La más antigua central campesina peruana
Una antigua casona de la Plaza Bolognesi, en el centro de Lima, la capital peruana, recibe día tras día a hombres y mujeres, cuya indumentaria es un indicio inequívoco que proceden de algún lugar de nuestra sierra. El local que los recibe y aloja, tiene en la puerta de ingreso apenas un cartelito con pequeñas letras rojas que dicen: Confederación Campesina del Perú, y con letras un tanto más grandes las siglas CCP.
Y así es como la conocen estos ocasionales visitantes: simplemente como la CCP. En efecto, se trata del local de la organización campesina más antigua del país, y que el próximo 11 de abril estará cumpliendo 60 años desde que fuera fundada en 1947, por un agricultor iqueño, Juan Hipólito Pévez, discípulo de José Carlos Mariátegui, el fundador del socialismo peruano.
Este gremio, que en la década de los 70 y luego a mediados de los 80, encabezó las tomas de tierra en Andahuaylas, Piura, Cusco y Puno, llega a las seis décadas, en medio de un contexto en que las organizaciones sociales y las campesinas en particular, han perdido el protagonismo que alguna vez tuvieron y no logran superar la crisis que sufrieron durante la década del régimen fujimorista, quien a decir de los dirigentes, quiso desparecerlos.
La CCP, es miembro fundadora de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo y del movimiento internacional Vía Campesina, espacios en los que se suma al esfuerzo de otras cientos de organizaciones campesinas e indígenas que luchan porque Otro Mundo es Posible.
Herederos de Mariátegui y Túpac Amaru
Juan Hipólito Pévez Oliveros, el fundador de la CCP, fue un dirigente de la Federación de Yanaconas del Perú, que era como se llamaban a los campesinos que trabajaban para los hacendados a cambio de disponer de un pedazo de tierra. En su libro autobiográfico, “Memorias de un viejo luchador campesino”, cuenta como empezaron sus primeras luchas contra los hacendados por los abusos que cometían contra los campesinos. Pévez Oliveros, quien falleciera a mediados de la década de los 80, siempre se proclamó un discípulo de José Carlos Mariátegui, quien justamente, luego de la fundación de la CGTP, le encargó la tarea de organizar a los campesinos en una sola central.
“Juan Hipólito Pévez recibió el encargo de José Carlos Mariátegui de formar una organización que agrupe a los campesinos del Perú, que eran tan diversos: comunidades de indígenas, yanaconas, braceros, pequeños propietarios. Esto se concreta el 11 de abril de 1947, cuando se convoca a un Congreso Extraordinario que se realiza en la campiña de Santoyo, en Lima, y su sesión inaugural se da en el Teatro Municipal de Lima”, afirma Andrés Luna Vargas, ex secretario general, y considerado uno de los dirigentes históricos de la CCP.
Por ello, sostiene Luna Vargas, el Amauta José Carlos Mariátegui es uno de los símbolos de la CCP, junto con Túpac Amaru, en reconocimiento también a quien diera el primer grito libertario de América, y porque además, ambos encarnan el espíritu que se sintetiza en el lema de este gremio: “Por la tierra y el poder”. O como lo dice de otra manera Víctor Torres, asesor principal de la organización: “La CCP desde su fundación siempre combinó agro y política”.
Justamente, este carácter político y gremial, hizo que en la década del 60, se desarrollaran fuertes disputas políticas por la conducción del gremio, pugnas que condujeron a una etapa de crisis organizativa, que empezó a superarse ya con las luchas por la reforma agraria, que tiene como referente a otro “histórico” de la CCP, Hugo Blanco Galdós.
Un informe interno da cuenta de esta crisis. “La CCP tuvo su primera desorganización durante la represión de la dictadura del general Odría (el ochenio de 1948 a 1956). Se reorganizó al impulso de la lucha por la tierra en los años 60 pero desde fines de esa década, y a inicios de los 70, nuestra CCP estaba nuevamente en crisis. En la dirección de la CCP se producían vaivenes y vacilaciones. Fue predominando una desviación ultraizquierdista. La dirección se burocratizó y se aisló de las bases. Se volvió dogmática y sectaria y aumentó su aislamiento. Dejó de expresar la voluntad de las bases”.
Uno de los hitos orgánicos que marca la historia más reciente del gremio, según Luna Vargas, es el IV Congreso Nacional que se realiza en la cooperativa Torre Blanca, en Huaraz en 1974, en el que se produce una reorientación programática y deciden iniciar la lucha por profundizar la Reforma Agraria, lo que terminó enfrentándolos con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado.
El general Velasco les dio una “hermana”
Hoy la CCP, reconoce la trascendencia histórica de la reforma agraria, tal como los manifiesta justamente Hugo Blanco, quien iniciara incluso una lucha armada con los sindicatos campesinos en La Convención por el año 65, para exigir esta reforma. Sin embargo, este gremio, explica, no estaba de acuerdo en la decisión vertical del gobierno de imponer las cooperativas agrarias, sin tomar en cuenta la propuesta de la CCP y las comunidades campesinas de crear las empresas comunales.
Por eso deciden confrontar con el gobierno e impulsar las tomas de tierras y la conformación de las empresas comunales, lo que motivó la represión de los principales dirigentes cecepistas. El gobierno decide entonces dotarse de su propia base social campesina, y el 3 de octubre de 1973, impulsan la creación de la Confederación Nacional Agraria, en la práctica una organización paralela a la CCP.
