Minera Majaz ofrece ochenta millones de dólares a dos comunidades piuranas para que acepten el inicio de sus operaciones, que se pagarán inicialmente a razón de 500 mil dólares por comunidad cada años y más adelante un millón, hasta llegar a la cifra señalada, lo que asegura que a cualquier problema se suspenderán los pagos; pero quienes chantajean a los campesinos son los alcaldes comunistas de Ayabaca, Huancabamba y sus distritos, que no tienen ni para el sencillo en los bolsillos.
El gobierno envía el ejército para intimidar y de ser posible impedir por la fuerza la votación popular que se prepara para establecer la opinión de las comunidades sobre el proyecto minero en la zona de Majaz, varios cientos de dirigentes comunales están procesados, han ocurrido muertes extrañas de líderes ambientalistas y campesinos; pero aquí la violencia es de las ONG y de lo curas.
Majaz es un megaproyecto minero desarrollado en su fase inicial por una empresa de pequeño calado llamada Monterrico Metals, la que hizo las labores de denuncio y exploración para asegurarse del tamaño del yacimiento. Le importaba un pito los reclamos comuneros y hasta intentó engañar a los campesinos por mucho tiempo ocultando lo que estaba haciendo. Sabía que poniendo en valor sus documentos, podría vender los títulos a una empresa más grande. Y así lo hizo con la china Zijin, que compró los derechos también sin importarle lo que la gente de las zonas de impacto pudiera pensar de sus intenciones.
Pero se dice que todo se hizo respetando escrupulosamente la ley, que afirma que una de las condiciones para iniciar un proyecto es la opinión favorable y el acuerdo con las comunidades que ocupan el área. El proyecto ya terminó varias etapas, cambió de dueño y no ha habido ninguna consulta. Peor aún no quieren que la haya porque saben que será desfavorable. Por eso viene lo de comunistas, violentistas, que lo repite hasta el presidente de la república, el ministro de Energía y Minas y la prensa pagada por la minería que existe en Lima; y lo de analfabetos, pobretones, dirigentuchos, que se dice en los radios de Piura y Huancabamba que son pagados por la empresa.
Que no hay más que una sola versión de los hechos, se quejan Del Castillo, Valdivia, Trelles (presidente regional de Piura) y otros del cogollo del régimen. No señor, hay una tremenda maquinaria del Estado, y de la empresa y la Sociedad de Minería, que trata de amedrentar a los comuneros. Los que escuchamos una sola versión somos los otros que estamos fuera de la zona donde las reservas minerales han desatado todas las ambiciones. Lo que hay, en verdad, es una sola historia de la minería peruana que consiste en que empresas extranjeras y sus socios nativos logran enormes ganancias, los recursos naturales se empobrecen, los pobres migran o se hacen más pobres, los salarios mineros no van en relación con las ganancias, las inversiones sociales de la minería son arbitrarias y de vez en cuando los propietarios recuerdan que ellos no son los responsables del desarrollo, etc.
¿Alguien cree que los campesinos que se oponen a la mina de Majaz son engañados que no saben lo que se están perdiendo? ¿O no será que ya no pueden engañarlos como lo hacían antes?