• El terremoto también ha causado graves daños a familias campesinas
• CCP demanda recursos para un programa de emergencia agrario en Ica, Huancavelica y Ayacucho
Muchos días después de la tragedia que significó el terremoto de 7.9 grados del 15 de agosto, los pueblos del llamado Sur Chico, como Ica, Pisco, Chincha, Cañete; y varias comunidades y poblados rurales de los departamentos de Huancavelica y Ayacucho, tuvieron que prolongar su sufrimiento y desolación debido a la ineficacia e incompetencia de las autoridades para canalizar la ayuda, producto de la inmensa solidaridad del pueblo peruano y de la comunidad internacional.
Y si la población que fue afectada en los principales centros urbanos tuvo que exigir por todos los medios que se agilice, en primer lugar la ayuda con alimentos, agua y abrigo, y esta tardó en llegar, no es difícil imaginar lo que ha ocurrido con las centenares de familias campesinas y los pequeños agricultores, quienes quedaron prácticamente abandonados a su suerte; y en algunos casos totalmente aislados, como sucedió con los comuneros de San Juan de Castrovirreyna, en el departamento de Huancavelica, que tuvieron que caminar más de 80 kilómetros hasta Chincha para demandar ayuda.
Como siempre sucede en estos casos de desastres, siempre son los sectores más pobres y excluidos, como los campesinos y agricultores, quienes llevan la peor parte. En Pisco, por ejemplo, la ayuda alimentaria se concentró en los primeros días en la Plaza de Armas, mientras los sectores más apartados, los poblados rurales, las familias campesinas, eran completamente olvidados. Por ello, la Confederación Campesina del Perú, CCP, en su momento exigió a las autoridades y a los organismos pertinentes que se atienda y priorice a estos sectores.
La CCP denunció que estas familias campesinas y agricultoras, no solo son las más pobres, sino que prácticamente se les invisibiliza, cuando ocurren tragedias como las del pasado miércoles 15. Por ello, exigió que el apoyo llegue no solo a los sectores urbanos de Pisco, Ica y Cañete, así como a los de Huancavelica y Ayacucho, pues las familias de los agricultores y campesinos, también requieren con urgencia de alimentos, agua, abrigo y techo; también sus niños requieren atención médica y medicamentos.
Hay que remarcar que a una semana después de ocurrida esta tragedia, hasta la CCP siguieron llegando las denuncias y los pedidos desesperados de dirigentes de la Federación de Comunidades Campesinas de Huancavelica, FEDECH, y de la Asociación de Pequeños Productores Agropecuarios del valle de Ica, APPAVI, solicitando, en primer lugar el apoyo con alimentos, y dando a conocer las pérdidas en sus campos de cultivos como cosechas y su precaria infraestructura productiva.
Denunciaron también el desorden y la desorganización para entregar la ayuda humanitaria gracias al apoyo de cientos de miles de peruanos y de países hermanos, lo que ha hicieron más duros esos momentos y generaron mayor tensión y desesperación en las familias, que prácticamente lo han perdido todo. Por ello, exigieron que las autoridades inicien también el empadronamiento de todas las familias campesinas y agricultores damnificadas para que puedan recibir la ayuda que con tanta urgencia requieren. Además, que esta ayuda se mantenga por el tiempo necesario hasta que puedan recuperar su capacidad productiva.
En el caso de Huancavelica, las comunidades de las provincias de Castrovirreyna como San Juan, Tantará, Villa de Armas, entre otras, son las más afectadas, pues más de la mitad de las viviendas han colapsado; al igual que Huaytará y las comunidades de Córdova y Viñas. Estos pobladores demandan que la ayuda les llegue por helicóptero, pues las carreteras siguen interrumpidas. Cabe remarcar que para poder informar de su situación, un grupo de campesinos y pobladores de San Juan de Castrovirreyna tuvo que caminar más de 80 kilómetros hasta llegar a Chincha a pedir auxilio.
LOS DAÑOS EN LA PEQUEÑA AGRICULTURA
Una primera y rápida evaluación en el sector rural nos ha dado una idea de las dimensiones que el terremoto ha causado también en la pequeña agricultura. En efecto, hay que remarcar que las familias campesinas y agricultores de Pisco, Ica, Chincha y Cañete; así como las de Huancavelica y Ayacucho, además de la pérdida de sus viviendas y enseres, han sufrido también cuantiosas pérdidas en su precaria infraestructura productivas y en sus campos de cultivos, que en su mayoría los dedican a producir alimentos para el mercado local y regional.
En el caso de Ica, Bruno Sánchez Curi, representante de Asociación de Pequeños Productores del Valle de Ica, APPAVI, ha informado que la gran mayoría de los pozos con los que se riegan las parcelas de la zona baja del valle, se han malogrado y las casetas de los motores y electrobombas, fueron destruidas como consecuencia del terremoto. Esto pone en riesgo la campaña agrícola, cuyos cultivos están instalados en un 40 por ciento, pues se han dejado de regar.
Frente a esta situación, Bruno Sánchez demandó que las autoridades pongan en marcha un plan de contingencia, como el adelanto del periodo de riego con aguas de la laguna de Choclococha, ubicada en Huancavelica. Planteó también que se realice un censo de todos los productores damnificados para poder evaluar la totalidad de los daños y canalizar la ayuda que se requiere. Asimismo, exigió la ayuda alimentaria llegue hasta las zonas rurales y centros poblados de Ica, y se mantenga hasta que se normalice la situación.
Por su parte, Raúl Briceño, de la Asociación Nacional de Productores de Algodón, ANPAL, reiteró también las denuncias sobre las dificultades para que la ayuda alimentaria siga llegando a las zonas rurales de Pisco ni a los poblados más alejados. Planteó que esta ayuda, incluso tendría que llegar no solo con ollas comunes sino con ayuda personalizada pues las familias viven en zonas dispersas que no han sido atendidas.
El dirigente de los algodoneros también se refirió a los daños en la infraestructura productiva. Señaló que han colapsado los canales de riego por lo que se requiere maquinaria pesada para rehabilitarlos, tal como sucede también en Cañete. Uno de los pedidos que formuló a las autoridades fue el apoyo para la adquisición de unos 30 mil de semilla de algodón para que los pequeños productores puedan atender la presente campaña agrícola, pues luego del desastre han quedado prácticamente arruinados. Si no llega esa ayuda, se podría perder la campaña agrícola con serias consecuencias para la precaria economía de los agricultores, remarcó el dirigente.
En lo que se refiere a Huancavelica, la Federación Departamental de Comunidades campesinas, FEDECCH, se encuentra evaluando los daños sobre todo en las comunidades de las provincias de Castrovirreyna y Huaytará, en donde los campesinos están por iniciar la campaña productiva. Los dirigentes de la FEDECCH, adelantaron que, además de semillas, requieren también sistemas de créditos para que puedan recuperar su capacidad productiva. Hay que mencionar que en el caso de estas dos provincias, han sufrido también las consecuencias de la reciente ola de friaje que azotó a diferentes regiones de la sierra peruana, por ello, su situación es bastante precaria.