2003-10-15 00:00:00

Mientras que en el gobierno se dividen y agitan las aguas alrededor del Secretario del Presidente, los titulares o noticiosos focalizan sus luces en este "trascendente" tema. El contendido de la llamada Reforma Tributaria apenas si logra espacio de debate y el Perú profundo casi no existe para el Perú "oficial". Pero, como diría Galileo, "se mueve".

Mientras hay quienes se rasgan las vestiduras sobre la "estabilidad jurídica" para la inversión extranjera, les importa un bledo la que corresponde a los trabajadores, como los de construcción Civil, que inician una huelga este lunes porque no se respeta su derecho legal a la negociación de su pliego por rama. Y cientos de miles de hombres y mujeres del campo, agrupados en el Comité unitario Nacional de Gremios Agrarios (CUNGA), marchan decidios a un paro nacional de 48 horas.

El común denominador: la crisis agobiante y la indisposición del gobierno a dialogar y cambiar de rumbo como las mayorías exigen. En el caso del CUNGA, pues el flamante ministro y el presidente decidieron apartar al grueso de los gremios agrarios del Consejo Nacional de Concertación Agraria, al derogar el DS 041, para suplantarlos por entes como ADEX, que no produce ni medio gramo de productos agropecuarios. Brillante.

Pero el fondo del problema está en una política macroeconómica y agropecuaria intolerable: una deuda externa cada vez más agobiante, que simplemente se paga puntualmente, un régimen tributario lleno de privilegios para grandes grupos de poder que casi ni pagan impuesto sobre sus ganancias, y una política que no impone un canon verdadero a la explotación de nuestros recursos naturales ni protege la producción nacional frente a una desleal y subsidiada competencia extranjera.

Para colmo, el Estado se niega a dar seguridad jurídica a los beneficiarios de la Reforma Agraria (observando la ley), pretende privatizar el agua, incumple los pagos y las compras estatales a productores nacionales de bienes para los programas sociales, y condena al Agrobanco al fracaso de no poder atender los créditos requeridos y operar directamente, con los recursos necesarios, para atender a los productores nacionales. La cereza de la torta está en una mala política tributaria para el agro, la indolencia frente a la demanda de acceder a la tierra de campesinos sin tierra, minifundistas y profesionales agrarios, la parcialización con los intereses de las grandes empresas mineras en su conflicto con los productores agrarios, y la represión a los productores cocaleros, así la indolencia frente a los problemas de los cafetaleros, algodoneros, paperos, criadores de vicuña y otros que esperan infructuosamente leyes observadas y políticas promotoras. Ya no dan más.

Por ello, ante el cierrapuertas y la insistencia en políticas que sólo ahondan la pobreza y la crisis, el CUNGA se ha planteado el retiro del ministro de Agricultura, que no brilla por su manejo del problema ni por su disposición al diálogo. Y las demandas movilizarán a las bases de la CCP, en Puno, Cusco, e importantes zonas de Junín, Apurímac y Ayacucho, de la CNA en Ancash y Lambayeque, de 18 comités de arroceros en el país, de los algodoneros en los valles costeros (Ica, Lima, Arequipa, Ancash, Piura y sectores de Tumbes), así como los productores de vicuña en Pasco y otras regiones, y los cocaleros y cafetaleros de diferentes áreas del Perú. No sería extraño que los azucareros, recargados de problemas y conflictos, se sumen en muchos lugares.

Así, por encima del ruido de la corte palaciega, se abre paso la voz del Perú profundo, el de la pobreza extrema, el de los más discriminados y maltratados, el que puso la mayor cuota de sangre inocente en las dos décadas de violencia, el olvidado de la política neoliberal. La palabra del mudo se hará escuchar y el gobierno haría bien en abrir sus oídos y sus entendederas a la ronca voz de los de abajo, en vez de pretender ahogarla entre gases lacrimógenos y balaceras prepotentes. Recuerden Arequipa, señores.