Desde esa fecha, mucha agua ha corrido bajo el puente, y hoy, las dos centrales que en un momento rivalizaron, se consideran “organizaciones hermanas”, tal como señalan diversos pronunciamientos públicos. En efecto, en años pasados la CCP y la CNA, convocaron unitariamente paros agrarios y movilizaciones. Las dos organizaciones coordinan diferentes trabajos como lo hicieron el año pasado con una propuesta de ley de comunidades campesinas. Ambas organizaciones coinciden también en cuestionar el TLC y así como al modelo neoliberal.
Mujeres de mando en el gremio
En noviembre del 2005, la CCP realizó su X Congreso Nacional, en el que fueron elegidos sus actuales cuatro secretarios generales colegiados, Melchor Lima de Puno, Roberto López de Piura, Jorge Prado de Ayacucho, y una dirigenta mujer, Marcelina Vargas, del Cusco. Aquí una característica que merece destacarse de este gremio: es uno de los pocos que tienen en su dirección principal a mujeres.
La ex congresista puneña Paulina Arpasi, era secretaria general colegiada cuando fue elegida al parlamento. En el actual Congreso, hay más de una mujer que ha estado ligada a la CCP, como Hilaria Supa, quien fue dirigenta de la Federación Departamental de Campesinos del Cusco, base de la CCP; y Juana Huancahuari, congresista ayacuchana, quien fue presidenta de la Federación Agraria Departamental de Ayacucho e integrante de Comité Ejecutivo Nacional de la CCP hasta el 2005.
La presencia de la mujer no se da solo en la dirección nacional sino en sus federaciones de base; por lo menos el 30 por ciento de esas directivas debe ser ocupadas por mujeres, tal como sucede en todos los eventos que organiza la CCP. Un reciente libro publicado en el 2005, justamente, da cuenta de este importante trabajo que realiza la CCP contribuyendo a organizar y formar dirigentas mujeres.
¿Tiene vigencia los gremios campesinos en estos tiempos de neoliberalismo?
Según explican sus actuales dirigentes, el objetivo principal de la CCP es la defensa de las comunidades campesinas, y fortalecer las capacidades de sus dirigentes para esa labor. Sin embargo, también reconocen que tienen debilidades y escasa capacidad de incidencia política, que ya no tienen la misma convocatoria de años anteriores, cuando realizaban paros agrarios nacionales y otras grandes movilizaciones.
Sostienen que el abandono de la pequeña agricultura y la ausencia de políticas de desarrollo para las comunidades campesinas, son factores que propician la dispersión y debilitan la organización campesina. En las propias comunidades se han perdido muchas tradiciones solidarias sobre las que se sustentaba la vida comunal.
Estas preocupaciones son materia de análisis en las llamadas Escuelas Campesinas, que son cursos de capacitación que realiza periódicamente la CCP, y a las que invitan como expositores a dirigentes políticos, expertos en temas agrarios y diversos intelectuales, que aportan sus ideas y propuestas para mantener vigentes estas organizaciones sociales, reto que se torna complejo en el contexto actual.
TLC y minería, dos cuestiones de fondo para la CCP
Melchor Lima, secretario general colegiado, señala sin embargo, que hay temas de fondo en los que se demuestra la vigencia de la organización campesina. Uno de ellos, ha sido el Tratado de Libre Comercio, TLC, al que la CCP se opone radicalmente pues “significará la total destrucción de la pequeña agricultura peruana, ya que no puede competir con los productores norteamericanos que recibe miles de millones en subsidios”.
La CCP presidió en el 2005 la Campaña Peruana frente al TLC, y junto con otras organizaciones sociales, pusieron en debate los pros y contras del tratado comercial, y al mismo tiempo, convocaron a diversas movilizaciones para protestar contra lo que consideran “un instrumento de dominación geopolítica”, de Estados Unidos, como lo remarca Washington Mendoza, ex secretario general y anterior responsable de dicha campaña.
Sin embargo, no es solo el TLC lo que preocupa al gremio campesino. Hay otro tema de fondo para el que vienen preparándose: es lo que denominan el conflicto agro y minería. La CCP considera que la gran minería está destruyendo los recursos naturales de las comunidades campesinas y de los pueblos agrarios; y el agua es uno de los primeros recursos que está en disputa, como sucede en Cajamarca con la minera Yanacocha y en Piura con la empresa Majaz, ambos departamentos en el norte del país.
En el caso de Piura, señala el asesor Víctor Torres, los productores agropecuarios y campesinos tienen las cosas muy claras: la minería es incompatible con la agricultura, pues el área que pretende explotar la empresa Majaz, es justamente la zona donde nacen dos de los principales ríos que posibilitan la actividad agropecuaria en la región.
Por lo tanto, en el año de su 60 aniversario, esta central campesina deberá seguir asumiendo nuevos retos y desafíos, que tienen que ver con la vida misma de un sector social y productivo tantas veces excluido y olvidado, como son los miles o tal vez millones de hombres y mujeres que viven en las comunidades campesinas y de la pequeña producción; muchos de los cuales seguirán tocando las puertas de la vieja casona de su CCP, de su vieja organización de la Plaza Bolognesi de Lima, que siempre los recibe y los acoge.