2003-10-17 00:00:00

Mientras que en el gobierno se dividen y agitan las aguas alrededor
del Secretario del Presidente, los titulares o noticiosos focalizan
sus luces en este "trascendente" tema. El contendido de la llamada
Reforma Tributaria apenas si logra espacio de debate y el Perú
profundo casi no existe para el Perú "oficial". Pero, como diría
Galileo, "se mueve".

Mientras hay quienes se rasgan las vestiduras sobre la "estabilidad
jurídica" para la inversión extranjera, les importa un bledo la que
corresponde a los trabajadores, como los de construcción Civil, que
inician una huelga este lunes porque no se respeta su derecho legal a
la negociación de su pliego por rama. Y cientos de miles de hombres y
mujeres del campo, agrupados en el Comité unitario Nacional de Gremios
Agrarios (CUNGA), marchan decidios a un paro nacional de 48 horas.

El común denominador: la crisis agobiante y la indisposición del
gobierno a dialogar y cambiar de rumbo como las mayorías exigen. En el
caso del CUNGA, pues el flamante ministro y el presidente decidieron
apartar al grueso de los gremios agrarios del Consejo Nacional de
Concertación Agraria, al derogar el DS 041, para suplantarlos por
entes como ADEX, que no produce ni medio gramo de productos
agropecuarios. Brillante.

Pero el fondo del problema está en una política macroeconómica y
agropecuaria intolerable: una deuda externa cada vez más agobiante,
que simplemente se paga puntualmente, un régimen tributario lleno de
privilegios para grandes grupos de poder que casi ni pagan impuesto
sobre sus ganancias, y una política que no impone un canon verdadero a
la explotación de nuestros recursos naturales ni protege la producción
nacional frente a una desleal y subsidiada competencia extranjera.

Para colmo, el Estado se niega a dar seguridad jurídica a los
beneficiarios de la Reforma Agraria (observando la ley), pretende
privatizar el agua, incumple los pagos y las compras estatales a
productores nacionales de bienes para los programas sociales, y
condena al Agrobanco al fracaso de no poder atender los créditos
requeridos y operar directamente, con los recursos necesarios, para
atender a los productores nacionales. La cereza de la torta está en
una mala política tributaria para el agro, la indolencia frente a la
demanda de acceder a la tierra de campesinos sin tierra, minifundistas
y profesionales agrarios, la parcialización con los intereses de las
grandes empresas mineras en su conflicto con los productores agrarios,
y la represión a los productores cocaleros, así la indolencia frente a
los problemas de los cafetaleros, algodoneros, paperos, criadores de
vicuña y otros que esperan infructuosamente leyes observadas y
políticas promotoras. Ya no dan más.

Por ello, ante el cierrapuertas y la insistencia en políticas que sólo
ahondan la pobreza y la crisis, el CUNGA se ha planteado el retiro del
ministro de Agricultura, que no brilla por su manejo del problema ni
por su disposición al diálogo. Y las demandas movilizarán a las bases
de la CCP, en Puno, Cusco, e importantes zonas de Junín, Apurímac y
Ayacucho, de la CNA en Ancash y Lambayeque, de 18 comités de arroceros
en el país, de los algodoneros en los valles costeros (Ica, Lima,
Arequipa, Ancash, Piura y sectores de Tumbes), así como los
productores de vicuña en Pasco y otras regiones, y los cocaleros y
cafetaleros de diferentes áreas del Perú. No sería extraño que los
azucareros, recargados de problemas y conflictos, se sumen en muchos
lugares.

Así, por encima del ruido de la corte palaciega, se abre paso la voz
del Perú profundo, el de la pobreza extrema, el de los más
discriminados y maltratados, el que puso la mayor cuota de sangre
inocente en las dos décadas de violencia, el olvidado de la política
neoliberal. La palabra del mudo se hará escuchar y el gobierno haría
bien en abrir sus oídos y sus entendederas a la ronca voz de los de
abajo, en vez de pretender ahogarla entre gases lacrimógenos y
balaceras prepotentes. Recuerden Arequipa, señores.