En otras palabras, cada país tomará sus propios acuerdos de manera independiente.
Con la III Ronda de Lima, las negociaciones entrarán entonces a debatir las cuestiones de fondo y las que incidirán en el tema de la agricultura como los aranceles, subsidios agrícolas, franjas de precios y las llamadas patentes.
Un TLC que va más allá del libre comercio
Tal como lo hemos venido señalando en diversos eventos y oportunidades, para la CCP, el TLC no sólo es una propuesta comercial, de inversiones, compras estatales y ley de competencias, en el que el imperio norteamericano, impone su dominio y condiciones. Va mucho más allá, en tanto que constituye una de las principales fichas del juego geopolítico de los EEUU para acceder al control de nuestras reservas hídricas, petroleras y gasíferas que existen en nuestra montaña andina. Es decir, aprobándose el TLC en estas condiciones se está decidiendo un tipo de país bajo el dominio de las transnacionales y del poder financiero del FMI, BM y BID.
Por estas mismas razones, para la CCP, la aprobación de un TLC de estas características no puede quedar en manos de un gobierno deslegitimado y que para mantenerse hasta el 2006, desarrolla una vocación de entrega a la voracidad de los poderes fácticos neoliberales.
Estas opiniones de alguna manera las comparte la publicación especializada “Agronoticias”, que en su edición 290 de junio, analiza el tema. Allí sostiene que se debe evitar que el TLC con EEUU pueda destruir a la producción interna con la desleal competencia de sus productos subsidiados. Agrega luego, que el TLC puede ser “una cabecera de playa para eliminar los focos de narcotráfico y subversión, y acceder a nuestros recursos naturales, controlar a Brasil y dominar geopolíticamente el área para asegurar su hegemonía”.
De manera que si aún hay ingenuos que creen que el TLC va a ser la varita mágica para combatir la pobreza e incrementar nuestras exportaciones al país del norte, tienen que empezar a desilusionarse. El TLC es otro instrumento más del dominio del poder trasnacional hegemónico y excluyente para seguir esquilmando las riquezas que aún quedan en nuestra América. Por ello, insistimos, estas negociaciones no pueden quedar en manos de un grupo de negociadores que no responden a los intereses del país sino a los apremios políticos y electorales de un gobernante que ya no puede sostenerse en el poder; y otro, que ve como sus aspiraciones de pretender sus políticas guerreristas criminales de dominación del mundo, se pueden ir al tacho en las elecciones de noviembre. Es decir, de Alejandro Toledo y George Bush.