Tras 22 años de negociaciones, consultas y diálogos, el pasado 13 de septiembre la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas, con el voto favorable de 143 países de los 192 que integran el organismo internacional. El documento, que contiene 46 artículos, marca un primer e histórico paso a favor de los pueblos indígenas de todas las regiones del mundo, cuya población se estima en más de 370 millones de personas.
La Declaración enfatiza en los derechos de los pueblos indígenas de mantener y fortalecer sus propias instituciones, culturas y tradiciones y perseguir su propio desarrollo conforme con sus necesidades y aspiraciones. Establece normas mínimas para el respeto de los derechos humanos de los pueblos indígenas y para combatir la discriminación y la marginalización.
La Declaración destaca, además, las garantías a la propiedad de tierras ancestrales y a los recursos que tradicionalmente han poseído, ocupado o utilizado, así como la preservación del medio ambiente. Excluye el desarrollo de actividades militares en las tierras o territorios de estos pueblos y defiende el derecho de mantener relaciones entre indígenas del mismo u otro pueblo, divididos por fronteras internacionales.