En el 2001, el Presidente Toledo, anunció en el II Consejo Nacional de la CCP la creación del Consejo Nacional de Comunidades Campesinas y Pequeña Producción (CONACCYP), en cumplimiento de las Actas de Compromiso firmadas con nuestra Central y las federaciones campesinas de Cusco y Puno. A pesar que la CCP presentó la propuesta respectiva, el Presidente decidió iniciar la larga lista de promesas incumplidas con el campesinado y prefirió optó la llamada Comisión Nacional de Pueblo Amazónicos y Andinos, CONAPA, que impuso la Primer Dama Eliane Karp.
El resto es historia conocida. La CONAPA dejó de lado el espíritu de la propuesta de la CCP y se convirtió en una instancia burocrática que dejó de lado la pobreza de las comunidades campesinas y nativas para centrarse aspectos étnicos, que sin dejar de ser importantes no constituyen la problemática central de estas poblaciones rurales. La CONAPA, que tuvo como primera presidenta a la Primera Dama incorporó como miembros a dudosos representantes de los pueblos andinos y amazónicos, constituyó una nueva burocracia dorada y se dedicó a contratar cuestionadas consultorías.
Y como queriendo mantener el sello del escándalo que caracteriza a muchas dependencias públicas, la CONAPA está hoy cuestionada por los presuntos malos manejos del préstamo que ha obtenido del Banco Mundial; entidad que ha exigido una auditoría para determinar en qué se han usado un crédito por 5 millones de dólares otorgado para beneficiar a los pueblos andinos y amazónicos. Que la Primera Dama es quien ha tenido el poder de decisión de las principales acciones de CONAPA, está fuera de toda duda. Por ello, el propio Congreso de la República a través de su Comisión de Fiscalización ha anunciado que investigarán las denuncias contra CONAPA y la responsabilidad que le compete a Eliane Karp.
El escándalo en el que hoy está sumido el CONAPA muestra las limitaciones de los organismos que surgen sin tomar en cuenta las propuestas que nacen desde las propias bases y sus organizaciones representativas, a las que CONAPA, desconoció. Pero también, nos brinda la oportunidad para volver a reiterar la necesidad de contar con un espacio con la autonomía y capacidad de proponer políticas de desarrollo y promoción de las comunidades campesinas, como las que se proponían con la creación del CONACCYP.