El gobierno del criminal de guerra George Bush, no contento con el baño de sangre desatado contra Irak, ha reforzado su brutal campaña contra el pueblo y la Revolución Cubana, ante el silencio cómplice, hipócrita y abyecto de muchos países que prefieren bajar la cabeza ante la prepotencia y el poder del Imperialismo del gobierno norteamericano.
Esta campaña contra el heroico y digno pueblo de José Martí, comprende una serie de acciones de terrorismo económico, nuevas sanciones comerciales y acciones militares; además, por supuesto de las presiones diplomáticas a las que se someten gobiernos como los de nuestro país, que han dejado de lado toda una tradición de comportamiento soberano y que han colocado a nuestra cancillería como marioneta de George Bush y de sus políticas criminales que están envolviendo al mundo en guerras que ponen en peligro a toda la humanidad.
El tambaleante gobierno de Toledo, desde el año pasado se prestó a las maniobras para condenar a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, al presentar de manera escandalosa junto con Uruguay la resolución que había sido redactada por los representantes norteamericanos.
Este año, nuevamente la cancillería reiteró ese rol de lacayo de Estados Unidos, cuando apoyó la resolución –otra vez redactada por Estados Unidos- que fue presentada por otro país sometido por el Imperio, Honduras. Sin embargo, cuando Cuba presentó una resolución para que se revise la situación en que se encuentran más de 600 presos de diferentes países en la base naval norteamericana en Guantánamo, los que condenaron a Cuba, rechazaron este pedido.
La hipocresía y la doble moral se puso una vez más de manifiesto. Hay que investigar y sancionar a Cuba. Pero frente las violaciones y crímenes de lesa humanidad que comete el imperio norteamericano hay que quedarse callados. Si el gobierno peruano está tan preocupado por los derechos humanos, por qué no se ha pronunciado contra las torturas que comenten los soldados norteamericanos contra los presos iraquíes?.