Los nuevos retos del movimiento campesino, luego del Paro Nacional y entrando al cuarto año del toledismo:
El exitoso Paro Nacional Cívico Popular y Campesino del 14 de julio, no sólo ha configurado una nueva correlación de fuerzas sociales y políticas en el país, sino que ha abierto nuevas condiciones para que el movimiento social y popular continúe desplegando nuevas movilizaciones y acciones. Pero al mismo tiempo, nuevos retos, que debemos asumir en este inicio del cuarto año de desgobierno toledista, como parte de nuestra lucha por rescatar la transición democrática, abrir la transición económica y persistir en nuestra lucha por derrotar los planes que el neoliberalismo salvaje implementa en esta fase.
De allí la gran importancia que para el destino del país y el nuevo curso de los acontecimientos, ha tenido el paro del 14 de julio; trascendencia que por cierto, ha pretendido ser minimizada por la derecha neoliberal política, económica y mediática, así como por los representantes del gobierno; estos últimos por cierto más preocupados en mantener al garete un barco que hace agua por todo sitio y que saben que cada vez tiene menos margen de maniobra para arribar al lejano puerto del 2006.
En la actual fase de la transición democrática, la opción táctica del movimiento campesino –y también del movimiento social en su conjunto- ante el clamor de que se vaya Toledo, es perfilarnos como una fuerza de oposición nítida y contundente frente al gobierno de Toledo que busque en esta fase la derrota del neoliberalismo salvaje. Esta opción táctica de manera simultánea se combinará con la orientación de acumular fuerzas desde ahora para un nuevo gobierno con poder que peruanice el Perú y descentralice el país, que proponga una nueva política económica y una nueva Constitución, tal como lo venimos planteando desde hace meses atrás y como lo confirmó la exigencia popular que se expresó durante el mitin en el paro nacional.
En el marco de esta opción táctica, el movimiento campesino y agrario deberá hacer visibles las demandas y propuestas que venimos formulando; pero sobre todo, debe perfilar su fuerza organizativa, que partiendo de los movimientos regionales les dote de una agenda nacional para seguir incorporándolos a la lucha política nacional, que además de nuestro perfil gremial, requiere que contribuyamos a la forja del referente político nacional.
Al mismo tiempo, el movimiento campesino –en especial el organizado en torno a la CCP- tiene que forjar una representación política propia, para enarbolar nuestras propuestas en los espacios políticos, que son finalmente en donde se resuelven los problemas políticos, económicos y sociales del país y del movimiento campesino y agrario. Ello no niega la posibilidad de mantener nuestra presencia en los espacios de negociación, diálogo y concertación conquistados, a pesar que de las limitaciones que devienen sobre todo por el lado de un gobierno o un Ministerio de Agricultura que los viene cerrando por su vocación de servicio a los poderes fácticos neoliberales.
Pero más allá de la organización de nuestra propia fuerza, un factor que contribuirá al logro de estos objetivos será desarrollar la unidad de los gremios campesinos y agrarios aglutinados en el CUNGA; y ampliarla al conjunto del movimiento gremial, en particular con la CGTP. Nuestra participación en la organización del paro nacional, en el Comando Unitario de Lucha que dirigió la medida de protesta, así como en las diversas instancias de decisión de la Central Obrera son pasos importantes, que debemos mantener y consolidar como parte de nuestra alianza estratégica entre el movimiento campesino y sindical y urbano popular organizado en la CGTP.
De igual manera, la realización del V Consejo Nacional de nuestra Central será un evento que nos ayudará a precisar y perfilar nuestro plan de lucha y organización, al cual debemos invitar a los principales dirigentes del CUNGA, la CGTP y otras organizaciones. Y en esa misma línea en que se vienen ubicando los esfuerzos organizativos por consolidar el movimiento campesino desde sus bases, como lo fue el IX Congreso de la FDCP de Puno y los futuros congresos de los ronderos de Cajamarca y de las comunidades campesinas y productores agropecuarios del departamento de Piura en el mes de agosto, entre otros.
Y es con esta misma convicción y bajo estas orientaciones que debemos marchar hacia nuestro X Congreso Nacional, que tal como aprobó la Comisión Organizadora, debemos extender nuestra presencia en la zona norte y costa y la selva del país y consolidar nuestras fuerzas en los bastiones tradicionales del sur andino.
En la medida en que seamos capaces de asumir decididamente estos retos, estaremos contribuyendo al rescate de nuestro país y lo que queda del agro de las garras del neoliberalismo que hoy encarna el actual régimen, a evitar que nuestros recursos sigan siendo entregados a la voracidad de las transnacionales y el libre comercio. En otras palabras, a la forja de un nuevo gobierno con poder popular, que peruanice el Perú y descentralice el país, y a la conquista de otro mundo posible que globalice la solidaridad y la esperanza.