Recientemente se realizó en Lima la 45ava Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a la cual, además de asistir más de 34 Ministros de Economía, de los países de las tres Américas, destacó la presencia de EE.UU., Japón, Canadá, Francia, Italia y Alemania. Es bueno recordar que estos últimos países desarrollados -que son parte del poderoso Grupo G7- controlan aproximadamente el 47% del accionariado del BID; y por tanto, trazan las pautas y las políticas centrales de esta institución financiera.
Este cónclave neoliberal, se realiza en medio de que la gran mayoría de los pueblos de América constatan que el modelo neoliberal a escala internacional se encuentra en crisis y agotado; y que además ha sido un factor central para fomentar la crisis de gobernabilidad en el Área Andina. Se supone, que en esta cita internacional, los gobernadores del BID, debían - por lo menos - formular propuestas para resolver la acuciante desigualdad económica, productiva y social que genera el modelo neoliberal; así como frenar mediante políticas de renegociación, los estragos que generan los pagos obligatorios de la deuda externa, con la finalidad de poner en primer plano el desarrollo de nuestros pueblos.
Sin embargo, ésta ha terminado siendo un evento más a los que ya nos tienen acostumbrados la banca multilateral acompañados de una gran campaña publicitaria y mediática, que se realiza cada cierto tiempo. La llamada “Carta de Lima” que se firmó durante la reunión; las declaraciones del Enrique Iglesias, presidente del BIB; de Guillermo Perry, jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe; de José Faigenbaum, representante del FMI; no hacen sino confirmar esta ultima apreciación.
Todos ellos, sostienen –con matices más con matices menos– que el problema de la crisis que vivimos no es del modelo económico en sí mismo, sino que deviene de la falta de una aplicación consecuente de las reformas estructurales de los 90s. Por ello, para los “sabios de la banca multilateral”, la salida es continuar aplicando las llamadas reformas de segunda generación del Consenso de Washington, que no son otra cosa que la profunización de las reformas que explican la actual crisis de Latinoamérica y el Caribe.
En otras palabras, lo que ha buscado la Asamblea del BID es lavarle la cara al gastado modelo neoliberal en crisis. Así, nuestros pueblos están avisados de las orientaciones que impulsarán este cuarteto conformado por el FMI-BM-OMC-BID; y que no son otra cosa, que los lineamientos con los cuales buscan implementar el ALCA y los Tratados de Libre Comercio (TLC).